Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El odio se puso en marcha

Autor:

Juana Carrasco Martín

La Embajada de Cuba en Estados Unidos fue objeto de un ataque terrorista en la noche del domingo. Dos cocteles molotov fueron lanzados contra nuestra sede diplomática en Washington por un individuo que de seguro quedará en la impunidad.

EL odio se puso en marcha. No pudo soportar que las verdades dichas por el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez en la ONU, también como líder pro tempore del G77 y China, fueran escuchadas con respeto y atención, que coincidieran con las posiciones políticas y visiones de los problemas del mundo expresados por la gran mayoría de las naciones en desarrollo.

Menos aceptó el resentimiento ciego, que tiene por sede principal a Miami, que en los discursos de una mayoría abrumadora de la comunidad internacional se reclamara diáfana y contundentemente «la eliminación del bloqueo económico de 60 años de duración impuesto a la República de Cuba por Estados Unidos», política anquilosada, empujada por una obcecada hostilidad de los sucesivos administradores de la Casa Blanca que no han conseguido ponernos de rodillas, desconociendo que venimos de los mambises de las maniguas que cruzaron trochas e invadieron de oriente a occidente, y de aquellos cubanos que resistieron la reconcentración de Weyler.

Los grupos anticubanos, los extremistas que promueven agresiones, hostilidad, violencia, y se escudan en el terrorismo, quedaron choqueados porque en las calles de Nueva York escucharan y vieran desfilar —hasta el mismísimo corazón de Manhattan y su Gran Estación Central—, a estadounidenses de todos los colores, clases, creencias políticas y religiones, a latinos residentes en esa urbe, a cubanos íntegros, enarbolando nuestra bandera de la estrella solitaria y carteles en inglés y en español, acusatorios y demandantes: ¡Cuba sí, bloqueo no!, ¡Let Cuba Live! ¡US Hands Off Cuba!, ¡End US War on Cuba!, ¡Take Cuba Off the List!, ¡EE. UU. fuera de Guantánamo!, ¡El mundo entero dice «Cese el bloqueo»!

Que lumínicos alumbraran la ciudad de los rascacielos con similares mensajes de justicia y amor; que un camión recorriera Manhattan exponiendo en todos sus costados ¡Un millón por cuba!... un millón de firmas para exigir al Gobierno de EE. UU. retirar a Cuba de su espuria lista de «países promotores del terrorismo»…

Que en la gran sala de actos de la Society for Ethical Culture una joven doctora afroamericana, Samira Addrey, dijera que defiende a la Cuba socialista que le dio estudios en la Escuela Latinoamericana de Medicina.

Cuánta dignidad y solidaridad, golpes contundentes e irrevocables a una escuálida, deshonrosa e infame manifestación que se apostó frente a la Misión cubana en la ONU y levantaron un cartel en el que osaron insertar nuestra bandera en la de las barras como estrella 51, en demostración de total degradación. «Ciegos y desleales», como dijo Martí sobre los anexionistas. También a una impotente acción terrorista.

Cualquiera con dos dedos de frente y lo justo como enseña, considera un sarcasmo la lista estadounidense de países terroristas. Los más avezados en cuestiones políticas hace mucho, o desde siempre, han identificado la ironía y la hipocresía de ese registro, que si fuera fiel a las verdades de este mundo tendría como primer nombrado a Estados Unidos de América, productor de guerras por doquier, asesinatos selectivos, operaciones sucias y encubiertas, atentados terroristas y creador y amparador de bandas terroristas en cualquier lugar «alumbrado» u «oscuro» del planeta.

Oportuno recordar que desde 1959, cuando el pueblo cubano se hizo dueño de su destino, constan en datos oficiales 581 actos de terrorismo de Estado contra representaciones diplomáticas cubanas, ejecutados por esa horda que preparó la CIA. Ni mencionar las perpetradas en suelo patrio…

Sobre la agresión de ahora contra nuestra Embajada en Washington, una pregunta busca respuesta, probablemente de manera infructuosa: ¿Se ha pronunciado ya el Departamento de Estado o su Oficina de Misiones Extranjeras de la Oficina de Seguridad Diplomática, que es responsable de la protección de las embajadas y consulados extranjeros en Estados Unidos, sobre esta violencia mezquina?

La maquinaria del resentimiento siempre recibe combustible, no importa quién esté en la Casa Blanca.

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