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Cuando la piel se eriza

El Coro Profesional de Bayamo, agrupación distinguida que se encamina a los 60 años de existencia, sigue cautivando más allá de la Ciudad Monumento

Autor:

Osviel Castro Medel

BAYAMO, Granma.— Pueden viajar vocalmente a la Roma antigua o versionar de manera asombrosa un ritmo de los Van Van. Son capaces de andar por senderos sonoros sudamericanos o de entonar La Bayamesa con un toque espectacular.

Tienen un repertorio de más de 300 números, con obras del Renacimiento, «barrocas», clásicas, románticas, contemporáneas o de la música popular cubana. Y han logrado seducir a incontables públicos, incluyendo al de la Ciudad Monumento, el lugar donde han crecido desde hace 59 años.

Son los integrantes del Coro Profesional de Bayamo, una agrupación nacida el 7 de enero de 1962 bajo la batuta de René Capote Riera, un incansable que en su trayectoria recibió reconocimientos de maestros respetados como Electo Silva, Serafín Pro y Miguel García, entre otros.

Desde entonces hilvanaron una trayectoria admirable, con presentaciones en los principales eventos corales del país y una misión internacionalista en Venezuela, aunque seguramente merecieron más «oportunidades internacionales».

Entre los recuerdos que atesoran están las actuaciones en numerosos actos políticos relevantes de la nación, como la tribuna abierta celebrada el 25 de noviembre de 2000 en Guisa, donde recibieron la felicitación personal de Fidel.

«Otro de los impactados por nuestras actuaciones fue Eusebio Leal, al punto de que por sus gestiones realizamos una gira de conciertos en la capital cubana», narra Fernando Arturo Estrada Zaldívar, un barítono que pasó 27 años en esa institución y acaba de trasladarse al Coro Nacional de Cuba.

«Mantener desde Bayamo un coro de unos 35 miembros y con tanta excelencia ha sido un reto. Nunca se amilanó por el famoso fatalismo geográfico», comenta.

Él era parte del grupo de los «veteranos», ese que ha ayudado a formar, con ganas y sin celos, al relevo generacional. Otros de los experimentados son Yolanda Aleaga, Rubí Domínguez, Usbel Ramos, Adisnely Hernández, Diana Ramos y Mercedes Gómez Paumier (actual directora), quienes aseveran que cada día se aprende algo nuevo.

«Tenemos un sello y no queremos cambiarlo, aunque sabemos que podemos seguir perfeccionando nuestro estilo», expresa Gómez Paumier.

Saltos espectaculares

No podía creer lo que le estaba pasando. Del oficio de librero, en el que no sabía sus potencialidades vocales, saltó espectacularmente al de cantante.

Fue un proceso de golpes, claro. Empezó a conocer su voz, mejorar la afinación, tener independencia auditiva y a entender el sacrificio de quienes suben a los escenarios.

«La directora escuchó mi registro al hablar y me propuso que me presentara a las pruebas en 2016. Mi primera audición fue casi un desastre, pero quienes me examinaron apostaron a que podía cantar», cuenta sonriendo Luis Gabriel Suárez Muñoz, quien a sus 29 años pertenece a la hornada de jóvenes del coro.

Él estuvo 12 meses a prueba hasta que logró incluirse oficialmente en la agrupación y obtener el segundo nivel en esta rama artística. Así repitió la historia de otros que llegaron desde la afición y hoy son profesionales reconocidos, como la soprano Zahilí Collejo Durán, quien hace 16 años era secretaria de una dependencia del sector cultural.

«Antes había sido recepcionista y me presentaba en matutinos u otras actividades. De niña estudié música, y como no seguí… jamás imaginé que podía ser cantante. Sin embargo, cuando Maricel (Maricel Ávila Labrada, la anterior directora) me escuchó, me captó. Fue lo mejor que pudo pasarme porque tiempo después me gradué en el ISA (Instituto Superior de Arte) y me evalué de primer nivel en un tribunal donde estuvo la maestra Digna Guerra», relata ella.

En este instante, tanto Zahilí como Luis Gabriel saben lo difícil que resulta esta ruta, pues no solo requiere atributos vocales. «Debes estudiar constantemente porque cada obra viene de un período histórico y tienes que conocer sus características; además, necesitas aprender otros idiomas cuando interpretas piezas musicales que no son en castellano», ejemplifica él.

«Llegar a esta institución me ha ayudado con mi carrera (cuarto año de la licenciatura en Gestión cultural para el desarrollo) y me ha hecho ver de otra manera la vida», acota.

Mientras, para Zahilí Collejo Durán la agrupación tiene otro añadido sentimental: Olieg Guerrero Frutos, su esposo, también canta en el coro. Juntos sufrieron cuando hubo un fallo imperceptible en una presentación y juntos se estremecieron, como cuando intervinieron en la velada solemne por la desaparición física de Fidel, efectuada en la Plaza de la Patria de Bayamo, el 2 de diciembre de 2016.

Como lazos de sangre

Forman una gran familia, tal vez porque, como dice la directora Mercedes Gómez Paumier, pasan mucho tiempo juntos ensayando o compartiendo en un local ubicado en la calle Donato Mármol.

«En un coro debe reinar la armonía porque de lo contrario fracasa», sentencia Fernando Arturo Estrada, quien expone que la partida física de algún exintegrante siempre ha dejado días de aflicción colectiva; en tanto, el éxito individual de cualquier cantante provoca la alegría general.

«Nos queremos mucho y estamos muy unidos, aquí se vive un ambiente de hermandad», reafirma por su parte Luis Gabriel Suárez.

Acaso por esa concordia muchos de los miembros del Coro Profesional de Bayamo aseguran que la piel se les eriza cuando entonan piezas fundamentales de su repertorio. El Himno Nacional es una. Les genera emociones indescriptibles.

Tal vez ellas y ellos no sospechan que cuando se erizan en el escenario sublime igualmente electrizan los poros del público. También inflaman y cautivan.

Luis Gabriel Suárez fue uno de los jóvenes que saltaron de la afición al rigor profesional del coro. Foto: Ibrahín Sánchez Carrillo

Mercedes Gómez Paumier asumió el reto de dirigir esta prestigiosa agrupación en 2015. Foto: Ibrahín Sánchez Carrillo

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