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Bayameses

Nunca había visto izar la bandera de Carlos Manuel de Céspedes, nunca la había visto flotar contra el sol en el cielo de Bayamo

Autor:

Reinaldo Cedeño Pineda

Nunca había visto izar la bandera de Carlos Manuel de Céspedes, nunca la había visto flotar contra el sol en el cielo de Bayamo. A cada paso un patricio: Perucho Figueredo, Manuel Muñoz Cedeño, Francisco Vicente Aguilera… La historia rediviva. La vivienda de este último, el hombre más rico de Oriente, que lo sacrificó todo por la independencia, es hoy la Biblioteca Provincial 1868. 

En el Museo Casa Natal de Carlos Manuel de Céspedes se conservan jirones de una de las enseñas cespedianas. La célebre Anita Mola, con cinco décadas de servicio en el lugar, me cuenta de las apariciones delante del retrato del Padre de la Patria. Martí escribió de aquel cubano de La Demajagua: «no fue más grande cuando  proclamó su patria libre, sino cuando reunió a sus siervos y los llamó a sus brazos como hermanos».

Nunca había cantado el Himno Nacional justo en la Plaza del Himno, al lado de la Iglesia Mayor, un 20 de octubre. Hay un galope dentro. Nunca había dado la vuelta a estas calles  en coche y resultaba ya imperdonable. Céspedes al conquistar la ciudad, renombró la otrora Plaza de Isabel II como Plaza de la Revolución. Y así quedó.

Bayamo es la ciudad de las primeras veces.

Pero si Bayamo es, lo es por su gente, las de ahora mismo. Ellos saben que la memoria se preserva apegándose a la vitalidad, no a las cenizas. Los viejos amigos salen al abrazo. A sus setenta y en pura celebración, un creador visual de larga data, de nombre tan castizo como Juan Ramírez Martínez, presidente de la Uneac en territorio granmense, expone Back’nforewards II. La galería Dos Columnas acoge en apretada antología su eros desacralizador, la luz libre, el paisaje urbano, la marca de artista.

Muy cerca, entramos a la sala teatro José Joaquín Palma, joya arquitectónica de un apasionado del ladrillo, Walter Betancourt. El grupo guantanamero Komotú regala una de las mejores propuestas humorísticas de los últimos años en Cuba, con Adorable mentira. Un texto redondo, hilarante, profundo. Brillan las actuaciones de Alexis Ayala, Miguel Moreno y Yasnay Ricardo, como los personajes Hermosura, Intriga e Hipocresía, todos en el funeral donde van a despedir… a la mentira. Habría que enterrarla de una buena vez.

Acaba el boulevard bayamés, un poco más, y llegamos a la Casa Verde del Teatro, al bar café Perro Huevero. Bienvenida  a viva voz, con Chelo (Mileydi Jiménez) y Chana (Marilis Aguilar). Me sacan, me animo, incluso formo parte de la boda singular de la obra Cinderella Man o Ceniciento. Esta vez el zapato perdido es masculino. El grupo de teatro callejero Andante, que dirige Juan González Fiffe, es alma de la cultura bayamesa.

Nuestro guía, el caballero Edgardo Hinginio, director de las publicaciones La Campana, Ventana Sur y Papalote, no ha dormido en estos días. Días intensos. Nos lleva a la descarga de poesía y de música en el Café Ventanas. La poeta Ericka Castellanos derrocha todo su filing en el íntimo escenario. El trovador Ramón Galardy y el escritor Erwin Caro Infante, la secundan. Yo me permito rememorar mis encuentros con Carilda, con la viuda de Miguel Matamoros. Estreno un verso y un trago, claro, sino todo se traba.

Estoy en la Fiesta de la Cubanía, en su vigésima novena edición. El evento teórico se denomina Crisol de la Nacionalidad Cubana. Esa fundición perpetua es la luz de esta nación. A pensamiento es la batalla y aquí voces autorizadas de la historia, los estudios culturales, la identidad cubana y latinoamericana, presentan sus investigaciones.

Traigo la filosofía del guanabacoense-banense-santiaguero Joel James Figarola (1942-2006) al coloquio de pensamiento descolonizador. Aquel que remarcó el sentido de «futuridad palmaria» de José Martí, aquel que exigía que «el ascenso social se ajuste a los méritos sociales y no a la docilidad o al oportunismo o al halago», que nos advirtió el peligro para nuestro ser del «funesto pragmatismo que justifica los métodos de obtención de dinero a toda costa».

En la Casa de la Prensa, lugar donde nació Amado Oscar de Céspedes y del Castillo, hijo de Carlos Manuel de Céspedes, presento mis libros Ser periodista, ser Quijote (Ediciones La Luz, 2019) y ¡Apunten…! (Roque Libros, 2023). Daniel García Zayas, Osviel Castro Medel y Liuba Mustelier Ramírez son los culpables. Los colegas me envuelven con su energía. Sus ojos son mis ojos, sus ansias son las mías.

Echo un pie, me atrevo. Cabaret Bayam. Es el mejor cierre, con la orquesta Original de Manzanillo, a la orden del infinito Pachi Naranjo. Sesenta años de fidelidad y de música. Hay tantas cosas que se quedan, que me laten aquí. Al regresar, me detengo en las palmas frente al cartel que anuncia la ciudad, en su verde intenso. En el aire flota la patria.

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