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Sí puedo clasificar a los Juegos Olímpicos

Al campeonato mundial juvenil de atletismo, efectuado en julio pasado en Colombia, Alejandro Parada llegó con 18 años recién celebrados y un manojo de anhelos por cumplir

Autores:

Enio Echezábal Acosta
Eduardo Grenier Rodríguez

Al campeonato mundial juvenil de atletismo, efectuado en julio pasado en Colombia, Alejandro Parada llegó con 18 años recién celebrados y un manojo de anhelos por cumplir. Allí, en el estadio Pascual Guerrero, de Cali, impuso sus condiciones físicas y también su ilusión por conseguir premios importantes para Cuba. Quien le escucha hablar hoy, apenas dos meses después, termina convencido de que estamos en presencia de un atleta con un futuro promisorio.

Y cierto es, por si a alguien le surge la duda, que ningún deportista triunfa con la fuerza de sus palabras, pero la capacidad de tener las ideas claras y combinar ambición con humildad, ha sido un problema que han debido enfrentar muchos en sus caminos hacia el éxito. O hacia el fracaso. En el caso de Parada, su referida plata universal parece solo el inicio de una trayectoria importante.

A Juventud Rebelde comentó, hace pocos días, que comenzó practicando lucha grecorromana en Palma Soriano, cuando su madre mostró preocupación con la defensa personal del vástago. Luego él mismo decidió cambiar a taekwondo y en una de esas tantas vueltas que da la vida le reconocieron mayores aptitudes para los ejercicios aerobios.

Entonces lo captaron para el atletismo y los buenos resultados a nivel pioneril le valieron su inserción en la EIDE provincial. A partir de entonces, su carrera fue creciendo y actualmente ostenta el reconocimiento de mejor exponente de los pasados Juegos Escolares en la categoría juvenil.

—¿Cómo asumes precisamente la noticia de tu selección como juvenil más destacado del país?

—Era una distinción que no esperaba obtener, pues ha sido un año de mucho entrenamiento y esfuerzo, pero hay una gran cantidad de atletas de calidad en el país. No obstante, es un premio al sacrificio y me siento contento por ser reconocido como tal y considero que representa también un impulso para seguir trabajando.

—¿Cuáles son tus retos a mediano y largo plazos?

—Siempre he sido una persona de grandes pensamientos, por tanto, sueño con asistir a unas olimpiadas y también, ¿por qué no?, con ser campeón mundial. Para eso trabajo y lo que puedo decir es que tengo mis objetivos muy claros y siempre la idea es representar dignamente a mi país.

—¿Que evalución haces de estos últimos meses?

—Siempre vivía lesionado, por el rápido crecimiento de los músculos, que se me debilitaban y me provocaban interrupciones. Eso me llevó a realizar preparaciones que no estaban a la altura. Y este último año no he sufrido tanto en ese sentido, por lo cual todo va marchando mejor.

—¿Cómo fue la competencia en el Pascual Guerrero, en la cual obtuviste la medalla de plata?

—Creo que tuvo una gran importancia ese resultado, por la forma mental con la que llegué al campeonato mundial, esos 8,06 metros de la clasificación elevaron mi autoestima y llegué a Colombia relajado, primero porque estaba en buena forma y segundo porque conocía mis posibilidades.

«La verdad, el nivel mundial es otra cosa, no tengo palabras para describirlo, porque no se vive igual por televisión que siendo protagonista. Por eso pienso que momentos como el de Cali resultan de suma importancia para la carrera deportiva de los atletas y en la mía personal me ha ayudado mucho».

—¿Cómo es una competencia de ese nivel por dentro?

—La relación entre los atletas es supercompetitiva, a veces uno se dirige a ellos cordialmente y eso está bien, pero en Cali yo actué de una manera más cerrada, tratando de desestabilizarlos sicológicamente también. No obstante, al finalizar la competencia conversamos más, con mucha armonía, son excelentes personas y me sentí bien en el intercambio.

—¿Qué aspectos consideras que puedes mejorar y qué posibilidades tienes de llegar a París 2024?

—Técnicamente en la final del Mundial no estuve bien, me mostré desesperado en la parte del vuelo, lo que provocó que tuviera una pérdida en el espacio y además me vi regado en la caída. Por eso, los saltos quedaron un poco por debajo. La clave es trabajar en la mente porque esos detalles se resuelven en el día a día, en el trabajo con los profesores, y con optimismo yo pienso que sí tengo posibilidades de asistir a los Juegos Olímpicos, lo puedo lograr y todo depende de mí mismo.

—¿Cuáles son tus paradigmas en el deporte?

—Tengo dos y son saltadores. Primeramente mi ídolo, que lo reconozco donde quiera, mi coterráneo Maykel Massó, de cuya experiencia me he nutrido muchísimo y me ha ofrecido sus conocimientos, ha sido excelente la comunicación entre nosotros. El otro es Juan Miguel Echevarría, espectacular en la parte técnica y con quien también he tenido cercanía.

 

 

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