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Los intrincados resquicios de La Moncloa

Aunque los resultados de los comicios de este 28 de abril hayan sido favorables para el PSOE, Pedro Sánchez tiene ahora la ardua tarea de crear alianzas

Autor:

Marylín Luis Grillo

Le funcionó a Pedro Sánchez lo de adelantar elecciones en España. Parece que el «presidente en funciones» está en racha: líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) desde 2014, logró la moción de censura y consecuente destitución de Mariano Rajoy, con lo que arrebató al conservador Partido Popular (PP) el Gobierno de la nación y, ante las incoherencias con los independentistas catalanes y otras complejidades de gobernar sin consenso ni mayoría, convoca a elecciones… y gana.

Sin embargo, lo de ganar es relativo. El Gobierno de España, una monarquía parlamentaria, hace del proceso eleccionario solo un primer paso que se concreta luego a la hora de formar Gobierno, cuando alcanza la mayoría en el Parlamento por sí mismo o por formar alianzas para lograr investirse como Presidente y llevar adelante las políticas propuestas.

Por eso, y aunque los resultados de los comicios de este 28 de abril hayan sido favorables para el PSOE, Sánchez tiene ahora la ardua tarea de crear alianzas. La pregunta que todos se hacen es ¿con quién? La respuesta no parece simple y conlleva, más que matemáticas, un arduo proceso de oferta-demanda.

Le tomó 11 años al PSOE volver a ganar unas generales y al festejar la victoria, el líder socialista (a la manera del socialismo en España) agradeció a los 7 400 000 de votantes de su partido, dos millones más que en las de 2016.

En el Senado le arrebataron al Partido Popular la mayoría absoluta, mientras que en el Congreso de los Diputados obtuvieron 123 de los 350 escaños. La gran disputa es allí, en la Cámara Baja, donde es investido el presidente.

Muy detrás quedó el PP, con solo 66 diputados, frente a los 137 que obtuvo en las últimas legislativas, lo cual no sorprende tras las acusaciones y juicios de corrupción. La coalición de derechas está descartada, ya que la suma de PP con los centroderecha de Ciudadanos (57 escaños) y la ultraderecha de Vox, que se estrena en el Parlamento con 24 diputados, se queda en un total de 147, analiza El País. Muy lejos por tanto de la mayoría absoluta, fijada en 176 curules.

Según ese diario español, la alta participación de más del 75 por ciento de la ciudadanía provocó que los socialistas fueran los más votados en todas las comunidades autónomas salvo en Cataluña, País Vasco, Navarra y Melilla. Triunfaron en la Comunidad de Madrid, Castilla y León y La Rioja, donde el PSOE no ganaba en unas elecciones generales desde 1986 y fueron la fuerza más votada en la Comunidad Valenciana, Murcia y Ceuta, algo que no ocurría desde 1989; incluso vencieron en Galicia, suceso inédito desde la muerte de Francisco Franco, por demás, gallego.

Los resultados son significativos si valoramos que hace tres años, el PP había arrasado en todas partes menos en Cataluña y País Vasco —dos comunidades con un alto sentido independentista— y que, por aquel entonces, el PSOE solo dominó en tres provincias, todas andaluzas: Sevilla, Huelva y Jaén.

No queda duda, la realidad ha cambiado: con un ascenso de casi 40 escaños respecto a 2016, la agrupación de Pedro Sánchez quedó al filo de poder sumar con Unidas Podemos, Compromís (coalición valenciana) y el Partido Nacionalista Vasco (PNV) los 176 escaños que garantizan la mayoría absoluta en el Congreso. Aunque resulta adelantado hablar todavía de mayorías logradas.

El primer aliado es el izquierdista Unidas Podemos, que perdió 25 escaños y ahora se encuentra debilitado. Le siguen el Partido Nacionalista Vasco, con los seis asientos que ofrece.

Con el apoyo de varios partidos regionales, Sánchez rozaría la mayoría absoluta, e —ilustra un análisis de AFP— le bastaría con la abstención de un solo diputado catalán para ser entronizado en una segunda votación de investidura en el Parlamento, donde es suficiente con tener más síes que noes.

No obstante, todo parece indicar que intentará gobernar en solitario y que se decantará por hacer pactos sobre programas políticos concretos, pero no un Gobierno de coalición.

Como máximo representante del partido que ganó las elecciones el pasado domingo, Sánchez convocó para el lunes y el martes próximos a los líderes del PP, Pablo Casado; de Ciudadanos, Albert Rivera, y de Unidas Podemos, Pablo Iglesias. Por este orden, en cumplimiento estricto de la representación parlamentaria que cada uno ha obtenido en las elecciones.

Aunque a Casado y a Rivera les ha extrañado, no es nada extraordinario, según fuentes de La Moncloa, sede del Ejecutivo, las que remiten a la media docena de veces que Pedro Sánchez aseguró en campaña, y en la misma noche del domingo tras su victoria electoral, que iba a llamar a todas las fuerzas políticas.

«No hay ninguna prisa», aseguró la presidenta del PSOE, Cristina Narbona. «Seguimos en campaña», agregó. Razón no le falta, pues para el 26 de mayo se esperan elecciones municipales, europeas, y las regionales en 12 de las 17 autonomías. De todas ellas, pueden surgir pequeñas diferencias para quienes retornaron (¿ya es seguro?) a La Moncloa.

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