La falsa aspiración del régimen sionista de «purgar Gaza» ha sido revocada gracias a la capacidad de resiliencia del pueblo palestino durante dos años ininterrumpidos de prácticas genocidas. Autor: The Conversation Publicado: 16/10/2025 | 10:31 pm
COMO una jauría encerrada en el canil por el amo que los enseñó a matar y desguazar a sus víctimas, los líderes ultraortodoxos judíos, promotores del despojo y la colonización sionista, intentan romper «las rejas del acuerdo», inventan pretextos y lanzan amenazas.
Mientras, el ejército todavía dispara y mata por cualquier motivo. Son las muertes más dolorosas, las de última hora, cuando los cientos de miles de desplazados regresan a sus «casas» reducidas a escombros, con la esperanza de armar un refugio, un sitio donde dormir, comer lo poco que tienen, protegerse del invierno inminente, volver a vivir.
Benjamín Netantyahu también se retuerce de rabia, por los fracasos que sacan a la luz sus propios correligionarios.
«La guerra de Netanyahu en Gaza ha terminado, pero su guerra contra el poder judicial de Israel continúa», le echó en cara el jueves, en primera plana, el influyente diario Haaretz, que le recuerda sus tres procesos por corrupción.
En tanto, en una columna de opinión el analista Roy Schwartz afirma que «el único camino hacia la sanación es que Israel reconozca lo que le ha hecho a Gaza».
Nadie se engaña, ni siquiera Trump, que intervino por sus propios motivos y conveniencia, ante el baño de sangre que se tornó insostenible y la necesidad de aplacar la ira mundial, incluida la de sus multimillonarios socios políticos y comerciales árabes, en particular las ricas petromonarquías del Golfo.
En apenas tres días, el movimiento de Resistencia Palestino Hamás puso a punto el escenario para avanzar en un arreglo que permita a los más de dos millones de gazatíes emprender la reconstrucción de sus vidas.
Hamás reportó la devolución de todos los cautivos en su poder vivos y los cadáveres recuperables.
Sin embargo, Israel viola el alto el fuego al bloquear el cruce fronterizo de Rafah con Egipto —punto de entrada de los camiones con la ayuda humanitaria—, a pesar de que Estados Unidos confirmó que Hamás cumple con el acuerdo.
La guerra genocida se detuvo, pero la ocupación Israelí continúa. En cierto modo, todo lo que el Gobierno de Netanyahu quiere es el retorno a una «normalidad» de conveniencia en los territorios ocupados —no solo Gaza, sino también Jerusalén y Cisjordania, donde prosiguen los abusos y detenciones.
Hasta el miércoles, Hamás había entregado nueve cadáveres israelíes, mientras que Israel había devuelto 90 cadáveres palestinos a Gaza.
Otros 19 cadáveres israelíes permanecen en los escombros de Gaza e Israel continúa reteniendo los cuerpos de cientos de palestinos, con estimaciones que oscilan entre 700 y más de 4 000. Algunos de los restos datan de 1967 o antes.
Durante su invasión terrestre de Rafah, Israel destruyó el cruce y lo selló, impidiendo la evacuación de decenas de miles de personas gravemente heridas y deteniendo el ingreso de suministros humanitarios y comerciales.
El ejército israelí confirmó el jueves que el cruce se abrirá en una etapa posterior, pero no especificó cuándo.
Un vocero de Estados Unidos ha negado las acusaciones contra Hamás de que estaba violando el alto el fuego con el retraso en la devolución de los cuerpos.
Agregó que existe el entendimiento de que la devolución de los cuerpos será un proceso largo y que «existen mecanismos» para ayudar a localizarlos y recuperarlos.
Türkiye ha ofrecido enviar a Gaza un equipo de 80 especialistas con experiencia en rescate tras terremotos para ayudar en la localización y recuperación de los cuerpos.
El levantamiento del ghetto de Gaza transformó de modo decisivo la visión existente en el mundo.
El alto el fuego de Trump está por demostrar que no es uno más entre los muchos violados por los colonizadores.
Este, ante todo, no es más que un intento desesperado por salvar a Israel del apartheid del mismo destino que corrió en Sudáfrica, aunque Trump no lo haya concebido de ese modo.
La limpieza étnica, propósito del régimen de ocupación, quedó al desnudo.
«Gaza soportó más de dos años de genocidio. Pero Israel perdió el mundo», escribió el analista Adnan Hmidan en Middle East Eye. «Israel ha perdido su posición moral, su
control narrativo y su sentido de propósito. Gaza ya ha prevalecido», añadió.
El propio autor señala que «a medida que el alto el fuego en Gaza entra en vigor después de dos años de devastación implacable, una verdad queda más clara que nunca: Israel no ganó y Gaza no se quebró.
«A pesar de toda la ruina y el dolor, la guerra de Israel no terminó en victoria, sino en exposición: la exposición de un Estado que fracasó militar, política, económica y moralmente».
En más de una ocasión, desde el comienzo de la guerra de agresión genocida señalé en estas páginas que la sorpresiva sublevación de Gaza, la burla de los servicios de inteligencia considerados infalibles, marcó una derrota estratégica.
Hasta en los medios oficiales de información israelíes hoy surgen opiniones disidentes contra la banda ultraderechista de los colonizadores sionistas, y sus planes de exterminio y limpieza étnica.
Desde el principio, los líderes israelíes prometieron «eliminar la resistencia», «purgar Gaza» y «restaurar la disuasión». Sin embargo, ninguno de estos objetivos se ha cumplido. La resistencia sigue en pie; sus líderes han sobrevivido; y sus redes siguen funcionando.
Mucho más contundente es la valoración del analista militar de la Autoridad de Radiodifusión de Israel, Yossi Hayoshua, quien admitió: «Creo que combatíamos a dos millones de combatientes de la Resistencia en Gaza, no a 40 000 como se afirma.
«En la Franja de Gaza, todo aquel que se mueve es un combatiente de la Resistencia y ha contribuido a lo que hemos logrado.
«La valentía de los civiles y su negativa a abandonar sus hogares a pesar del infierno que padecieron fue más poderosa que las balas y las emboscadas de la Resistencia.
«Más de 700 000 desplazados regresaron a Gaza en menos de 72 horas. ¿Saben por qué regresaron tan rápido? No crean su historia de añoranza de sus hogares; saben que fueron destruidos.
«Regresaron para proteger las espaldas de la Resistencia una vez más hasta que emergiera de los túneles y quizá se reuniera con sus familias, aunque solo fuera por unas horas. ¿Dónde estaban los 7 000 policías con sus armas? ¿Cómo se reunieron, tomaron posiciones y reanudaron sus operaciones en menos de 24 horas? ¿Por qué la gente de Gaza se somete sin vacilar a la policía de Hamás, a pesar de todo lo sucedido?.
En opinión de este analista militar israelí, «cualquiera que hable de victoria ahora (en Israel) debería avergonzarse».
Antes —añadió— de que se sepan muchas cosas más. Todo el escenario teatral montado por el presidente Donald Trump, con los recursos de Estados Unidos a su disposición, le permitió detener la guerra genocida de su cancerbero cuando quiso, atarlo y encerrarlo en su canil.
Sus invisibles rejas le permiten amenazar, alentar a la jauría que lo acompaña, pero es muy probable que en un plazo prudente el amo prescinda de sus servicios.
Su ausencia en el cónclave de El Cairo, donde el patrón de la Casa Blanca explicó el montaje de su performance teatral con el tema de la paz en Oriente Medio, al parecer solo le reserva un papel de espectador.