Delegaciones internacionales marchan unidos por las calles de Windhoek, Namibia, en demanda del fin del bloqueo contra la isla caribeña y en solidaridad con la resistencia palestina. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 24/05/2025 | 04:05 pm
WINDHOEK, República de Namibia.— Si hay una imagen que quedará grabada entre los habitantes de esta ciudad —y quizás del mundo—, es la de las banderas de Cuba y Palestina marchando juntas por sus calles, todo un símbolo de resistencia tejido con los hilos de la solidaridad y la memoria histórica, símbolo de denuncia de un genocidio y de defensa a un pueblo que merece disfrutar en paz su tierra.
Y es que para la Mayor de las Antillas la causa de esta hermana nación no ha sido la batalla de un año, es la postura inamovible de la Revolución, impulsada por su Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, porque como él dijo «los heroicos palestinos constituyen un ejemplo impresionante de abnegación y patriotismo, y son el símbolo vivo del crimen más grande de nuestra época».
Durante los casi dos kilómetros que recorrió el desfile protagonizado por los participantes en la 21ra. Asamblea General de la Federación Mundial de Juventudes Democráticas (FMJD) en solidaridad con las causas justas y en contra del imperialismo, la imagen por esa Palestina de sueños, por esa Palestina de la dignidad y el decoro, por la sangre generosa de sus hijos, emocionó y dejó una marca.
También era estremecedor el cartel que amigos del llamado continente cuna de la humanidad levantaron durante todo el recorrido en respaldo con nuestro país y en el que podía leerse: «Cuba no patrocina el terrorismo. Let Cuba luce end the blockade now» o el que para los hijos de Bolívar y Chávez decía: «Defiende la democracia y la soberanía: manos fuera de Venezuela», recordando que las batallas contra el imperialismo son muchas, pero compartidas.
Otros símbolos, además, abrazó el desfile como su culminación en la calle Fidel Castro Ruz, aquí en el centro de Windhoek, y que como aseguran nuestros amigos, no es una calle cualquiera, porque en su recorrido atraviesa la Avenida Independencia, arteria principal de la urbe capitalina. El nombre del líder de la Revolución Cubana, cuyo apoyo a las causas descolonizadoras marcó a África se entrelazaba ahora con el clamor por la libertad palestina.
Entonces, allí, se escucharon a los representantes de Cuba, la joven delegación que estuvo acompañada por colaboradores de las difrentes misiones nuestras que aquí prestan servicio encabezados por Sergio Vigoa de la Uz; también a los respresentantes de Venezuela y Palestina, quienes hablaron en nombre de los que luchan, de los que sueñan, de los que sabemos que la verdadera liberación solo llegará con la derrota del capitalismo y el imperialismo, en nombre de quienes sabemos que el imperialismo intenta disfrazarse siempre, pero nuestra solidaridad es inquebrantable.
Por eso, Meyvis Estévez Echevarría, primera secretaria del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), quien encabeza la delegación antillana a esta cita, aseguró que como hicieron nuestros compatriotas en estas tierras, el compromiso es seguir forjando Patria «en defensa de las causas justas y como permanentes veedores de nuestra soberanía conquistada a sangre y fuego».
Añadió que «nuestra hermandad ha sido tallada por la sangre que derramaron nuestros gloriosos hombres y mujeres que se enfrentaron y vencieron al colonialismo, como un mismo pueblo, y lograron la independencia, la justicia y la autodeterminación, principios que tenemos que seguir defendiendo para pueblos tan heroicos como el de Palestina».
Fueron esos sentimientos los que compartió, también, las nuevas generaciones, «herederas del Libertador Simón Bolívar y del Comandante Hugo Chávez». Ariana Llanos, militante de la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela, llamó a la unidad de los pueblos, a la acción internacionalista, a no caer en divisiones ni discursos pesimistas, porque «juntos somos más, juntos somos invencibles».
Para Cuba, «faro de dignidad» y quien «lleva más de 60 años resistiendo el bloqueo más largo e injusto de la historia», que «defiende como nosotros su soberanía frente a las inhumanas y criminales medidas coercitivas unilaterales impuestas por el Gobierno de Estados Unidos, dijo: «Ustedes no están solos. Su ejemplo nos inspira, su resistencia nos fortalece, y su victoria es siempre la nuestra».
Y desde esa Palestina sufrida habló
Contundentes fueron las palabras de Sergio José Ruiz Mazuelas, presidente de la FMJD, al final de la concentración, cuando dijo que «de la lucha y el fuego de generaciones pasadas, nos levantamos, como la fuerza juvenil inquebrantable e imparable que demanda un nuevo mundo. Nos reunimos para esta marcha de solidaridad no en silencio, sino en el espíritu resonante de la juventud que se niega a ser quebrantada por el imperialismo, la desigualdad, la guerra y la pobreza».
Y dijo más: «Somos la voz de una generación que se niega a ser silenciada. El tiempo de los gestos simbólicos ha terminado. Este es nuestro momento para encender el cambio, para sacudir los cimientos de la opresión y para construir un futuro que honre la dignidad, los sueños y las demandas de nuestro pueblo. ¡No estamos esperando por la historia; la estamos haciendo!».
Cerraba así una contundente marcha que demostró en Windhoek que la lucha palestina y otras causas justas del mundo no es ajena a Cuba, ni a Namibia, ni a ningún rincón donde la dignidad se niegue a morir. Y aunque los titulares pasen, quedará la imagen imborrable de esas dos banderas —la cubana con su estrella solitaria, la palestina con su triángulo rojo— meciéndose juntas, como promesa que ningún pueblo está solo.