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Filmes imperdibles de un verano casi concluso

Julio y agosto se han dispuesto de una programación de estrenos de lujo en salas de cine, y para celebrarlo, y que no pase por alto, quisimos recurrir al consabido top ten que tantas veces se usa en sitios web de cualquier país en función de recomendaciones sucintas

Autor:

Joel del Río

A pesar de todos los pesares, incluidas las interrupciones por apagón, julio y agosto han dispuesto de una programación de estrenos de lujo en salas de cine, y para celebrarlo, y que no pase por alto, quisimos recurrir al consabido top ten que tantas veces se usa en sitios web de cualquier país en función de recomendaciones sucintas. Soy consciente de que algunos me tildarán de frívolo por acudir a este tipo de ordenamiento lineal de calidades y estéticas absolutamente dispersas y relativas, pero tal vez otros agradezcan el sumario intencionado:

Drive My Car (Ryûsuke Hamaguchi, Japón, 2021): Regreso en gloria del cine japonés a nuestras pantallas grandes, filme parsimonioso, poblado de escenas resultantes de la exquisita observación, por parte del director y guionista, de una actriz y un actor (Tôko Miura e Hidetoshi Nishijima) enormes a la hora de comunicar estados de ánimo sutiles, vinculados con la soledad o el duelo. Oda a la vida que a veces se lleva cual pesada carga, pero que no queda más remedio que vivirla… todo eso y mucho más es esta película excepcional, conmovedora, sin facilismos lacrimógenos, y humanísima, aunque desprovista de toda prédica pontificadora o seudofilosófica. 

El poder del perro (Jane Campion, Australia y Nueva Zelandia, 2021): Un oeste puesto de cabeza en cuanto al ritmo narrativo (más bien pausado), y a la tipología de personajes puesto que la directora deconstruye la masculinidad tóxica del cowboy clásico, mientras que se confirma la estetización del paisaje (estado de Montana, años XX del siglo pasado) y se exhibe la sensibilidad y ternura enajenadas por la imposición de un comportamiento tipo Macho Alfa. Hermosa película inspirada tangencialmente en el Salmo bíblico que implora librar el alma de la espada y el amor del poder del perro, es decir, de las acechantes fuerzas del mal.

La tragedia de Macbeth (Joel Coen, Estados Unidos, 2021): Resultado de la innovadora combinación de recursos y florilegios procedentes tanto del cine como del teatro, y a partir de una magistral fotografía de Bruno Delbonnel que explota los contrastes de blanco y negro entre la claridad plateada y las tinieblas, o más bien grisuras, y a partir también de una muy sobria actuación de Denzel Washington, el director reinventa visualmente la tragedia de Shakespeare, y logra aternese a la clásica narrativa reveladora de ciertas esencias de la naturaleza humana contaminadas por la deslealtad, la codicia del poder, la envidia y la violencia.

Un héroe (Asghar Farhadi, Irán, 2021): Experto en combinar el análisis social meticuloso y comprometidamente realista, con ágiles y genéricas narrativas inherentes al cine más popular y genérico, el director iraní se mantiene ahora siempre fiel a su proverbial habilidad como contador de historias, y nos relata la implacable historia de un hombre que intenta restituir su dignidad
personal, pero que termina siendo
un paradigma de virtudes hoy y un paria sin honor al día siguiente. Brilla la capacidad del guion para aludir a problemas burocráticos, religiosos y mediáticos sin perder el foco en la relación hermosísima de un padre y su hijo.

La hija perdida (Maggie Gyllenhaal, Estados Unidos, 2021): Dirigida por una actriz devenida realizadora, y que por ello cuida especialmente el trabajo de los histriones, particularmente de la nuevamente consagrada Olivia Colman, la película es una turbulenta meditación, a ratos confusa, pero en general muy eficaz, sobre ciertas mujeres, llenas de virtudes, pero carentes del instinto materno. Tal vez exagere, y más bien se trate de una reflexión sobre cuán demandante y cansadora puede resultar la práctica diaria de las madres. En cualquier caso, se trata de una obra polémica pero dirigida con seguridad a un espectador inteligente, capaz de discutir cualquier tema por difícil que sea.

Lo que me enseñó el pulpo (Pippa Ehrlich y James Reed, Sudáfrica, 2020): Ganador de casi todos los premios mundiales en su categoría, y conceptuado como uno de los mejores documentales de la historia del cine, este nos muestra la extraña amistad entre un cineasta, Craig Foster, y un pulpo, todo lo cual le sonará al lector demasiado bizarro, o ridículo, pero así ocurrirá solo si no ha podido ver esta hermosa fábula sobre el imperativo de comprensión y colaboración entre todos los habitantes del planeta, en tierra, mar o aire. Las impresionantes tomas submarinas se quedan en la memoria durante mucho tiempo, al igual que la voz del cineasta, en off, certificando la diferencia que existe entre ser un visitante o sentirse parte de un lugar, aunque este sea un tupido bosque de algas submarinas.

Elisa y Marcela (Isabel Coixet, España, 2019): Una historia de amor contada desde las claves del cine histórico y romántico, que en este caso se aplican a la reconstrucción de la realidad sicosocial de Galicia entre los años 1898 y 1901, y relatan lo que ocurrió en torno al primer matrimonio registrado en aquel país entre dos mujeres, una unión efectuada gracias a que una de ellas decidió vestirse de hombre y engañar al párroco. Al igual que en sus mejores películas Coixet trabaja con una primorosa dirección de arte y selección de locaciones, muy trabajados encuadres y diálogos, e interpretaciones de categoría.

Licorice Pizza (Paul Thomas Anderson, Estados Unidos, 2021): Película menor de un genio, aunque sin dudas sería considerada extraordinaria si su director fuera
otro, esta atiende al paulatino y complicado desarrollo del primer amor entre adolescentes, todo ambientado, con suma verosimilitud, en el valle de San Fernando, en los años 60. Verismo, naturalidad y gente común, un trío muchas veces ausente del cine norteamericano más popular, devienen ases triunfales para una película extrañamente magnética, singular y, sobre todo, auténtica.

Veneciafrenia (Alex de la Iglesia, España, 2022): Uno de los maestros del cine de horror europeo nos entrega una película frenética y desigual sobre el odio violento que provoca en los venecianos el arribo continuo de turistas, sobre todo en época de carnaval. Los protagonistas son cinco jóvenes españoles (tres muchachas y dos varones) que viajan en busca de gozadera, y de colgar centenares de selfies en las esclavizantes redes sociales. Y así avanza entre tinieblas y máscaras una película desafiante, cuyas interpretaciones resultan bastante monótonas, pero que compensa al espectador con las virtudes del diseño de producción y la impactante fotografía.

El escándalo (Jay Roach, Estados Unidos, 2019): Concebido a la medida de tres estelares actrices, Charlize Theron, Nicole Kidman y Margot Robbie, este drama inspirado en hechos y personajes reales se desenvuelve en torno un hecho real: la denuncia por abusos sexuales del jefe de Fox News. A medias entre la complicidad y la crítica, el filme muestra el sensacionalismo desplegado por los medios en torno a un escándalo que involucraba política, sexismo y clases privilegiadas. Las tres actuaciones mencionadas constituyen el mayor atractivo, pero nunca el único de una película que se ve con agrado, en sintonía con uno de los temas más controvertidos de la actualidad mundial.

Fotograma Lo que me enseño el pulpo.

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