Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Que no nos «sal-pique» el culebrón

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

Vuelve el desamor a marcar tendencia en la industria cultural. Otra vez se hace éxito en la música. Es una fuente formidable para arrastrar multitudes. Ahora el leitmotiv son Shakira y Piqué y, prácticamente, el resto del mundo se pone a sus pies por una narrativa manida y predecible.

Solo los inocentes se asombraron con que Sessions #53, de Gonzalo Julián Conde, compositor y productor argentino conocido como Bizarrap, junto a la exitosa colombiana, haya levantado un ruido mediático estratosférico. Primero, porque desde la primogénita declaración del nacimiento de la pareja, tras sus primeros coqueteos durante la Copa Mundial de Fútbol de 2010, en Sudáfrica, se viralizó su historia al estilo de los clásicos cuentos de hada.

Nulos tropiezos, una joven capaz de cruzar el océano para acompañar a su amado, los hijos nacidos en el momento ideal de la relación, el éxito, el cuestionarse si con la maternidad se acaba la carrera profesional para ser la mejor madre, el dinero, las campañas de apoyo a los menos favorecidos… Nada y todo: el mundo ideal de dos rubios bellos heteronormativos que vende y atrapa por los siglos de los siglos.

Lo segundo. Nos llega en la voz de una mujer. Como artista tiene como vía de expresión para regalarnos sus sentimientos hacia la música. Sus vínculos afectivos con el amado forman parte de su (nuestra) banda sonora desde hace mucho tiempo: Loca (2010), en la que declara su pasión por «su tigre», y Dare (La, La, La), y 23(2014), una trilogía para contar el crecimiento de una pareja con una diferencia de edad de diez años.

Para 2017 vuelve a la carga con otros tres temas: La bicicleta, Me enamoré y Toneladas. Cada una es una declaración pública a su pasión por el exfutbolista y empresario español. Hasta que el discurso se tuerce para contarnos que el amor ideal cayó en saco roto. Te felicito (2022) nos anuncia que llegó la ruptura, confesada a todas luces en Monotonía (2022). Por tanto, Sessions #53 se convierte en el último grito del desahogo.

Cada canción ha estado respaldada mediáticamente. Discursos legitimadores de estereotipos y roles patriarcales: «conocí al amor de mi vida», «les presento a mi sol», «éxito de venganza», son algunas de las frases que ponen la lupa pública en esa voz que por ser femenina tiene valores noticia en una sociedad en la que el machismo aún domina. Poco o nada se ha dicho de las rupturas y sus confesiones musicales por Marcos Antonio Solís, Ed Sheeran, Bruno Mars y hasta el controversial Bad Bunny.

Pero, Shakira, constructo social del patriarcado, cae también en sus trampas. Su actual hit no reivindica a la mujer. Todo lo contrario. Nos muestra tóxicas, prepotentes, rivales entre nosotras por el sexo opuesto, dependientes de las relaciones amorosas, choteo hacia la nueva pareja, calculadoras en busca de extraer hasta el último centavo luego de una ruptura como «pago obligado» por la laceración… ¡Claro! Sabe que eso vende y mucho más si se une a uno de los DJ más populares del momento. No hay dudas, el tema fue bien pensado. Sessions #53 lo tiene todo para ser la bomba mediática de inicio de 2023 en todas las plataformas.

Y lo será hasta que llegue otra narrativa con cualesquiera de las fórmulas históricas, siempre con protagonistas conocidos, exitosos y bellos: desamor, deseo, sexo, deudas, pasiones… Situaciones a las que nadie escapa y que cada quien tiene el derecho de vivir a su manera, sin cuestionamientos. Mas, convencida de que lo personal cuando se hace público se convierte en político.

Por tanto, siempre será importante meditar en cómo construimos nuestras historias, cómo y dónde las comunicamos, cómo coexistimos en un mundo de amores y desamores, de traiciones y fidelidades, de cuestionamientos y apoyos, de un machismo hegemónico…

Tenerlo claro resulta la única vía para desde el primer instante aceptar o no formar parte conscientemente de esas múltiples narrativas que de tan longevas se hacen un evidente culebrón.

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