Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Trump y la estampa de la estupidez de la prepotencia

 La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, es la estampa de la prepotencia

 

Autor:

Luis Manuel Arce Isaac

   La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, es la estampa de la prepotencia. Sin aquilatar la barbaridad que expresaba, dijo en los micrófonos que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, «no está interesado en una guerra prolongada en Venezuela», y remarcó que al mandatario republicano sólo le importa «terminar con el tráfico de drogas» hacia su país.

     Lo dicho fue respuesta a una pregunta acerca de una posible invasión militar o ataques terrestres luego del apresamiento ilegal de un petrolero venezolano mar afuera y le decisión de apropiarse del crudo que transportaba, un acto calificado por el Derecho Marítimo de piratería el cual es penado.

     Sobre una posible invasión o probables ataques terrestres en Venezuela, alineados con los partidarios del presidente, la base MAGA (Hacer a Estados Unidos Grande de Nuevo), «¿existe el riesgo de una guerra prolongada y de que tropas estadunidenses se vean involucradas?», preguntó textualmente una periodista durante la conferencia de prensa en la Casa Blanca.

     La funcionaria respondió con el hígado, no con el cerebro. «Una guerra prolongada es definitivamente algo en lo que el presidente (Trump) no está interesado. Ha sido muy claro al respecto. Él quiere paz. También busca poner fin al tráfico ilegal de drogas hacia Estados Unidos, que cobra la vida de cientos de miles de estadunidenses en todo nuestro territorio. Piensa en eso todos los días aquí en la Casa Blanca. Con cada lancha de narcotráfico que es interceptada por esta administración, salvamos miles de vidas al disuadir y detener la entrada de esos estupefacientes al país».

     Veamos el asunto con tranquilidad, como el psiquiatra cuando analiza al paciente. La señora no negó en ningún momento que Estados Unidos ya esté dispuesto —más bien preparado— a librar una guerra caliente contra Venezuela, sin siquiera tener un motivo válido para declararla, pues el narcotráfico no tiene nada que ver con eso más allá de una estúpida justificación

    Pero el detalle que hay detrás de sus prepotentes palabras, o al menos lo que se deriva de ellas, es que piensan hacer talco al pueblo venezolano en tiempo récord, como en Irak, y la gente no va a reaccionar a una masacre ni a una ocupación, se dejarán quitar el petróleo, el oro, el diamante, las tierras raras, el agua, los accesos estratégicos al interior del continente, en cuestión de horas.

    No será necesaria una guerra prolongada porque eso no le conviene al señor presidente, él quiere un fast track, una vía rápida, una destrucción relámpago, una matanza de millones de personas en horas. No, por favor, nada de guerra prolongada. Además, el petróleo venezolano los libra del peligroso fracking y sus altos costos, y eso se puede lograr porque la valentía de los hijos de Simón Bolívar es cosa del pasado. Ya esa conciencia no existe en ese pedazo del continente.

     Otra estupidez que, en verdad, es insoportable y mide el tamaño de la masa encefálica de esa señora. Ella dijo, sin prueba alguna, por supuesto, que el buque venezolano asaltado antier será llevado a un puerto de Estados Unidos y los barriles de petróleo que contenía serán confiscados mediante «un proceso legal».

    Es decir, admite, de facto, que el apresamiento del buque es piratería, pero el decomiso de su preciosa carga va a ser legal, o sea, que el robo no será robo de tipo delincuencial, sino que se hará ajustado a los procesos jurídicos de la justicia carcomida de Estados Unidos que, al parecer, son únicos en el mundo y nada tienen que ver con cualquier jurisprudencia dentro o fuera de los marcos del debido proceso nacional o internacional.

    La vocera, en realidad, es muy inteligente y convincente. Se ve que es una gran estudiosa. Ya se cumplió parte del proceso legal al que se refiere, pues confirmó que los tripulantes fueron interrogados ayer, y no vio necesidad de precisar si se encuentran detenidos o serán puestos en libertad al término del proceso de incautación.

En verdad, lo importante es esto último, no el destino de esas personas.

     Otra confesión interesante que habla mucho de su capacidad intelectual. Al responder a la pregunta de si las operaciones de Washington en la región son sobre drogas o petróleo, Leavitt fue inteligentemente ambigua y en un lenguaje cantinflesco, pero con una línea central de inocultable hegemonismo, respondió que el gobierno estaba «enfocado en hacer muchas cosas en el hemisferio occidental».

     Y con ello intentó crear una matriz informativa en la cabeza de la gente que habita el sur americano para que no se llamen a engaño: las incautaciones «podrían continuar» pues las mercancías transportadas por el mar Caribe y ahora también el Pacífico, se utilizan para financiar el comercio ilegal de drogas. Es mejor confiscarlas y darles un uso productivo en EE. UU. No importa que no haya pruebas documentales. Lo dijo el King, y eso es más que suficiente.

     La amenaza de la señora de armas tomar es importante: «No vamos a quedarnos de brazos cruzados y ver cómo los buques sancionados navegan por los mares con petróleo del mercado negro, cuyos ingresos alimentarán el narcoterrorismo de regímenes rebeldes e ilegítimos en todo el mundo», aunque se le olvidó mencionar qué tribunal, qué autoridad, lo ha comprobado y determinado así.

     Su colega, la secretaria de Seguridad Interior, Kristi Noem, también muy capaz y brillante, vinculó la incautación del buque petrolero con los esfuerzos antidrogas de la administración Trump en América Latina y aseguró que el objetivo de la operación fue «golpear al régimen» del presidente venezolano, Nicolás Maduro. Esperemos que en algún momento explique esa vinculación.

     Pero lo más importante es que se trató de una operación exitosa «para garantizar que estamos contratacando a un régimen que sistemáticamente llena nuestro país de drogas mortales», aseveró Noem, sin ofrecer ninguna evidencia de las acusaciones porque, a fin de cuenta, a quién rayos le interesan pruebas, si ya se sabe cómo funciona el Derecho Internacional.

   Al margen de lo que dijeron ambas señoras y de lo contento que debe estar el señor que las puso en esos cargos porque ellas contribuyen a que la gente en Estados Unidos ya no se fije en las cosas feas del presidente que ameritan sacarlo de la Oficina Oval de la Casa Blanca, habrá que esperar si las cuotas de decencia en el universo, en particular en los propios Estados Unidos, son capaces de liberar de ratas a un barco que se hunde en las turbulentas aguas políticas que sacuden al mundo desde Washington.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.