La agresión de Israel a Irán ha recibido duras críticas a nivel mundial. Autor: Tomado de Internet Publicado: 21/06/2025 | 01:26 pm
Una semana después de que Israel lanzara su brutal agresión armada contra Irán, con el falso pretexto de que intentaba fabricar una bomba atómica, Benjamín Netanyahu ha quedado desnudo en el escenario, como un peligroso terrorista, dispuesto a mentir y matar para salvar el pellejo.
Y no le va nada bien. Las pocas voces entusiastas que salieron a hacerle el juego a primera hora se apagaron enseguida o bajaron su intensidad, entre ellas las de Alemania, Gran Bretaña, Francia, y hasta de Estados Unidos, su principal aliado.
En principio, el presidente Donald Trump se quitó la máscara y llegó a exigir la rendición incondicional de Irán y hasta amenazó de muerte al líder de la Revolución Islámica Ali Jamenei, pero unas horas después, la repulsa mundial y los duros golpes infligidos a instalaciones militares estratégicas, científicas y económicas en el interior del territorio Israelí, lo hicieron salir del peligroso juego y tomarse un tiempo.
Netanyahu se jugó la carta de una operación relámpago, con bombardeos aéreos a conocidas instalaciones nucleares iraníes con fines pacíficos, asesinatos de científicos y algunos altos jefes militares.
En sus cálculos, se dijo «ahora sí», Trump tendría que dar la cara y terminar el trabajo con sus bombas de alto poder para ataques de gran profundidad al Centro de Fordow, el principal y mayor reactor de Irán.
La disyuntiva destapó y puso al rojo vivo un profundo debate en el núcleo duro de la Administración Trump-Vance entre partidarios y opositores de jugarse la carta de un conflicto nuclear para recobrar la erosionada supremacía militar y hegemonía económica.
Tras unas horas de debates y reflexión con sus allegados, bajo una fuerte presión de la fracción ultra del lobby sionista (tal vez los más fanáticos o los que más dinero reciben) Trump se aconsejó y dictó una declaración, para que no hubiera dudas.
«Con base en la alta probabilidad de que se celebren negociaciones con Irán en un futuro próximo, decidiré si iré o no en las próximas dos semanas».
La falsedad de los argumentos utilizados por Netanyahu, para lanzar el sorpresivo e injustificado ataque contra Irán del pasado 13 de junio quedó muy clara con una tardía, pero imprescindible, declaración a CNN del director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), Rafael Grossi: «Nosotros no hemos tenido ninguna prueba de un esfuerzo sistemático [por parte de Irán] para avanzar hacia [la fabricación] de armas nucleares».
La ofensiva israelí como una acción «preventiva» frente a una supuesta amenaza iraní provocó el colapso definitivo de cualquier posibilidad de acuerdo nuclear y la apertura de un conflicto bélico de peligrosas consecuencias para la región de Oriente Medio y el resto del mundo, también por sus implicaciones económicas. Basta decir que si se cierran las rutas marinas claves del comercio energético, como el estrecho de Ormuz, en el Golfo Pérsico, o Bab el Mandeb, en el mar Rojo, donde operan las milicias yemenitas aliadas de Irán del movimiento Ansarolá, las repercusiones llegarán con rapidez a Occidente.
Sorpresiva y eficaz respuesta iraní
A diez días de la agresión de Israel contra Irán, las respuestas de la Guardia Revolucionaria combinan misiles y drones que han impactado en objetivos militares en Haifa y Tel Aviv, el complejo de los ministerios gubernamentales en Jerusalén, en empresas que apoyaban las operaciones militares y las bases de Nevatim y Hatzerim, y en la base de inteligencia militar y cibernética en la sureña Beersheba.
La eficacia del armamento iraní sorprendió a los israelíes, al violar sistemas de defensa aérea considerados insuperables.
El ejército iraní está preparado para años de conflicto, señaló la agencia noticiosa Fars. El Ministerio de Defensa dijo que todas las instalaciones militares siguen operativas a pesar de los continuos ataques israelíes y que las fuerzas armadas están equipadas para un combate prolongado.
Un canal israelí informó que el jueves tuvo lugar una video reunión entre funcionarios estadounidenses e israelíes, incluido el primer ministro Netanyahu, el ministro de Defensa, Israel Katz, el vicepresidente estadounidense JD Vance y el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth.
En declaraciones a la cadena Al Jazeera, Ebrahim Azizi, jefe del comité de seguridad nacional del parlamento iraní, afirmó que la intervención de Estados Unidos en el conflicto resultaría en una «sorpresa estratégica» y aceleraría la expulsión militar y de seguridad de Estados Unidos de la región.
Irán ha sufrido graves daños, pero contrariamente a lo esperado por los adversarios de la Revolución Islámica, dentro y fuera del país que también aspiran a «un cambio de régimen», la agresión sionista ha provocado un reforzamiento del patriotismo y la unidad nacional, que se refleja en las masivas manifestaciones registradas en ciudades iraníes, en las que condenan los ataques israelíes.
Por otra parte, el gobierno de la República Islámica ha recibido muestras de simpatía y respaldo de numerosos países.
La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, Maria Zakharova, alertó que los ataques de Israel cerca de instalaciones nucleares iraníes aumentan el riesgo de un desastre nuclear y el Kremlin advirtió que es «inaceptable» no solo los intentos de cambiar el régimen, incluso mencionar el asesinato del líder supremo Ali Jamenei.
¿Una puerta para las negociaciones?
En vísperas de un encuentro en Suiza, el viernes, con representantes de Alemania, Francia, Reino Unido y la Unión Europea, el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araghchi, declaró:
«Israel lanzó una agresión no provocada contra Irán en violación de todas las leyes internacionales» «Estamos decididos a defender nuestra soberanía». «Israel atacó nuestras instalaciones nucleares pacíficas a pesar de que estaban bajo supervisión internacional».
Tras el encuentro que pudiera abrir el camino para una salida negociada que, ante todo, asegure un alto al fuego y el respeto de la soberanía, independencia y autodeterminación del pueblo iraní, el canciller Araghchi aseguró que está dispuesto a realizar más reuniones con las potencias europeas, pero descartó dialogar con Estados Unidos, mientras Donald Trump siga apoyando las acciones de Israel en suelo iraní. En una respuesta primaria habitual, el mandatario estadounidense restó importancia a los intentos europeos por mediar en el conflicto.
También el viernes, sesionó el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra, y al tomar la palabra, el ministro de Exteriores iraní dejó claro el derecho legal que les asiste: «Irán se defiende de esta bárbara agresión. Tenemos el derecho, la tarea y la determinación de defender nuestra integridad territorial, soberanía nacional y seguridad con toda la fuerza. Este es nuestro derecho inherente, como también se reconoce claramente en el Artículo 51 de la Carta», dijo Araghchi ante delegaciones de decenas de países.
Por ahora, prosigue el intercambio bélico, pero por primera vez, desde la implantación violenta del autoproclamado «Estado hebreo» mediante las matanzas de miles de residentes nativos y el desalojo violento de más de 700 000 palestinos, las imágenes de Tel Aviv y otras ciudades impactadas por los misiles y drones iraníes prueban que existe una nación Islámica capaz de desafiar su poder, basado en apoyo militar, político y diplomático de Occidente, al que se añade el capital financiero amasado por el sionismo.
Esa capacidad disuasoria de la República Islámica heredera de la grandeza persa revela un potencial, además, de una población de 90 millones de habitantes con una cultura milenaria sobre sus espaldas, que ya demostró en una larga y dura guerra de resistencia a una de las más despóticas dictaduras su amor a la libertad. Y por si fuera poco derrocar al régimen del Shah Reza Pahlevi, entronizado por Washington y Londres como el futuro gendarme en la región, poco tiempo después tuvieron que vencer una sangrienta guerra de ocho años frente a Irak, azuzada por Washington.
Ni Estados Unidos ni Israel pueden convencer a una población con ese pasado de que pueden traer un futuro mejor a su sociedad, anclada en tan fuertes tradiciones.