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¿Manejas tu estrés o te maneja a ti? (III y final)

El área de las creencias, la fe, los valores, la ética, los principios morales es el GPS de tu vida, para no dar tumbos sin sentido entre brazos y causas ajenas

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

Elige un trabajo que te guste, y no tendrás que «trabajar» ni un día de tu vida.
 Confucio

 

«¿Por qué complicas las cosas? Bienestar en el sexo es hacer lo que me gusta y no dar cuentas a nadie». Así me escribió un joven lector a propósito del artículo de la semana pasada sobre las dimensiones física, emocional e intelectual de ese bien «estar» contigo y con el mundo.

A su edad, puede ser un modo válido de verlo. El tiempo irá poniendo contenido en su vida y entonces comprenderá cuántas otras aristas debe cuidar si quiere hacer lo que le gusta por más años y con mayor intensidad.    

Ahí entran las otras cuatro dimensiones con las que cerramos este seriado: social, espiritual, ambiental y profesional.

La primera se enfoca en construir y nutrir relaciones significativas con individuos, grupos y comunidades; fomentar la comunicación honesta y crear límites saludables, basados en la confianza, la adecuada gestión de conflictos y el respeto por la cultura propia y ajena.

Como la vida es compleja en retos y oportunidades, para estar bien socialmente es importante desarrollar un sistema de apoyo mutuo, con la pareja e integrantes de la familia, pero también con esas amistades que llamamos hermanos, tíos o padres y madres socioafectivos. Y claro: hago énfasis en mutuo, o no funcionará de verdad.

Sobre la dimensión espiritual hablamos mucho en la plataforma Senti2, porque sin esa sintonía con tu yo interior no hallarás significado a los eventos ni descubrirás tu propósito personal.

Este es el área de las creencias, la fe, los valores, la ética, los principios morales... El GPS de tu vida, para no dar tumbos sin sentido entre brazos y causas ajenas.

Un espíritu resiliente sonríe ante las adversidades y acepta el carácter transitorio de la vida. Se enfoca en experiencias profundas, como el sexo tántrico, el amor sin reservas y el descubrimiento de lo hermoso más allá de su zona de (dis)confort.

Respeta la esencia de todas las tradiciones y arma su propio trayecto con tal consistencia, que no deja luego «camino por vereda» solo para complacer a una pareja nueva que no logra comprenderlo. Coherencia y desapego son los mejores síntomas de un espíritu feliz.

Poco atendido suele ser el bienestar ambiental: ese estilo de vida en armonía con la comunidad
y el medio ambiente. Su columna vertebral es el respeto, y es tan valioso que por mucha salud, amor y proyectos que tengas, no tendrás una vida bienaventurada si tus vecinos queman residuos bajo tu ventana o son tan ruidosos que no puedes escuchar ni tus pensamientos.

De igual modo, sin higiene, arte y belleza natural en tu entorno, difícilmente logres atraer a otra persona para que pase tiempo en tu «nido». Por eso es importante invertir en tu hogar tanto o más que en placeres fugaces, pues llegará el día en que te apetezca traer el mundo a tu espacio en vez de sumergirte en él, como el capitán Nemo, de la novela Veinte mil leguas de viaje submarino.

La última arista es la profesional, y en estos tiempos de teletrabajo, pluriempleo y emprendimientos hogareños es muy importante tenerla en cuenta, porque si no equilibras tus funciones laborales con las familiares corres el riesgo de educar mal a tus hijos o perder a tu pareja, además de atentar contra tu propio bienestar en las demás dimensiones antes presentadas.

Si amas lo que haces para ganarte el pan, tienes más probabilidad de que tu cuerpo responda con una lluvia de endorfinas saludables y nutra las otras capas de tu bienestar. Si trabajas con desprecio por el resultado o vives despotricando de tus colegas y jefes, el cuerpo responderá con acidez estomacal, inflamación en las articulaciones, hígado engrosado y otros muchos síntomas de rechazo.

En esas condiciones, difícilmente tengas una vida sexual placentera, divertida o enriquecedora, como la que mereces de principio a fin.

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