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NFT: ¿burbuja o activo valioso?

El NFT es un activo único en el mundo digital que puede ser comprado y vendido como cualquier otro tipo de propiedad, pero no tiene forma física. Recientemente ha ganado notoriedad por ventas millonarias que van desde tuits hasta obras de arte

Autor:

Yurisander Guevara

El primer tuit de la historia ha sido vendido por 2,9 millones de dólares. Y ese hecho entraña varias lecturas de cómo la tecnología transforma de forma acelerada el mundo que nos rodea, incluidas nuestras percepciones sobre lo que tiene valor.

A lo largo de la historia las civilizaciones humanas han conferido valor a los objetos. De hecho, el oro hoy se cotiza como uno de los metales preciosos más caros, y se emplea para respaldar las monedas por una cuestión puramente cultural.

Lo curioso del caso del tuit de Jack Dorsey, el fundador de Twitter, es que ese ítem digital fue convertido a un token no fungible, cuya sigla en inglés es NFT, una nueva forma de propiedad en bits y bytes ligada a las criptomonedas y el blockchain.

Como explica la BBC, en economía, un activo fungible es algo con unidades que se pueden intercambiar fácilmente, como dinero.

Con dinero, uno puede intercambiar un billete de diez pesos por dos de cinco y tendrá el mismo valor. Sin embargo, si algo no es fungible, eso significa que tiene unas propiedades únicas, por lo que no puede ser intercambiado.

Una casa, una obra de arte como La Monalisa, son objetos únicos. También lo es el tuit de Jack Dorsey, solo que en este último caso, a diferencia de los primeros, no es tangible.

El NFT es un activo único en el mundo digital que puede ser comprado y vendido como cualquier otro tipo de propiedad, pero no tiene forma física.

Estos tokens digitales pueden ser entendidos como certificados de propiedad de activos virtuales o físicos.

La mayoría de estos tokens se basan en los estándares de la red Ethereum y de su cadena de bloques.

Eso ha permitido que sea fácil operar con ellos a la hora de comprarlos y venderlos, y que servicios como MetaMask o MyEtherWallet —monederos que permiten interactuar con Ethereum— sean referentes en este tipo de transacciones.

Además de ello, los NFT no son interoperables, son indivisibles (es imposible dividirlos en partes más pequeñas), son indestructibles (los datos están almacenados en la cadena de bloques a través de un contrato inteligente), su propiedad es absoluta y verificable, porque toda esa información se almacena en la cadena de bloques.

¿Valor inflado?

Los archivos digitales pueden ser duplicados una y otra vez. Pero si se usa un NFT, un objeto binario puede ser convertido en un token para crear un certificado digital de propiedad que puede ser comprado y vendido.

Como con las criptomonedas, existe un registro de quién posee lo que está almacenado en un libro de contabilidad compartido, el blockchain.

Los registros no pueden ser falsificados porque el libro en cuestión es mantenido por miles de computadoras alrededor del mundo.

Sin embargo, nada impide que las personas copien el arte digital. En el caso del mundo de los NFT, recientemente se vendió por 69 millones de dólares una obra del artista Mike Winkelmann, conocido como Beeple.

La obra ha sido reproducida miles de veces, porque es un archivo digital, pero el comprador del NFT posee un token que prueba que él es el propietario de la obra «original». Este hecho es comparado con comprar una copia firmada.

En teoría, cualquiera puede vender su trabajo como un NFT. Pero el interés por este tipo de intercambio ha crecido a raíz de noticias sobre ventas multimillonarias.

El 19 de febrero pasado, un archivo Gif de Nyan Cat, el famoso meme de 2011 de un gato con cuerpo de galleta volando, se vendió por más de 500 000 dólares.

Pocas semanas después, la cantante canadiense Grimes vendió una colección de obras digitales por más de seis millones de dólares.

Daños colaterales

Hay varias preocupaciones en torno a este tema. Por un lado, hay voces que creen que estamos ante una burbuja, como la de los «punto com» que sacudió la bolsa de valores hace unas décadas. Al final se trata de un mercado de coleccionismo donde el valor de lo que se compra cambia constantemente… y lo que se compra solo es accesible a través de la tecnología, no es algo que se guarde en una caja fuerte.

Además, está la cuestión ambiental. La creación de criptomonedas depende de operaciones computacionales a partir de la «minería», la cual es realizada por miles de equipos alrededor del mundo. Estos equipos no solo consumen energía en grandes cantidades, sino que generan calor.

El valor creciente de las criptomonedas demanda más recursos para una minería más intensa, lo cual conlleva un mayor gasto de energía. Irán, por ejemplo, fue noticia recientemente por reiterados apagones que muchas fuentes vincularon con grandes granjas de minería de Bitcoin.

El tuit de Jack Dorsey, primero registrado en la historia de Twitter, ahora es un NFT.

Con los NFT, basados en Ethereum, sucede algo similar en cuanto a consumo de energía. E incluso dejando de lado el hecho de que las NFT están acelerando activamente nuestra ya sólida carrera para romper barreras hacia la catástrofe climática, también carecen total y absolutamente de sentido. «¿Qué se compra en realidad realmente? Esto no es como comparar una pintura al óleo original con una impresión, donde las copias son claramente diferentes al original. Su obra de arte “tokenizada” es exactamente la misma que todas las copias que se hayan hecho de ella y todas las copias que aún no se hayan realizado. No tienes una versión única que solo tú puedas disfrutar», razona al respecto un artículo en Mashable.

A favor de este fenómeno se muestran inversores y personas con dinero, quienes creen que en la era digital las nuevas generaciones entienden que los activos ya no son únicamente aquellos tangibles. Es, a todas luces, un cambio cultural que nos lleva del oro a lo binario.

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