Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Tensiones rodean presidenciales en Brasil

Escenas violentas precedieron los comicios, así como las falsas advertencias de Bolsonaro auguran un escenario enrarecido tras este domingo. La vuelta de Lula y el PT, una posibilidad cierta… y cerca

 

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Lula y sus seguidores han «echado el resto» procurando la mayoría absoluta que permita declararlo presidente este domingo. Pero al cerrar el tiempo de la propaganda y de las encuestas, no era posible adelantar que lo conseguirían.

Ningún estudio de opinión en el lapso que estos llevan tomando el pulso a la opinión pública brasileña con vista a las elecciones de este domingo —y ese período rebasa el año—, le ha otorgado el 50 por ciento más uno de los votos que necesita el líder del Partido de los Trabajadores para proclamarse presidente hoy mismo.

Aunque el favoritismo hacia él se ha mantenido sobre el 45 por ciento de las intenciones de sufragio, incluso, desde las elecciones de 2018, cuando se le acusó falsamente y se le encerró para sacarlo de en medio, ese voto duro y estable que han arrojado con creces los sondeos no bastaría para que se desmonten de una vez las urnas.

Si ese pronóstico se confirma, el más prestigioso líder popular de Brasil deberá concurrir el 30 de octubre a segunda vuelta con quien, más que su contendor, se ha convertido en el enemigo público número uno del progresismo brasileño: el mandatario saliente, Jair Bolsonaro. Once candidatos están en las boletas, pero todos saben que entre ellos dos será la pelea.

Y los estudios de opinión aseguran que, en el balotaje, Lula se llevaría la victoria.Pero difícilmente el aspirante a la reelección permitiría que ello ocurra sin tropiezos.

Las constantes «denuncias» de Bolsonaro acerca de supuestas irregularidades y presunta ineficacia del probado sistema electoral computadorizado de Brasil, obligan a dar por seguro que en caso de no ganar, como predicen las encuestas, el mandatario esgrimirá la falsa acusación de fraude para aferrarse con uñas y dientes al poder, en un remedo de la actitud belicosa que asumió quien fue su paradigma, el estadounidense Donald Trump, promotor de los desórdenes en el Congreso de Washington que aún tienen al exmandatario en la mirilla de la justicia de su país.

Aunque no pocos analistas ponen el ojo en la actitud que podrían adoptar los militares en el contexto de un panorama inestable después de hoy y a cuenta de las puestas en escena de Bolsonaro, lo cierto es que nada invita a pensar que las Fuerzas Armadas respaldarían una aventura de naturaleza golpista.

Si bien los militares en activo y en retiro —como el propio excapitán Bolsonaro— han ocupado profuso número de ministerios y oficinas públicas por invitación del propio mandatario, lo cierto es que, más que catapulta, ellos han parecido muro de contención de la incontinencia verborreica y las malas maneras del Presidente —valga la redundancia— y, eso sí, sostén de un mandatario que en un momento dado pareció tambalearse por ese escaso talento que tiene para gobernar, objeto, como ha sido, de decenas de pedidos de impechment que nunca avanzaron en el Congreso.

A su actitud agresiva y desconocedora de los cánones por naturaleza —irreverencia es un vocablo que le queda chico a su proceder— debe achacarse el clima violento que ha precedido estos comicios, con ataques de sus seguidores —los «bolsonaristas»— a los simpatizantes de Lula, que han dejado al menos dos muertos aunque, fuera de los actos de campaña, también se han suscitado escenas violentas entre «miembros» de uno y otro bandos, expresivas de lo adentro que unos y otros sienten el pulso que dirimen.

Pero, en realidad, no es cosa de ahora. Los acontecimientos de los últimos seis años también pueden explicar los sentimientos exaltados de los brasileños cuando se trata de política.

Desde el injusto impeachment que demovió a Dilma Rousseff en 2016 y pasando por la decena de causas judiciales mentirosas abiertas contra Lula en el entorno de 2018 y su encarcelamiento, se ha vivido un intento de satanización de la izquierda que pudo hacer crecer sus opositores políticos mediante la manipulación, al tiempo que debió incrementar el sentimiento de injusticia que han vivido los defensores del progresismo. Son esas las condiciones que han incrementado lo que los observadores llaman la polarización.

Para remate, la llegada en 2018 del outsider Jair Bolsonaro, sin el «oxígeno» que esperaban muchos de quienes le dieron el voto y apostaron a una suerte de tercera vía después del descalabro institucional vivido en Brasil —incluyendo el desempeño del sustituto de Dilma, Michel Temer—, significó en muchos sentidos la exacerbación del odio.

No puede desconocerse que esa aparente «falta de almidón» le ha ganado a Bolsonaro sus adeptos, como lo demuestra el hecho de que a pesar de las más de 685 000 muertes que ha costado su incredulidad anticientífica y los malos manejos frente a la COVID-19, se mantenga junto a él un entorno entre el 33 y el 38 por ciento del electorado según los últimos sondeos, y que hasta haya logrado recuperar trecho perdido frente a Lula.

No obstante, la política de «frente amplio» asumida por el candidato del PT en la estrategia inteligente de pactar alianzas con el centro y sumar a  todas las fuerzas «antibolsonaristas» —que no son pocas— habían dado sus frutos, y para esta última semana los estudios de opinión adjudicaban a Lula un incremento de hasta el 48 por ciento de los votos; muy, pero muy pegado, al 51 por ciento que necesita.

Incluso, un estudio postrero publicado el lunes le auguraba al líder del PT el 52 por ciento, lo que significaría una inmediata y rotunda victoria que no admitiría ningún intento de cuestionamiento.

Por eso para el progresismo brasileño es definitorio llevarse el gato al agua en esta primera vuelta. 

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.