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Estímulos

Hay ejemplos recientes que demuestran cuánto aumentó el rendimiento de un atleta o un equipo que se sintió apoyado por las instituciones de sus respectivas provincias, las que, en medio de las carencias, satisfacieron algunas de las necesidades elementales que tanto les preocupaban a la hora de salir al terreno o la cancha

Autor:

Norland Rosendo

En tiempos ásperos, la creatividad y el esfuerzo valen doble. Todo sacrificio merece un premio, y si hay resultados, que a veces trascienden lo deportivo y dejan una huella imperecedera en un territorio, los protagonistas se verían más comprometidos para futuras competencias.

Me han llegado por diversas vías quejas de atletas de varias provincias insatisfechos por las atenciones recibidas tras una vida entera dedicada al deporte, aportando medallas, contribuyendo al espectáculo, sirviendo de referentes a las nuevas generaciones. A veces, ni una palmada, ni una pregunta por la familia…

Otros se comparan con territorios vecinos y la diferencia es abismal, tanto en lo material como en las dosis de alimento espiritual. Corren tiempos de economía apretada, pero eso no debe justificar la dejadez ni la falta de iniciativas de las autoridades locales para atender a sus atletas, quizá no con todo lo que merecen, pero sí con cosas posibles y que se agradezcan.

Hay ejemplos recientes que demuestran cuánto aumentó el rendimiento de un atleta o un equipo que se sintió apoyado por las instituciones de sus respectivas provincias, las que, en medio de las carencias, satisfacieron algunas de las necesidades elementales que tanto les preocupaban a la hora de salir al terreno o la cancha.

Y a la inversa también, lamentablemente, hay experiencias. Jugadores que optaron o pensaron mudarse para un lugar que le ofrecía ciertas mejoras, o que no tuvieron en las siguientes temporadas la misma entrega, porque les dolió que algunas promesas no fueran cumplidas.

No hablo de entregas masivas de viviendas, autos u otros recursos costosos, que el país asigna de acuerdo con sus posibilidades; pero pensemos en alternativas, seamos originales y además, estudiemos qué hacen los que sí están en la avanzada en la atención a los atletas.

El factor motivacional es importante y los deportistas de alto rendimiento se pasan mucho tiempo entre los entrenamientos y las competencias alejados de sus familiares. Los peloteros no son los únicos, pero, por ser nuestro deporte nacional, merecen una atención diferenciada, en tiempos en que el profesionalismo ofrece ventajas brutalmente superiores.

Es necesario estimular el amor por el terruño, por la afición que acude a las instalaciones, que haya sentido de pertenencia, de identidad, de compromiso, y eso no se logra —para que no haya visiones reduccionistas— solo con la entrega de objetos materiales o viajes turísticos, pero una estrategia integral de premios y reconocimientos siempre tiene un efecto positivo.

No todo el mundo puede pararse en el home y dar un batazo kilométrico o un hit oportuno, o propinar un ponche cuando el rival amenaza con empatarle el juego. Qué decir de quienes les dedican 20 años a lo mismo: entrenar, jugar y entretener al público,  soportando, incluso, que lo abucheen cuando no está al tope de sus posibilidades.

Merecen muchísimo, y a veces piden tan poco. Meditemos para que la ganancia sea de todos.

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