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Génesis y devenir de una casa para todas las familias

Hace casi 35 años surgió en Santa Clara la primera Casa de Orientación a las Mujeres y las Familias, una institución clave en el quehacer de la FMC, que mantiene vivas las aspiraciones de transformación social de Vilma Espín

Autor:

Mónica Sardiña Molina

SANTA CLARA, Villa Clara.— Refugio, escuela, espacio para compartir experiencias, laboratorio comunitario por la emancipación y la participación… Todo converge en las Casas de Orientación a las Mujeres y las Familias, y la capital villaclareña se enorgullece de ser cuna de la primera de estas instituciones creadas en Cuba.

Iris Menéndez Pérez, quien se desempeñó como segunda secretaria de la FMC en Villa Clara de 1986 a 1991 y secretaria general de 1991 a 1993, recuerda que luego del III Congreso del Partido, Vilma lideró la batalla de la Federación por la renovación de los métodos y tareas para un mayor acercamiento a las bases y un mejor trabajo en aras de la emancipación de la mujer, su inclusión junto a toda la familia, y la participación de las nuevas generaciones en las tareas de la Revolución.

«En 1989, la FMC convocó en La Habana un seminario para el estudio y debate de las Estrategias de Nairobi, orientadas hacia el adelanto de la mujer y entre las propuestas, se convocaba a crear cátedras para impulsar estudios sobre los problemas que la afectaban.

«En Villa Clara, manteníamos excelentes relaciones con las universidades y ya se implementaban los resultados de las investigaciones en escuelas y comunidades. En aquella reunión nos comprometimos a crear la primera cátedra Mujer y Desarrollo en la provincia, la cual se materializó en octubre de 1989, presidida por Mercedes Piñon Jareño, rectora del Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, e integrada por profesores e investigadores que comenzaban a apoyar las tareas de la FMC», amplió.

En noviembre del propio año, Vilma participó en la Asamblea Provincial de la organización, y se reunió con los miembros de la Cátedra en la casa de visitas de la FMC, que se convertiría en la Casa de Orientación a la Mujer y la Familia, el 8 de septiembre de 1990.

La pedagoga Cándida Rosa Orizondo Crespo recuerda la gestación gradual, la incorporación paulatina de profesionales de varios sectores y la decisión de extender la labor a los barrios.

«Ofrecíamos orientación psicológica, pedagógica, jurídica, de salud y otros temas, en dependencia de las necesidades de quienes acudían, que no eran solo mujeres. Vilma se reunía con nosotros, planteaba sus ideas y nos fue enamorando —todavía lo estamos— de un voluntariado que asumimos por la belleza de la tarea», refirió la actual profesora de la Universidad de Ciencias Médicas de Villa Clara, integrante de la red de educadores populares del Centro Martin Luther King y colaboradora de la Casa.

Sobre el seguimiento permanente que daba la presidenta fundadora de la FMC a esta primera Casa, Iris Menéndez recuerda uno de los casos en los cuales se implicó de manera directa. «Tras recibir la carta de una madre a quien le había sido retirada la custodia de su hija, nos pidió trabajar con ella y su familia para valorar la pertinencia y ayudarlos en el proceso. Llamaba frecuentemente, incluso, lo hizo el día en que se estaba desarrollando el encuentro con la familia, para hablar con el profesor Emilio Nieto, que llevaba el caso».

Idalmis Pedrosa Robles vio de cerca la «conspiración» profesional y humana previa a la inauguración. Poco después, se convirtió en la primera profesora que impartiría un curso de adiestramiento en el país, en la especialidad de Peluquería.

«De ahí surgieron los programas y planes de estudio, porque nada estaba escrito. Profesores de otras provincias viajaron a Villa Clara para aprender de nosotros, e incorporé el rescate de valores, el respeto a la diversidad y la promoción de salud, entre otros temas», comentó la profesora de Belleza.

Nila Ojeda Sarduy fue una de las primeras jóvenes campesinas que partieron hacia La Habana para aprender el oficio de corte y costura en la escuela Ana Betancourt, bajo la supervisión permanente de Vilma y Fidel. Conserva en perfecto estado la máquina de coser que le obsequiaron al graduarse, con la cual todavía enseña las «mañas» del hilo y la aguja.

Vilma en la Casa

La líder eterna de la Federación de Mujeres Cubanas no era una visitante ocasional, sino una más de la familia. La combinación de sencillez y excepcionalidad en su carácter resulta un rasgo demasiado evidente para quienes tuvieron el privilegio de conocerla.

«Fue el alma de todas las tareas que la Federación realizó dentro de la Revolución. Era nuestra jefa, siempre al frente, culta y talentosa; nunca eludía un tema por espinoso que fuera, sabía convencer y siempre aprendíamos a su lado. Tenía un don especial para la dirección verdadera, democrática, sin imposiciones, con argumentos. Veía en ella la guerrillera revolucionaria, la pasión, la ternura, el amor infinito al pueblo y el compromiso con la misión a la que consagró su vida», aseveró Iris Menéndez Pérez.

«Era una mujer extraordinaria, sensible, humana, consciente de las problemáticas, pero ocupada y preocupada por resolverlas. Siempre nos abordaba con un enfoque participativo, venía a escuchar, a que le diéramos una perspectiva distinta», valoró la profesora Cándida Orizondo.

«Vilma tenía una idea muy abierta de la mujer y de la familia, un grado de humildad tremendo. Era de esas personas que se quieren solo con mirarlas. Nunca vi en ella rastro de prepotencia, autosuficiencia ni ganas de destacar. Fue la primera en hablarnos de diversidad. Nos ofreció las armas para abrirnos al mundo, nos representó dentro y fuera de Cuba, y luchó para darnos el lugar que merecíamos», añadió Idalmis Pedrosa.

Puertas abiertas al futuro

Aunque no fue testigo de los preparativos ni del quehacer de las primeras décadas, Veneranda Fe García Hernández habla con tanta pasión como los fundadores, y desde hace varios años asume la coordinación provincial de la Casa de Orientación a las Mujeres y las Familias, con representación en los 13 municipios villaclareños.

Sobre el imperativo de no decaer en la calidad del trabajo, a las puertas de su aniversario 35, la institución mantiene cuatro frentes de labor: orientación individual, trabajo grupal, programas de adiestramiento, y extensión comunitaria y prevención social.

«Mantenemos fuertes relaciones de trabajo con la Escuela Pedagógica Manuel Ascunce Domenech, donde se constituyó la cátedra Vilma Espín. Allí realizamos actividades con temáticas como la violencia de género, el embarazo en la adolescencia, el Programa Nacional para el Adelanto a la Mujer, entre otras», detalló García Hernández.

Los egresados de los cursos de adiestramiento realizan experiencias prácticas gratuitas en las comunidades en transformación y en instituciones del Estado que requieren atención personalizada, como hogares de ancianos y el centro de protección social para personas con conducta deambulante.

Especial relevancia concede la coordinadora a la vinculación con la Defensoría y la sala del Tribunal que atiende los casos de naturaleza familiar, el espacio que ofrece la Casa para la escucha de los menores, y la consejería de la no violencia, que funciona desde el año 2021, con la presencia de psiquiatras, psicólogos, médicos de familia, sociólogos, representantes del Ministerio del Interior, y la coordinación de una fiscal.

«También tenemos vínculos con la Facultad Independiente del Instituto Superior del Minint. Una compañera, miembro del Comité Provincial de la Federación y que está haciendo un doctorado en violencia, tiene a su cargo la capacitación de efectivos en las unidades de la Policía, para atender debidamente las denuncias de estos casos, que no se queden en “un asunto de familia” ni se incurra en la revictimización», agregó.

La inclusión y el respeto a la diversidad se hacen evidentes en las relaciones con las asociaciones de personas en situación de discapacidad, las actividades para niñas y niños con trastornos del espectro autista y el apoyo al grupo Octubre Rosa, conformado por mujeres que han padecido cáncer de mama, entre otras iniciativas.

A juicio de Veneranda Fe García Hernández, las potencialidades descansan sobre el aporte altruista de más de 80 colaboradores, quienes, además de cumplir con sus jornadas laborales y rutinas domésticas, prestan ayuda de manera gratuita.

El relevo lo encuentra en las universidades. Aspira a incorporar estudiantes de Psicología, Derecho, Sociología y otras carreras a los espacios de la Casa, y que sus trabajos de diploma aborden problemáticas sociales que atienden a diario.

Valia Teresa Rodríguez Santiesteben no esperará tanto. A sus 17 años ya cuenta con una trayectoria más que prometedora en la organización femenina, bajo la guía de Idalmis Pedrosa Robles.

«Desde pequeña mantengo vínculo con la Casa de Orientación, pues mi abuela es colaboradora y profesora, y nuestra vivienda, una casa taller. Me enorgullece ser nieta de una de las fundadoras de la primera institución de este tipo en el país, que representa un apoyo para las mujeres cubanas, y una fuente de enseñanzas para toda la sociedad», valoró.

Desde la distancia, Iris sigue queriendo el proyecto que ayudó a fundar, hace ya 36 años: «La FMC lo ha sostenido y enriquecido en cada etapa, adecuándolo a las necesidades del momento. Mantiene sus objetivos fundacionales y continúa siendo un lugar de renovación y trabajo creativo y colectivo a favor de las mujeres y la comunidad».

 

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