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The Walking Dead: Violencia no gratuita

Uno de los factores que influye en el gusto y la atracción por series como The Walking Dead es la aspiración de sus personajes por alcanzar un universo ideal. Ante la monotonía de la vida, la amenaza apocalíptica parece ser un reto, una oportunidad a lo diferente

Autor:

Gretchen García Hernández

Hay una fascinación por representar y pronosticar el cataclismo de la humanidad y escribir el último capítulo de esta narrativa histórica. El hombre es consciente de que todo lo que nace está sujeto a morir: el universo y la vida no son la excepción. La tecnología y los adelantos de la ciencia, más allá de alejar la vieja superstición, la han enraizado aún más en nuestra conciencia. 

En la industria televisiva, el apocalipsis es un buzón de ideas para producir, invertir y ganar. El género apocalíptico, tanto en el cine como en la televisión, juega con la idea de la humanidad enfrentada a diferentes fenómenos que amenazan con su extinción. Sobre esta temática han surgido conocidas series como El Barco, The 100, The Walking Dead, Zoo y Falling Skies, por solo mencionar algunas. Y contra todo pronóstico, este tipo de producciones se halla entre las que registran mayores índices de teleaudiencia.

¿Por qué tanto «entusiasmo»? El ser humano, sin importar el contexto social en que viva, experimenta la creencia de ser el centro del universo, de vivir en una época especial en la cual puede ocurrir acontecimientos que desencadenen un fin catastrófico.

El apocalipsis pone a prueba la naturaleza del hombre, sus virtudes e insuficiencias. Por eso puede resultar muy aprovechable para desarrollar argumentos de ficción, que por demás sean creíbles y que en muchos casos se proyectan como una crítica hacia la sociedad moderna.

Si bien el género se caracteriza por la violencia y el fatalismo, ello no impide que el público se sienta atraído con estos dramatizados, debido fundamentalmente a la carga de acciones y emociones que entraña.

Uno de los factores que influye en el gusto y la atracción por dichas series es la aspiración de sus personajes por alcanzar un universo ideal. Ante la monotonía de la vida, la amenaza apocalíptica parece ser un reto, una oportunidad a lo diferente.

De todas las producciones que abarcan este universo, sin dudas la más aclamada por la crítica y los espectadores es The Walking Dead. Rick Grimes despierta de un coma, desorientado se percata de que se encuentra en un hospital abandonado y de que el mundo está sumergido en un caos, víctima de una pandemia que ha diezmado a la población humana, convirtiéndola en zombis. Así arranca Los muertos andantes, como se ha presentado en español.

En sus primeras temporadas The Walking Dead logró un alto índice de teleaudiencia, superando incluso a Game of Thrones, al tiempo que ha estado nominada en varios certámenes como los Emmy, la WBA y los Globo de Oro.

Destaca esta realización en muchos aspectos, como el desempeño actoral, sobre todo por parte de Sarah Wayne Callies, recordada por su papel en Prison Break como Sara Tancredi y quien aquí interpreta a Lori Grimes. El maquillaje logra que cada secuencia se sienta realista y repulsiva. El montaje es magistral; las secuencias rápidas o lentas consiguen crear desasosiego en los momentos oportunos de la trama. La tensión y el sentimiento de desamparo palpitan en cada minuto, estimulando emociones que hacen sentir al espectador partícipe de la trama.

Sin embargo, la serie peca por el androcentrismo, focalizado en el protagonista masculino Rick Grimes (Andrew Lincoln), quien simboliza la salvación, la justicia y la valentía. Rick representa al héroe por excelencia, en este caso el vaquero que se recuerda del cine Western. La mujer queda en segunda instancia, casi siempre necesitada de ser protegida por la figura masculina. Los personajes están muy estereotipados, lo cual evidencia una sicología simple que converge en lo predecible y el cliché.

A pesar de ser una serie de ficción, The Walking Dead intenta proyectar a través de un mito realidades en las que se ve reflejada la sociedad contemporánea. El zombi se construye como una simbiosis del hombre, de sus miedos y sumisión. Deviene por tanto en un espejo de su siquis, de la pérdida de la individualidad en la actualidad.

The Walking Dead exhibe una de las tesis del género posapocalipsis: el fin del hombre moderno. Los personajes no buscan reconstruir sus vidas, sino sobrevivir a toda costa. Si el hombre moderno está definido por sus relaciones sociales, cuando la sociedad, como espacio de estas relaciones, deja de existir, ¿qué queda?

En el mundo posapocalipsis toda ley y orden desaparece y las relaciones entran en crisis. Entonces el ser humano se transforma en un animal, movido, no por su vínculo con lo que le rodea, sino por su instinto de sobrevivencia.

En Los muertos andantes llama la atención la representación de los humanos en la trama como seres aún más terroríficos que los mismos zombis, que actúan impulsados por el hambre insaciable, son predecibles y simples, pero el hombre no. El caos obliga a los sobrevivientes a mentir, traicionar y asesinar de forma brutal.

The Walking Dead tiene un alto nivel de crueldad humana, pero su intención es, precisamente, ser lo más realista posible y reflejar un mundo futuro donde no impera la ley. Por tanto, la violencia no es gratuita.

El fin del mundo despierta una consciencia interna hacia la expiación de los pecados, un recordatorio de que nada es eterno e inmortal, y alude a la decadencia del ser humano. The Walking Dead nos invita a repensar nuestros valores antes de transmutar como muertos caminantes.

«Molestias»

Rick Grimes (Andrew Lincoln)

Aunque la serie se ha grabado en Georgia, la mayor parte de los escenarios se han rodado en Sequoia, lo cual ha representado un honor, por tratarse de una serie famosa, pero no han faltado las molestias. Por eso, los residentes afectados por el rodaje reciben una compensación de 400 dólares mensuales, por el ruido y el movimiento de la producción.

¿Zombis?

Basada en el cómic homónimo de Robert Kirkman, The Walking Dead ha sido creada y producida por Frank Darabont. Aunque los realizadores de la serie han intentado a toda costa evitar el término de zombi (tampoco aparece en el cómic), el mundo entero no deja de hablar de ellos en vez de referirse a «caminantes». De cualquier manera, los extras que participan en esta producción de 2010 (ya va para una octava temporada), han tenido que pasar cursos para representar estos personajes de muertos vivientes: una escuela en la que les enseñan a caminar y expresarse y marcar la diferencia.

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