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Mientras haya vida, existirá la danza

Cuba y su capital vibran por estos días con el 27mo. Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso. A propósito de este encuentro con lo mejor de ese arte de la danza a nivel mundial, JR conversó con la primera bailarina Viengsay Valdés, presidenta de la cita

Autor:

Sergio Félix González Murguía

Cuando la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba levantó el telón y quedó inaugurada la edición 27 del Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso, el 20 de octubre pasado, atrás quedaron los amargos tiempos del enfrentamiento a la COVID-19 que habían pospuesto su realización.

Luego de tanta espera allí estaba ella, excelsa e indómita, sobre el escenario, entre bailarines jóvenes y experimentados, con mirada serena y caminando de frente al público, invitándolo a disfrutar de estos días de puro deleite escénico. Viengsay Valdés presidía así el desfile inaugural que habitualmente da la bienvenida a la gran fiesta de la danza cubana que, por primera vez, se realiza bajo su dirección. Junto a ella, el cuerpo de baile del buque insignia de nuestra danza, el Ballet Nacional de Cuba, y los jóvenes integrantes de la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso.

Lo que siguió a continuación, el público cubano lo conoce bien: un viaje sensorial y visual capaz de hacernos transitar los diversos caminos de la danza, en compañía de Carmen, Giselle y tantos otros personajes que tientan al público con un adagio, un pirouette, un solo de danza contemporánea o un pas de deux clásico. «Siempre he sido muy optimista, y esta vez no lo seré menos. Conservo las más grandes esperanzas de que este festival, que todos hacemos en condiciones muy difíciles, no demerite su historia y sea un digno heredero de las ediciones anteriores», confiesa Viengsay Valdés a JR, cuando apenas hemos vivido los primeros instantes de un mes de presentaciones que se atisba interesante para los amantes del arte danzario.

El esfuerzo de los bailarines y de los organizadores de la cita se palpa en la escena. La sala Avellaneda inauguró el pasado fin de semana el ciclo de presentaciones con las compañías cubanas, donde el Ballet Nacional de Cuba (Séptima sinfonía, Tríptico), Malpaso (Nana para un insomnio, Woman With Water), Mi Compañía (Edén-6) y Acosta Danza (Performance) arrancaron los primeros aplausos de los espectadores, quienes disfrutarán en las próximas semanas de una temporada de Giselle —marcará el inicio de las celebraciones por el aniversario 75 de la compañía fundada por Alicia, Fernando y Alberto Alonso— y otros programas concierto con la participación de importantes exponentes de la danza clásica mundial, así como agrupaciones de la talla del Buenos Aires Ballet y las compañías nacionales de España y México.

Para la Presidenta de esta cita y una de las más encumbradas bailarinas en la historia más reciente del ballet cubano, esta nueva edición del encuentro, que data de 1960, permite tomarle el pulso a la evolución de nuestra danza, y es que «uno de los aspectos más sobresalientes de nuestro festival es su diversidad, porque aunque el nombre oficial del evento incluye la palabra ballet, en realidad toda la danza es la verdadera protagonista.

«Nuestra máxima es ofrecer múltiples posibilidades al espectador para que tenga a su alcance el arte coreográfico en su más amplia expresión, desde las danzas del período barroco y el ballet clásico, hasta las actuales maneras de ejecutar el movimiento, sin obviar, por supuesto, las más diversas formas de bailes tradicionales y folclóricos. También es un momento ideal para que los bailarines de otros países conozcan de primera mano la técnica de la escuela cubana de ballet, en el mismo centro del mayor exponente de esa metodología y estilo, el Ballet Nacional de Cuba», comenta Viengsay Valdés, a propósito del evento que estará recibiendo en los próximos días a más de una docena de artistas internacionales, representantes de varias compañías.

Bailarines de primera línea como Semyon Chudin (Ballet Bolshoi de Moscú), María Kochetkova (American Ballet Theatre y Ballet de San Francisco), el brasileño Gustavo Carvalho, los españoles Joaquín de Luz y Sara Calero, así como la argentina Ana Sophia Scheller, se unirán a los cubanos para conformar una mirada diversa y actual de la danza que Viengsay ha definido como fundamental para la formación de los intérpretes nacionales, y así lo ha manifestado desde que ostenta la dirección del Ballet Nacional Cuba.

«En las últimas temporadas me he propuesto que la compañía enriquezca su repertorio con parte de lo mejor de la danza de nuestra época, sin perder la esencia de lo que somos y representamos. Así, por ejemplo, incorporamos Concerto DSCH, de Alexei Ratmansky, uno de los más importantes creadores en la actualidad; Séptima sinfonía, del alemán Uwe Scholz; o de talentos más jóvenes como Gemma Bond», asegura la primera bailarina cubana, convencida de que darle oportunidad a los más jóvenes es fundamental en este proceso de evolución, muchos de los cuales hemos visto brillar en estas primeras jornadas de festival.

Pero aún restan tres semanas para ver el desempeño de estos y otros bailarines en la escena habanera y, posteriormente en escenarios de Matanzas y Cienfuegos. Sobre el programa de presentaciones, Viengsay Valdés es categórica. «Puedo asegurarle que este será un festival especial y que el público tendrá mucha danza durante varias semanas. Veremos a Giselle con diferentes protagonistas nacionales e internacionales, la compañía
nacional de España nos traerá su versión de Carmen, tendremos la confluencia maravillosa de varias compañías cubanas sobre la escena estrenando piezas para el público cubano y mucho más.

«Me gustaría resaltar el regreso de bailarines cubanos que han triunfado en otras compañías extranjeras y que regresan a su país a mostrar todo su talento y aprendizaje. Estará con nosotros Catherine Zuaznábar presentando Sacre, de Sandra Ramy, y Yolanda Correa será una de las protagonistas de esta temporada de Giselle, asegura la presidenta de la edición 27 del Festival de Ballet de La Habana, quien aún se guarda sorpresas bajo la manga.

—La temporada de Giselle será uno de los platos fuertes de esta edición, donde se ha anunciado que veremos a varias figuras nacionales e internacionales interpretar este rol tan icónico de la danza clásica, ¿Volveremos a ver a Viengsay Valdés sobre el escenario en esta oportunidad?

—Así es. Constituiría, entonces, mi reaparición escénica después de más de dos años alejada de las tablas, por un motivo muy hermoso y que me ha dado mucha felicidad: mi bebé. Mis actuales responsabilidades como directora general del BNC ocupan gran parte de mi tiempo profesional, pero llevo varias semanas entrenando muy duro para volver a bailar.

«Giselle es uno de mis ballets preferidos y siempre lo he visto con mucho respeto por lo que representa Alicia Alonso en la historia de ese ballet en particular, algo bien conocido en nuestra danza nacional e iberoamericana. Además, ya se cumplen 25 años de mi debut en ese personaje, así que para mí sería muy emotivo volver a interpretar este año a esa joven aldeana que se convierte en Willi».

—Eventos como estos permiten confrontar a las compañías cubanas con sus pares extranjeros. En su condición de directora de la compañía insignia de la danza clásica cubana, ¿cómo valora el estado actual de la danza cubana?

—Es nuestro deber buscar la excelencia y el perfeccionismo, y en ese quehacer hay que reafirmar lo que somos, trabajar a fondo con las bases de nuestra metodología y aprender de la evolución de la danza. Estamos encaminados y esta cita danzaria es muestra de ello.

«Alicia Alonso decía en muy certeras palabras: “La danza nació con el ritmo y el ritmo con los primeros latidos del corazón”. Entonces, la danza es vida, y mientras exista la vida, habrá danza. Disfrutemos entonces de estos días de festival».

 

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