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Ramón Martínez Martínez, uno de los mejores entrenadores cubanos de levantamiento de pesas

Un entrenador sobresaliente de Cuba contó parte de su hermosa historia, en la que no faltan sucesos que conmueven

Autor:

Osviel Castro Medel

BAYAMO, Granma. —Varias veces se le entrecortó la voz mientras hablábamos: cuando mencionó a Nélida, su querida madre, quien lamentablemente no pudo verlo graduado como Licenciado en Cultura Física; cuando habló de la voluntad de sus discípulos, algunos de ellos llegados a los entrenamientos con la autoestima baja; cuando se refirió al abrazo recibido después de una medalla heroica.

No fue difícil entender las emociones de Ramón Martínez Martínez, un ser humano nacido hace 54 años en Santiago de Cuba, crecido en Guantánamo y que desde hace rato perdió el nombre, pues todos lo llaman «Guaso».

Era judoca de los buenos, luego jugador de baloncesto; después fue técnico, árbitro y metodólogo de esa última disciplina; y terminó siendo uno de los mejores entrenadores cubanos de levantamiento de pesas para personas en situación de discapacidad, al punto de que desde 2011 es el principal preparador del equipo nacional.

Su padre, de igual nombre, le inculcó el amor al deporte y él pensó que podría ser un gran atleta. Llegó, incluso, a Juegos Escolares Nacionales, pero la meta proyectada en su mente era enseñar a otros.

Así, hace más de 30 años, pisó tierras bayamesas, para ingresar en la Escuela de Profesores de Educación Física y, de buenas a primeras, comenzaron a llamarlo con el mote que conserva hasta hoy, símbolo de la provincia guantanamera.

«Fue Bachata (se refiere a Rolando Santiesteban), un extraordinario profesor, quien me puso el apodo. A veces ni yo mismo me acuerdo de cómo me llamo. Pero a ese magnífico entrenador le debo también muchas enseñanzas», cuenta.

Entre esas lecciones hay una esencial: el maestro en el deporte debe convertirse en «hermano, padre y amigo» del alumno. «Tiene que sentir los problemas del discípulo como suyos».

Tal filosofía la puso en práctica desde su estreno como trabajador en Caney de Las Mercedes (Bartolomé Masó), donde permaneció dos años. También cuando alistaba a atletas de diferentes categorías del básquetbol en Granma, provincia en la que hizo vida; o cuando cumplió misión internacionalista en la República Bolivariana de Venezuela (2006-2008).

Por eso mismo, Guaso no ha dejado de protagonizar escenas conmovedoras: lleva pupilos a su casa a convivir con él temporalmente, celebra los fines de año junto a varios de ellos, los carga exaltado en las competencias, se esmera en cuidarlos cuando se enferman.

Los ojos se le tornan más verdes cuando menciona los resultados de sus alumnos en tres Juegos paralímpicos, cuatro Parapanamericanos, tres campeonatos mundiales, tres copas del mundo y dos torneos de Las Américas, eventos en los que han ganado en conjunto más de 40 medallas.

También habla con orgullo de los 11 torneos nacionales consecutivos que ha conquistado Granma —en los que él ha sido el preparador líder— y se refiere a la cantera de jóvenes de ambos sexos que ha ido logrando forjar junto a los entrenadores de base. Pero, como él dice, el mayor trofeo es sentir el cariño de sus muchachos, «que confíen plenamente en mí».

«Todos los profesores debemos esforzarnos para atender y entender a nuestros atletas; cuando se trata de personas en estado de discapacidad, el reto se multiplica. He tenido que aprender sobre las afecciones de cada uno para poder orientar los entrenamientos sin complicar su estado de salud. He tenido que saber de su mundo personal para poderlos ayudar en todo lo que pueda», explica este máster en Cultura Física, que prepara ya su tesis doctoral.

Él ha formado, junto a los atletas, una gran familia, que también integran el médico Jorge Calante Hernández y la sicóloga Madelín González Figueredo, quienes laboran en equipo desde hace nueve años. El fisioterapeuta Yoel González Martín se integró en 2022.

«Mi sueño es lograr una medalla en Juegos paralímpicos, estuvimos muy cerca en 2016 en Río de Janeiro, aunque no se pudo. El nivel de esta disciplina ha crecido mucho y eso nos lleva a aumentar nuestras exigencias», reconoce.

Padre de cuatro hijos, enamorado de la vida, el deporte, la broma y «otras cosas», Guaso es de los que ha ayudado a levantar la pasión por las pesas; por eso y más merece que realcemos su hermosa historia.

 

 

 

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