Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¡Y sí, Cuba estuvo en un Mundial!

La selección caribeña asistió a la Copa del Mundo de Francia 1938 y logró importantes hitos en la historia del fútbol

Autor:

Ariel Alejandro Niévares Luis

Los domingos son días para la familia, los encuentros o el descanso, pero los amantes del fútbol viven las tardes dominicales de una manera diferente. Desde un partidito en el terreno de la esquina hasta una reunión de amigos para disfrutar de un Clásico español, se convierten en buenos motivos para vivir la pasión que desata el más universal de los deportes en sus aficionados.

Con el propósito de acompañarlos en ese viaje por el planeta fútbol, Juventud Rebelde comienza «Cita en la cancha», un espacio que hará rodar el balón con lo más destacado y actualizado de este deporte a nivel de clubes y selecciones, historias, estadísticas, instantes memorables y figuras que han dejado huella sobre el césped.  

Y qué mejor manera de iniciarla que con un texto sobre la mayor hazaña de la selección cubana, protagonista de uno de los momentos más icónicos de las Copas del Mundo. Quizá te asombres al leerlo, pero la Mayor de las Antillas participó en un Mundial de Fútbol. ¡1938! Ese fue el año de aquella gesta en Francia. Aunque si les digo que Cuba ocupó una mejor posición en un torneo internacional que equipos como Francia, Alemania, Bélgica y Países Bajos, seguramente me tildarían de soñador o de loco, en el mejor de los casos.

Una ruta hacia Francia

Solo ocho años antes, en 1930, la selección cubana hizo su primera aparición en un partido oficial. Justamente en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de La Habana, celebrados ese año, en los cuales se llevó el título de campeón. ¿Quién lo diría cuando hoy parece un sueño inalcanzable para los aficionados del fútbol en la Isla? Ocho años después, también se convertiría en el primer país del Caribe en disputar un campeonato del orbe.

Y sí, con algo de suerte, Cuba entró el certamen. El mundo vivía tiempos convulsos, pero… ¡a río revuelto, ganancia de pescadores!, reza un dicho popular. La mayoría de las naciones de América no asistieron al evento a modo de protesta, pues el presidente de la FIFA, Jules Rimet, incumplió la promesa de alternar la sede entre Europa y América, y los países exigían que el Mundial se realizara de este lado del Atlántico. Solo la Mayor de las Antillas y Brasil participaron por el continente.

Apenas 16 hombres integraban la convocatoria de la Isla para representar a toda una región y llevar su fútbol a otro nivel, mientras sus similares tenían planteles más amplios. Algunos de los jugadores eran españoles, otros cubanos tenían descendencia en tierras ibéricas, producto de la emigración. Del listado oficial, solo Arturo Galcerán no aparece en el registro del desembarco que dejaron en Nueva York, cuando se dirigían con destino a Europa.

Finalmente, el 5 de junio de 1938, se hizo realidad el debut mundialista de Cuba ante Rumanía, en el Estadio Chapou de Toulouse. ¿El resultado? Un empate de infarto ante los europeos, con marcador 3-3, en un encuentro que quedó en la memoria del público. El primer gol cubano y caribeño en la historia de los Mundiales lo anotó Héctor Socorro al minuto 41, para igualar las acciones tras el tanto inicial de Blindea.    

La sorpresa llegaría al minuto 70, cuando Magriñá puso la ventaja para los latinos con un gol polémico —del que hablaremos más adelante— y la complicidad del portero Pavlovici. Los antillanos se veían en la siguiente ronda y apareció la experiencia rumana a dos minutos del pitazo final, con el empate a dos de Baratki. Cuba volvió a adelantarse en el 105, con doblete de Socorro, y los rumanos lograron la igualdad definitiva en el 117, con anotación de Blindea.

Un triunfo épico

Pero aquel plantel, dirigido por José Tapia Costas, no fue de vacaciones ni sintiéndose inferior. Cuatro días después debieron enfrentar nuevamente a Rumanía. El torneo se organizó en duelos de eliminación directa y, en caso de empate, se repetía el partido porque todavía no existían las tandas de penales.

En la grada del Estadio Chapou, más de 7000 personas fueron testigos de un instante glorioso: Cuba venció 2x1 a los balcánicos y consiguió su primera victoria en Copas del Mundo. ¡Un hecho inédito que hizo estallar de alegría las calles de la isla! El 9 de junio de 1938 la Mayor de las Antillas se transformó en el primer país de Centroamérica y el Caribe en ganar un duelo en Mundiales, hazaña comparable con la historia de David y Goliat. 

Los caribeños se vieron abajo con el gol inicial de Ștefan Dobay al 35. Pero, según el periódico La Stampa, de Italia, «los cubanos salieron a jugar de otra manera el segundo tiempo y el encuentro cambió completamente. Tuvieron varias opciones de gol y el resultado fue justo». Así, remontaron el marcador con las anotaciones de Héctor Socorro al 51 y Tomás Fernández al 57. 

Sin embargo, el duelo dejó una historia bien peculiar. Se cuenta que, en medio del fulgor mundialista, uno de los jugadores habló con el entrenador Tapia días antes de este enfrentamiento y le dijo: «El deber me llama». Su nombre era Benito Carvajales y había sido el héroe del equipo bajo palos en el empate del debut. Menudo dolor de cabeza se llevó el técnico. Carvajales, aunque amaba este deporte, recibió una oferta en una emisora de radio cubana para narrar el partido. Su lugar lo tomó Juan Ayra, quien pasó de suplente a ser portero titular de la primera victoria mundialista de Cuba.

Cuartos de final: fin del sueño

Una de cal y otra de arena: el equipo clasificó a los cuartos, pero se encontraron con la potente selección de Suecia —dirigida por József Nagy— que le endosó la mayor derrota de un conjunto cubano con marcador de 8x0 en el estadio Fort Carré, el 12 de junio. Los goles fueron a la cuenta de Arne Nyberg, Tore Keller, y par de hat-tricks de Karl Gustaf Wetterström y Harry Andersson.

El conjunto sueco avanzó directamente a la ronda de cuartos, sin desgastarse, producto de la anexión de Austria a la Alemania Nazi, lo que provocó que participaran como un solo elenco. Mientras Cuba llegaba tras dos duelos muy peleados en menos de diez días y, en la cancha, los jugadores se vieron desconcertados, así lo contó Juan Tuñas a la FIFA:

«Antes del partido nos consideraron favoritos, por la manera en que habíamos jugado. Pero sucedió algo que no esperábamos: llovió y el campo se inundó. No estábamos acostumbrados a eso, nos resbalamos una y otra vez, y terminamos perdiendo 8-0».

Pese al batacazo, la Isla entró en los libros de historia del torneo. Solo un equipo de Estados Unidos había alcanzado un mejor rendimiento que los nuestros en una Copa del Mundo entre los países de Norte, Centroamérica  y el Caribe, tras llegar a semis en la edición de Uruguay 1930 y ubicarse terceros. Además, tuvieron que pasar 36 años para que el Caribe clasificara otro representante a estos certámenes, con la presencia de Haití en 1974.

¿Gol olímpico de Magriñá?

Una de las grandes discusiones de los inicios de la Copa es quién anotó el primer gol olímpico en los Mundiales de Fútbol: ¿El cubano José Magriñá en 1938 o el colombiano Marcos Coll en 1962? La historia se debate entre ellos dos. Oficialmente se reconoce el tanto de Marcos Coll a la Unión Soviética, nada más y nada menos que contra el fabuloso arquero soviético Lev Yashin, el 3 de junio de 1962, en el Mundial de Chile.

Sin embargo, existen indicios de que un cubano fue protagonista de una jugada similar. Juan Tuñas, tras su regreso a La Habana, declaró el día 28 de junio al diario cubano Noticias de Hoy: «La jugada que más me causó emoción fue el gol anotado por Magriñá producto de un córner directo sin intervención de nadie». Hecho que parece corroborar un reporte del corresponsal CI. Thuillard, asistente al partido, para el diario francés Le Petit Parisien.

El legado de 16 hombres

Hoy, casi nueve décadas después, la selección de los Leones del Caribe no ha vuelto a disputar una Copa del Mundo, y desde 1982 no avanza a la ronda final de las eliminatorias mundialistas, pero aquella participación en Francia 1938 continúa siendo la muestra de que en el deporte no hay imposibles.

Cuba cerró su participación con un triunfo, un empate y un revés, y un balance de cinco goles a favor y 12 en contra, siendo el equipo con más tantos recibidos del torneo. Más allá de las estadísticas, la Mayor de las Antillas se enorgullece de ser el primer país caribeño en participar y anotar un gol y ser la primera nación centroamericana en lograr una victoria, pero sobre todo en llevar el fútbol de la región a otro nivel, a situarse entre los ocho mejores del mundo en el escenario más grande, una actuación que, hasta la fecha, trasciende como la más destacada del Caribe en los Mundiales. ¡¿Increíble no?! 

 

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