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¡El rock no ha muerto!

La celebración del tradicional Festival Atenas Rock que organiza cada año la Asociación Hermanos Saíz en Matanzas demostró que son muchos quienes reconocen este género, lo defienden y apuestan por él. Sin embargo, a sus cultores les siguen faltando espacios donde presentarse

Autor:

Hugo García

MATANZAS.— Se distinguen por sus ropas preferiblemente oscuras, botas altas con hebillas, tatuajes, pulsos, piercing… Andan en grupos pequeños, entre amigos y familiares, como es el caso de Eduardo Cortés Santana, quien se ha aferrado toda su vida a este género nacido en Estados Unidos en la década de 1950.

«El rock nació conmigo y se morirá con toda mi generación, porque también lo aman mi hermano, mi cuñado, mi nuera y mi nieta», nos dice orgulloso este hombre de baja estatura que llama la atención por sus atuendos y acaba de participar en el Festival Atenas Rock, de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), celebrado aquí la semana última.

Conocido como el «Friki de Matanzas» y ya con 64 años de edad, recalca que disfrutará y amará el rock hasta que se muera. «Siempre me visto así, es como una tradición andar con mi vestuario, con collares, pulsos, aretes… De este género me gusta todo, aunque si me pides escoger, es el fuerte el que más disfruto.

«Me alegra ver a tantos adolescentes y jóvenes disfrutando de este género. Eso es bueno, porque el rock no se puede caer», subraya Cortés Santana, matancero que actualmente reside en la provincia de Villa Clara y que cada año regresa a este festival.

Igual sentimiento comparte Kevin Mora Acosta, quien con solo 18 años de edad es guitarrista en la banda Kubensi. Según cuenta, seis años atrás, de manera autodidacta, tocaba la guitarra clásica y poco después entró en la escuela de arte. «Estuve en una banda en Matanzas y después me uno a Kubensi, cuya música es algo único, nuevo, una fusión porque no somos una banda de metal y tenemos temas de chachachá, con rock y punk. 

«Empecé con la guitarra eléctrica a los 15 años y la estudié. He visto en Matanzas y La Habana a muchos jovencitos amantes del rock, y eso me hace feliz. El desafío es grande: en nuestro país están ocurriendo muchas cosas y llevar una banda es un poco complicado para todos, porque no se puede hacer dondequiera. Por otra parte, hacer rock lleva mucho dinero y sacrificio.

«Por suerte, los cinco integrantes estamos puestos para la banda. Contamos con amplificadores y ensayamos en la casa de uno de nosotros, aunque para los conciertos que ofrecemos en La Habana tenemos que alquilar un audio y también transporte. Hacer esta música es muy costoso. Casi siempre no tenemos nada a cambio, solo el amor por levantar esta música como décadas atrás», pondera.

Público fiel 

Historias como estas llegaron hasta el Festival Atenas Rock, celebrado del 26 al 28 de junio último. Según Yadiel Durán Bencosme, presidente de la AHS en Matanzas, es muy grande la responsabilidad con su organización, no solo porque es uno de los eventos más importantes a nivel nacional, sino porque el público así lo demanda.

«Durante muchos años este festival ha logrado mantener un público fiel, y creo que para las direcciones de la AHS en cualquier etapa este será uno de los logros a mantener y respetar», comenta a este diario el también bailarín, actor y coreógrafo.

La idea de matizar los festivales es tendencia a nivel internacional en el mundo del entretenimiento: desde la comodidad del hogar se puede acceder a un concierto o un espectáculo determinado de modo muy fácil, a través de las nuevas tecnologías, las redes sociales y las plataformas streaming.

«Por lo tanto —precisa Durán Bencosme—, se buscan muchas estrategias para sacar a las personas de sus casas y que tengan el vínculo directo con los artistas, para no perder esa esencia de los espacios presenciales, que se vieron tan afectados desde la pandemia. A partir de ese concepto, entonces nos unimos a esa idea que a nivel internacional se maneja a la hora de hacer este tipo de eventos.

«Buscar temas y nuevas experiencias a los espectadores es algo en lo que nos hemos enfrascado. Así abordamos la temática pirata unida a la historia de la localidad de Matanzas, y este año fueron los zombis. A muchos les sorprendió la idea del equipo creativo organizador, pero la esencia fueron los videojuegos como el muy famoso Plants vs. Zombies. Ahora el público roquero es muy joven y estos juegos tienen muchos seguidores», afirma.

Por su parte, Boris Luis Alonso Pérez, vicepresidente de la AHS, revela que seleccionaron también la temática de los zombis, con el tema de que el rock no ha muerto, por la cuestión de que han tenido mucha emigración de bandas hacia La Habana y fuera del país. «Antes hubo muchas bandas y ahora hay pocas, sobre todo por la falta de baterías, instrumentos que hasta se alquilan para los conciertos.

«Es como una especie de homenaje a esa resistencia de las bandas, como los zombis que mueren y resucitan, así siguen tocando, dando conciertos y trabajando. Es un tipo de música que es muy difícil comercializarla, tenemos pocos espacios y casi todos en Varadero; en la ciudad de Matanzas no hay lugares donde las bandas puedan ganar ingresos tocando», señala.

Según cuenta el tatuador Elier Navas Conlledo, el diseño estilo zombi es «un poco complicado por el tiempo, pero me decidí por los colores blanco y negro; es bueno porque interactuamos entre muchos tatuadores del país y nos conocemos; es bonito el ambiente del festival para que todo salga bien».

Apuesta por el rock

El Presidente de la AHS en Matanzas es un convencido de que el rock tenga que entrar en competencia con otros géneros musicales. Simplemente está, existe y son muchos quienes lo reconocen, lo defienden y apuestan por que se mantenga en los pocos espacios que hoy se habilitan para tocarlo.

«Como comité organizador cada año volvemos a la batalla, no solo por los músicos y el público, sino por la política que existe en la provincia con el festival, la Dirección Provincial de Cultura, el Gobierno, el Partido, de todas las instituciones que se unen para que el evento exista, y eso nos facilita el trabajo y nos hace el camino más ameno.

«Aunque son solo 72 horas de festival, lleva una preparación de muchos meses, muchas coordinaciones para la logística, el presupuesto, equipamiento técnico, lugares de hospedaje, y en medio de la situación del país con el tema energético, buscar las soluciones para mantener el festival y tener en tiempo los generadores eléctricos», detalla.

Por su parte, Alonso Pérez explica que, desde el año pasado, para seguir sumando manifestaciones, crearon una convocatoria abierta de literatura, para que los interesados de todas las edades del país presenten historias no solo vinculadas con el rock, sino con la dinámica friki y la vida urbana de los roqueros en las ciudades.

«Hemos roto ese estigma de que los roqueros son marginales, ya que antes el festival era en la playa Bueyvaca o en los campismos, siempre alejados de la ciudad, como una especie de friki urbana en casas de campaña, pero ya se puede disfrutar del rock en perfectas condiciones en el centro de la ciudad y eso la AHS se lo ha ganado. Hemos logrado que se acerquen muchas personas que no son precisamente roqueros.

«Este festival es un acto de resistencia, descomunal, lleva una inversión y producción fuerte, y realmente mantenerlo es un gran esfuerzo, pero es posible gracias a la interrelación de la AHS con el resto de las instituciones y las principales autoridades de la provincia. La asistencia del público, de personas que han venido de todo el país y de otras naciones, es el gran reconocimiento», concluye.

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