El aniversario 49 de los CDR me incita a reflexionar sobre la importancia del trabajo de masas para asegurar la victoria y perdurabilidad de la Revolución socialista cubana y, por tanto, es un ejemplo que otros pueblos deben tomar muy en consideración.
Lo primero es que sin un trabajo de masas desde la base hasta la cúspide no es posible garantizar la estabilidad de la vida política y social revolucionaria y la victoria del ideal que se persigue; lo segundo, y esto lo comprendí mejor desde los tiempos de la Campaña de Alfabetización y de la extensión de la educación a toda la población a principios de la Revolución, es lo siguiente: el papel decisivo del trabajo de masas, desde la cúspide hasta la base, sobre el fundamento de articular familia, escuela y Estado, y es necesario hacerlo de manera sistemática y con la participación más amplia del pueblo. Lo tercero está en que para todo esto se hace indispensable el apoyo de la cultura jurídica y ética que en Cuba tuvo y tiene una importancia decisiva. Hoy debemos estudiarla para relacionarla con el principio de institucionalidad que viene postulando con insistencia el compañero Raúl.
Estas son algunas experiencias que tengo, derivadas del papel de los CDR desde su fundación por Fidel hace ahora 49 años. Mi mayor interés en el tiempo que me queda de vida es hacer llegar a ustedes, y en especial a las nuevas generaciones, estas enseñanzas extraídas de la Revolución de Fidel y de Martí.
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