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La calma después del triplete en París

Luego de muchos intentos fallidos, el París Saint-Germain logró, por fin, alzar su tan ansiada orejona al cielo de Berlín, y afronta una nueva temporada partiendo otra vez de favorito a todo, pero ya sin el hambre de antaño

Autor:

Ruben Darío García Caballero

En 2011, un grupo de inversores cataríes tomaron por asalto el fútbol de Europa comprando a un hasta entonces poco conocido club francés, que había vivido ya sus días de gloria, para convertirlo en un gigante de Europa. Nasser Al-Khelaifi se volvió el abanderado de la invasión de los clubes-estado, y con más lentitud de la soñada construyó un proyecto que terminó por cumplir sus objetivos iniciales.

Más de 500 millones de dólares gastados en fichajes de galácticos de la talla de Zlatan Ibrahimovic, Edinson Cavani, Ángel Di María, Neymar, Kylian Mbappé o Lionel Messi no lograron convertir al club francés en rey de la Liga de Campeones de Europa. Una final en 2020, par de semifinales sufridas y una ristra de fracasos continentales provocaron un cambio de ruta hace poco más de un año, dejando a un lado las luminarias para centrarse en futbolistas obreros, cumplidores, con proyección a futuro, pero sin cartel de superestrellas.

La salida de su capitán, figura y niño mimado Mbappé rumbo al Real Madrid después de una novela con más capítulos que un culebrón brasileño cerró la etapa de un equipo de nombres más que de hombres, y con talentos emergentes y jugadores resolutivos el sueño de conquistar la orejona se volvió real. William Pacho, Nuno Mendes, Vitinha, Fabian Ruiz, Desire Doué, Khvicha Kvaratskhelia, Bradley Barcola y Ousmane Dembelé, dueños de una calidad enorme, pero sin el tirón mediático de sus predecesores, hicieron oídos sordos a los presagios de tormentas y llevaron el brillo de la Champions a la Ciudad de la Luz.

Una temporada casi perfecta que tuvo además un gran protagonista desde el banquillo. Porque gran parte del éxito parisino se le debe a Luis Enrique, encargado de crear un equipo de autor que creció como fogata a lo largo de la temporada, mostrando el mejor fútbol de 2025. «Lucho» se encargó de desviar los focos adversos, de restar presión a sus pupilos en pos de que se enfocaran en lo que ocurre en el terreno de juego. Sin él, nada de lo ocurrido en los últimos 12 meses hubiera sido posibles.

El PSG se encamina hacia una temporada de calma por el deber cumplido, pero también de demostrar que su nivel de juego no quedó en una campaña mágica. El soñado póker murió en Nueva York, cuando el Chelsea congeló sus aspiraciones a ganarlo todo, pero ese accidente no empaña una temporada ideal. Para la tropa parisina el principal reto será mantener viva el hambre de éxitos después de ganarlo todo, con un equipo muy joven pero que ya conoce las mieles del éxito.

Un mercado de fichajes fantasma y una pretemporada extremadamente corta sirven de puente entre la temporada de oro y la que está por venir. Desde París, con amor, se sienten vientos de campeones.

 

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