Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Reír a manos llenas

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

En los jóvenes se confía. Se coloca sobre sus hombros la responsabilidad de un futuro que hoy, siendo presente, otros construyen, aunque con ellos se cuenta, justamente para que se sientan parte de él.

En sus miradas, en sus sonrisas, en sus anhelos, queremos fundirnos y encontrar las respuestas que nos conduzcan a las soluciones, a las metas que nos proponemos, a nuevas iniciativas.

En sus congojas queremos estar para aplacarlas, para borrarlas de un tajo, para tenderles la mano y seguir adelante. Y ellas, las juventudes que crecen, quieren ser escuchadas, atendidas, acompañadas, abrazadas…

Depositamos tanto en quienes son nuestro sostén que, sin percatarnos, pueden sentirse presionados y querer ser mejores. ¿Mejores? ¿Cómo? Si siendo la semilla que germinará ya es la garantía del éxito.

Sin embargo, claro que desean ser mejores para no defraudar, para no claudicar, para dar de sí todo aquello que seguirá haciendo de nuestro país un referente imprescindible a nivel internacional.

Quieren estar más preparados, estudiar más, leer más.

Quieren sentirse orgullosos de lo que se logró en épocas pasadas para defenderlo con uñas y dientes. Quieren ser fieles a su cultura, sus tradiciones, su identidad y hacer trascender los valores que nos distinguen como pueblo. Ser honestos, respetuosos, agradecidos, emprendedores, solidarios, comprometidos…

Es difícil. Puede serlo. Acomodarse es lo más fácil y esperar que «caiga el maná del cielo». Pero entonces no podrían ser decisores de sus acciones, quedarían relegados al pasivo rol de criticar y no sentir como suyo el logro de todos. Se alejarían, se sumirían en las nostalgias y se preguntarían, en cada noche de insomnio, por qué no estuvieron dispuestos a hacer más.

Entonces, es preferible que tomen la ruta más difícil, esa en la que los cantos de sirena son olvidados y en los que cada despertar se convierte en una jornada de lucha, por ellos mismos, por todos. Al apoyar la cabeza en la almohada en las noches sentirían el alivio placentero que deja el actuar en coherencia con los principios.

Se es mejor juventud en tanto se es mejor en el día a día. Ahí está el premio mayor. No darnos por vencidos, superar cualquier obstáculo y luego reír. Reír a manos llenas con la cosecha.

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