Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Como semillas en el surco del porvenir

La biblioteca Sierra Maestra, perteneciente al Centro Fidel Castro Ruz, es un lugar único, concebido con el propósito de agrupar toda la bibliografía vinculada a la vida, obra y pensamiento del Comandante en Jefe

 

Autor:

Lourdes Benítez Cereijo

Cuando inauguraron el Centro Fidel Castro Ruz (calle 11, No. 707, entre Paseo y A, Vedado) el 25 de noviembre de 2021, en el quinto aniversario de la desaparición física del líder histórico de la Revolución Cubana, muchos colegas me comentaron que habían quedado impresionados: cada uno de sus nueve espacios expositivos era particularmente impactante en su diseño, concepción y propósito. Posteriormente pude corroborar aquellas palabras.

El Centro es un sitio donde el tesoro del conocimiento está por todos lados, en los más mínimos detalles, y los ojos no alcanzan para admirar tanto. La realidad es que esa sensación se redimensiona cuando se visita la biblioteca Sierra Maestra, un lugar que parece salido, precisamente, de las páginas de un libro.

En esta se agrupa toda la bibliografía vinculada a Fidel. Se trata de aproximadamente tres mil ejemplares que incluyen títulos de su autoría; de otros autores escritos sobre su figura, y también libros de Historia, pues no se puede estudiar la vida de un hombre sin tener en cuenta el contexto. Igualmente hay obras de José Martí, de Ernesto Che Guevara…

Y todo ese caudal bibliográfico tiene como objetivo el estudio de su existencia, obra y pensamiento; preservarlo para las generaciones que lo conocieron y fundamentalmente para las que no tuvieron esa dicha, explica a Juventud Rebelde Guelsy Alfonso Fernández, jefa del Departamento de Información de la biblioteca.

Consta de dos niveles: la planta superior, de una estética sublime, fue diseñada como una biblioteca más tradicional, donde se encuentran las obras físicas. Los estantes y vitrinas de madera, bellamente trabajados, se complementan con bancos y mesillas personales para la lectura y el estudio.

El centro de la sala está dominado por la mesa colectiva y sobre el buró principal de información puede leerse la frase «No le decimos al pueblo: ¡cree! Le decimos: ¡lee!». Las paredes, cual testimonio gráfico, exhiben instantáneas de Fidel asociadas a su pasión por la lectura o donde se le ve acompañado de grandes escritores como Ernest Hemingway y Gabriel García Márquez.

«En el Centro trabajaron fundamentalmente los compañeros de la Oficina del Historiador, y para conformar la biblioteca tradicional se hizo, incluso, una encuesta a niños y jóvenes para saber cómo les gustaría que fuera; y muchos dijeron que parecida a la de Hogwarts, en Harry Potter», refiere la especialista. La verdad es que no es casualidad que el ambiente de ese espacio sea, además de acogedor, casi «mágico».

El nivel superior se enlaza con la planta baja mediante una escalera que contiene uno de los elementos más atractivos, en opinión de esta redactora. Se trata de una suerte de estantería repleta de lomos de libros en madera, representativos de obras leídas por Fidel.

Allí sobresalen títulos tan variados como Cecilia Valdés o la Loma del Ángel, de Cirilo Villaverde; Del amor y otros demonios, de Gabriel García Márquez; María, de Jorge Isaac; La feria de las vanidades, de William Thackeray; Manifiesto Comunista, de Karl Marx y Federico Engels; El origen de las especies, de Charles Darwin; Historia del tiempo, de Stephen Hawking, e Ilíada, de Homero, por solo mencionar algunos.

Lo más interesante es que se trata no solo de un conjunto ornamental, sino que cada volumen contiene un código QR que le permite al lector acceder a esa información mediante su dispositivo móvil. Otro dato curioso es que los lomos están dispuestos exactamente en el mismo orden en que lo estaban en el despacho personal de Fidel.

Ya una vez en el nivel inferior, el usuario se encuentra con un espacio más moderno, relajado e interactivo, con un mobiliario más informal, donde los jóvenes pueden sentarse a leer, acomodarse en el piso con sus laptops, o conectarse a la Wifi con móviles o tablets, como si se tratara de la sala de una casa.

Está equipado con diez computadoras que permiten acceder a todo el fondo digital del cual dispone la institución. No solo hay copias de muchos de los libros de papel, sino también todo lo que se ha digitalizado en el país, un amplio archivo fotográfico, audiovisuales que incluyen los discursos del Comandante en Jefe y noticieros Icaic.

«En esta labor hemos contado con el apoyo de las instituciones y organismos de la Administración Central del Estado, que facilitaron mucha información. Estamos todavía en una fase de procesamiento porque eso lleva un trabajo profundo», señala Guelsy Alfonso, quien añade que «el usuario puede acceder a la biblioteca digital, desde el Centro o por el sitio web; aunque también por la página de Facebook se promueve todo lo que tenemos acá».

Una biblioteca diferente

«Este lugar es increíble; tener un espacio donde pueda estudiar con tranquilidad, donde las ideas fluyan, es muy bueno. A veces vengo con la carga y el estrés de clases, pero nada más entrar la mente se abre, por lo agradable del lugar y el trato del personal, siempre dispuesto a ayudarte, pendiente de lo que necesitas», confirma la estudiante universitaria Ana Belén Amador.

La joven, quien cursa 1er. año de la carrera de Relaciones Internacionales, afirma que le gusta más que la biblioteca de su escuela. «Recuerdo que me comentaron que la biblioteca se parecía a la de Harry Potter y eso me llamó la atención, pero no había podido venir. Un día decidí probar a ver qué tal y me gustó tanto que siempre que tengo un turno libre vengo para acá. «Desde el punto de vista de mis intereses estudiantiles encuentro lo necesario, ya sea para seminarios, trabajos o presentaciones. Ha sido muy gratificante», dice.

Ella es una de los aproximadamente 600 usuarios de todas la edades que han visitado la biblioteca desde su apertura, cuya entrada es libre y está abierta de martes a sábado. Particularmente a gusto se han sentido los niños, que han llegado buscando datos para realizar los trabajos de Historia.

«Nuestro personal es bastante especializado, con años de experiencia, y eso vale mucho cuando se trata de ayudar a los pequeños a asimilar esa bibliografía que puede resultar densa para edades tempranas, pero se ha logrado hacerlos sentir cómodos», dice satisfecha Guelsy Alfonso, quien anteriormente laboró durante 22 años en la Biblioteca Nacional José Martí.

«También garantizamos la interacción y el vínculo con los usuarios mediante una iniciativa que denominamos Donativo, la cual permite a los visitantes que poseen objetos personales, fotos o documentos vinculados a Fidel, facilitarnos esos artículos, ya sea para conservar los originales o digitalizarlos en caso de que su dueño no desee donar».

La especialista confiesa a Juventud Rebelde que la labor allí ha sido distinta en todo sentido. «Somos un todo: biblioteca, archivo, centro de información. Somos únicos. A eso hay que sumarle que ha sido un reto para el colectivo de 17 compañeros que me acompaña. Tuvimos que hacer todo desde cero y crear nuestro sistema de gestión de la información.

«El Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez desde el principio nos dijo que utilizáramos los hechos en Cuba, pues generalmente se emplean métodos foráneos. Fuimos a la UCI y con los compañeros de allí obtuvimos nuestro propio sistema de gestión.

«En el plano personal siento que haber sido seleccionada para estar al frente de esta biblioteca ha sido maravilloso. Significa un gran reconocimiento y un reto incluso mayor. Tenemos la misión de preservar, de mantener vivo el legado de un hombre como Fidel Castro».

No es casualidad que el resto del equipo comulgue con ese sentir, con esa idea de saberse útiles y valiosos en su misión. Para Diana Araujo, una de las jóvenes bibliotecarias, la experiencia ha resultado fascinante, por el colectivo que la rodea, por la dinámica de trabajo y los usuarios. «Con muchos visitantes ya tenemos un trato muy familiar, conocemos sus gustos e intereses, el trato se vuelve personalizado y el vínculo muy estrecho. Te hacen sentir importante».

En la contraparte, la estudiante de Ciencias de la Información Gabriella Morciego refiere que es un sitio ideal para estudiar, estéticamente muy agradable y con todas las condiciones, donde se ha sentido plenamente satisfecha. Con ella coincide Ingrid Uribe, artista, cantante y profesora colombiana residente en Cuba, quien manifiesta sentir cierta afición por las bibliotecas, y la Sierra Maestra, sin duda, la dejó cautivada.

«Todo es bello, desde las personas hasta la arquitectura. Obviamente hay quietud y silencio, pero es placentero y cálido. Para los jóvenes es perfecto, porque puedes salir a las terrazas, a los jardines. No tiene ese acartonamiento y rigidez de las bibliotecas tradicionales. Siempre hablo de este lugar para que muchos vengan a visitarla. Aunque me gustaría que hubiese más variedad en cuanto a temáticas, quizá algo de arte o ciencias».

Casi al final de nuestra visita le pregunto a Guelsy Alfonso qué le diría a quien todavía no conoce de la biblioteca para cautivarlo, invitarlo… Me responde segura: «Que sepan que aquí tenemos un tesoro, el tesoro de una historia viva. Me dirijo fundamentalmente a las nuevas generaciones que no conocieron a Fidel, porque aquí van a encontrar al hombre, al líder y su obra; así como conocimientos que los van a hacer crecer».

Mientras nos muestran el camino de salida, me llama la atención otra frase inscrita en las puertas automáticas de acrílico (que fueron especialmente diseñadas para eliminar toda barrera arquitectónica): «Conviene no solo la lectura que no sea solo entretenida, conviene también la lectura que nos enseñe, aunque tengamos que prestar atención; no debemos ser lectores solo de cosas que son muy entretenidas, y quedarnos sin saber nada de los demás».

Fidel sabía, conocía, apreciaba en extremo el valor de un libro y el poder de la lectura. Allí, en esa biblioteca creada para estudiar su figura, está sembrada esa esencia, esa simiente profética, cual semillas en el surco del porvenir.

La entrada a la biblioteca es libre y desde su apertura ha sido visitada por aproximadamente 600 usuarios de todas las edades.

Guelsy Alfonso Fernández, jefa del Departamento de Información de la biblioteca.

El nivel inferior de la biblioteca es un espacio más moderno, relajado e interactivo.

La planta superior, de una estética sublime, fue diseñada como una biblioteca más tradicional, donde se encuentran cerca de 3 000 ejemplares.

La luz en las manos

La Lupa TV convierte en audio  la información visual para personas ciegas o débiles visuales. Fotos: Maykel Espinosa Rodríguez

Para personas ciegas o débiles visuales existe un área especializada, con un equipamiento que posibilita consultar toda la información. Las máquinas tienen instalado un programa parlante, y cuentan también con una Lupa TV, un instrumento de alta tecnología que convierte en audio la información visual o magnifica los caracteres, según las necesidades.

La especialista principal de la sala es Niurka Mastrapa, quien es invidente y bajo su tutela se realiza toda una labor de excelencia —al momento de hacer estas entrevistas no se encontraba. Junto a ella labora Ivón Hernández, y nos refirió que la amplia colección de audiolibros se complementa con literatura en braille, donde se destacan volúmenes como La historia me absolverá, y cuentan con máquinas Perkins y punzones para escribir.

«Realmente quienes han venido han quedado muy contentos. Es la primera vez que tengo la experiencia de trabajar con estas personas, y ha sido maravilloso porque la luz de nuestros ojos ellos las tienen en las manos. Son increíbles. Casi siempre tratamos de ofrecerles una visita guiada; los llevamos a algunos lugares, les explicamos todo lo referente al Centro y ellos se sienten muy complacidos, se enamoran y regresan. Eso es lo que vale».

 

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