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Por una mayor resiliencia climática de la producción agrícola en Cuba

En el marco del decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030), el proyecto IRES beneficiará a 240 000 personas y mitigará la emisión de alrededor de 2,7 millones de toneladas de gases de efecto invernadero

 

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Aumentar la resiliencia climática de la producción agrícola y garantizar la seguridad alimentaria a través de servicios ecosistémicos mejorados en Cuba es el objetivo principal del proyecto IRES, primera iniciativa aprobada y financiada por el Fondo Verde para el Clima y la cuarta diseñada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura en América Latina y el Caribe.

En asociación con el Ministerio de la Agricultura y teniendo en cuenta que el país está identificado como de alto riesgo, según el Índice de Vulnerabilidad y Adaptación al Cambio Climático en la región,  el proyecto titulado Incremento de la resiliencia de hogares y comunidades rurales vulnerables a través de la rehabilitación de paisajes agroforestales productivos en localidades seleccionadas de la República de Cuba se corresponde con las acciones estratégicas definidas por el Gobierno cubano para enfrentar los efectos adversos del cambio climático en el sector agrícola.

Corralillo, Quemado de Güines y Santo Domingo en la provincia de Villa Clara; Amancio Rodríguez, Colombia y Jobabo en la provincia de Las Tunas y Los Arabos en la provincia de Matanzas son algunos de los 78 municipios que constituyen los más afectados en términos de intensidad de sequía agrícola durante más de 50 días al año, donde se desarrollan las primeras acciones en el marco del decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030).

Según Wilfredo Arregui Valdés, coordinador nacional del proyecto, IRES cumplirá su objetivo a partir de la gestión del paisaje utilizando sistemas agroforestales, silvopastoriles, reforestación y regeneración natural asistida de bosques.

«Tendrá un área de intervención de 35 734 hectáreas, de ellas 15 544 infestadas de marabú, y aumentará la resiliencia al cambio climático a través de la agrosilvicultura, la reforestación y el manejo de la regeneración natural asistida.

«Además, los beneficios se registrarán en 20 190 hectáreas de pastizales con suelos compactados y aumentará la resiliencia de los efectos al cambio climático a través del establecimiento de sistemas silvopastoriles».

Arregui Valdés explicó que una primera etapa de investigación estuvo dirigida a la prueba y análisis de los posibles sistemas de uso de la tierra que mejoran la resiliencia; la segunda fase es para poner en práctica estos módulos en una mesoescala y una tercera, en el futuro, será tomar las lecciones aprendidas del proyecto y extender ese conocimiento.

«Mediante su ejecución, los ecosistemas se volverán más resilientes al cambio climático, especialmente la regulación del ciclo hidrológico, a través de la rehabilitación y gestión del paisaje que mejore la productividad y sostenibilidad de los agroecosistemas».

Esta iniciativa, importante en el plan de Cuba para enfrentar el cambio climático (Tarea Vida) beneficiará a 240 000 personas de forma indirecta y de forma directa a 51 713 personas, de ellas 23 505 mujeres.

Precisó Arregui Valdés que se trabajará con 15 968 agricultores, en particular 3 123 mujeres. Además, se invertirá en tecnología, maquinaria, equipamiento e insumos, que contribuyan a la rehabilitación de paisajes productivos, la reforestación y la regeneración natural asistida.

«El proyecto, también con impacto desde el punto de vista social, creará puestos de trabajo permanentes, con especial énfasis en la creación de oportunidades para las mujeres y las juventudes.

«Junto con el proyecto, que tendrá una duración de siete años, se diseñará y establecerá un Fondo de resiliencia del paisaje para apoyar la adopción e implementación de sistemas agroforestales, silvopastoriles y forestales».

Concluye Arregui Valdés que la asistencia técnica, la creación de capacidades y conocimientos contribuirán a que los agricultores y agricultoras remplacen gradualmente las prácticas de producción no adaptativas ante los efectos del cambio climático. «Así lograremos una gestión integrada de los recursos naturales y se fortalecerán otras dimensiones como la perspectiva de género y generacional en estos contextos».

«La ciencia, muchacho, está hecha de errores, pero de errores útiles de cometer, pues poco a poco conducen a la verdad». Julio Verne

 

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