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Petróleo más caro: nueva leña al fuego

La OPEP ha decidido recortar la producción de crudo, pero las medidas punitivas contra Rusia han sido el real detonante de la inestabilidad energética mundial

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Éramos pocos y catana… «ha dado a luz». La frase bien pudiera ilustrar lo que deben estar pensando ahora mismo los líderes de no pocos países importadores de petróleo, luego de que la OPEP acordara una reducción de dos millones de barriles diarios en la producción de crudo para hacer subir los precios, que habían caído por debajo de los cien dólares el tonel, el mayor bajón desde mayo.

La medida no es nueva y se adopta cada vez que las naciones productoras agrupadas en la organización y sus aliadas, entienden que es momento de «estabilizar» el mercado.

En esta ocasión, sin embargo, la decisión hará que llueva sobre mojado, porque el recorte tiene lugar en medio de la más difícil crisis energética que hayan sufrido no ya los países pobres, que siempre sobrevivimos de modo crítico, sino los ricos, en razón del castigo que está significando para Estados Unidos y buena parte de Europa —promotores de las medidas punitivas contra Rusia—, la implementación de sus propias sanciones.

El incremento de los precios de los energéticos, no obstante, no había tocado todavía al crudo. Datos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) afirman que desde enero a septiembre de este año, el coste del gas natural se incrementó en las diferentes regiones del mundo entre el 60 y el 80 por ciento, en tanto el carbón experimentaba subidas del ciento por ciento.

El petróleo solo había elevado sus precios en seis por ciento. Pero pronto podría dejar de ser realidad esa «panacea», en el entorno intimidante que deja la subida del gas y su escasez, al faltar el suministro ruso por los daños que las sanciones han infligido al mantenimiento de los gasoductos NordStream 1 y 2, explicó Gazprom, justo cuando entra el invierno en Europa, a lo que se añaden fugas que según la UE, son resultado de sabotajes.

La agudización del caos ahora no podría achacarse únicamente a la reducción productiva de la OPEP.

Imposibilitados de detener a Rusia en su operativo militar sobre Ucrania —un conflicto que, por el contrario, Occidente y Estados Unidos atizan proveyendo de armamento a Kiev— la UE y Washington siguen afinando medidas de castigo que prevén topar en lo adelante, además del gas, la exportación y venta del petróleo ruso, lo que también limitaría la oferta en dependencia de la reacción de Moscú, cuyas respuestas hasta ahora, dicho sea de paso, siempre «han subido la parada» a los castigadores. Para el gas, Rusia ha buscado otros mercados en China y la India.

Se trataría del octavo paquete de sanciones contra Moscú y ya está listo. Según reflejó la publicación online eleconomista.es, el plan consiste en negar todos los servicios a los cargamentos de petróleo ruso que vendan a un precio superior al que ellos fijen, junto con prohibiciones como que los ciudadanos de la UE formen parte de consejos de administración de empresas rusas.

Pero hay que ver, reitero, si el nuevo propósito de impactar en sectores estratégicos de Rusia para afectar su capacidad de mantener la ofensiva militar en Ucrania, no vuelve a propiciar para Occidente otro tiro salido por la culata, tal cual ha ocurrido con los topes al gas, que están dejando a países como Alemania pasando el frío sin calefacción, y abrigados los ciudadanos solo con mantas.

Otra vez racional, solo el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, se ha opuesto al nuevo paquete al alegar que las órdenes las están dando «las élites» de Bruselas, sin tomar en cuenta el sentir de las poblaciones. Tajante, Orbán escribió el viernes en las redes sociales que Europa «está sangrando» a causa de sus propias sanciones, e instó a «cambiar la fallida política» de la UE.

En ese contexto, la reducción acordada por la OPEP podría caer como otro fardo sobre los consumidores, que verían elevarse más el precio del galón y enflaquecer sus bolsillos. De hecho, y aunque la medida entra en vigor en noviembre, a inicios de esta semana ya el barril de petróleo experimentaba alzas que rozaban los cien dólares. 

Más problemas para Biden

Las voces de alerta también se han escuchado, y rápido, en el mismísimo Congreso de Estados Unidos. Ocho legisladores demócratas escribieron enseguida al presidente Joe Biden para pedirle que liberara más petróleo de emergencia, al menos, hasta fines de año.

Según dijo a CNN un funcionario de la administración, el Gobierno estadounidense estaba debatiendo si dar vía libre a otra ronda de petróleo sacado de la reserva, luego de que Biden ya diera ese paso en marzo, cuando ordenó liberar un millón de barriles diarios para compensar el encarecimiento provocado por los acontecimientos en Europa, plan que vence este mes, cuando ya se han puesto en circulación 180 millones de barriles de petróleo, calculó la fuente.  

Se ha dicho que Biden ordenó ya la liberación, para noviembre, de otros diez millones de barriles; pero no ha confirmado aún, por cuál paliativo optará a largo plazo, luego de que su administración, inútilmente, presionara a naciones miembros de la OPEP, como Arabia Saudita, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos para que no aprobasen el recorte, que el Presidente estadounidense estimó «innecesario». De acuerdo con CNN funcionarios de su Gobierno calificaron la medida como un «desastre total».

Por el momento, vuelven a circular los rumores de que podría subir nuevamente al tablero, el proyecto de ley conocido por las siglas Nopec (No Oil Producing and Exporting Cartels) aprobado desde mayo por un comité del Senado y que ahora debería pasar por ambas cámaras para convertirse en legislación.

El propósito de la ley, supuestamente de carácter antimonopolio, es proteger de las subidas del combustible; pero se afirma que hace dos décadas está dando vueltas sin lograr vencer la oposición de los grupos de la industria petrolera estadounidense, quienes alertan que su entrada en vigor podría provocar superproducción y precios extremadamente bajos, que los perjudicarían.  

La preocupación en la Casa Blanca es entendible en un año electoral, cuando la esperada subida de la gasolina para el ciudadano común coincidirá con las elecciones de medio término, previstas el 8 de noviembre, para renovar un tercio del Senado y toda la Cámara de Representantes, además de 36 gobernadores, razón por la cual esos comicios se consideran no solo un termómetro acerca de la salud de la administración, sino una lid que redefinirá su poder.

Tan enojado como asustado por sus problemas domésticos, Biden ha acusado a la OPEP de «alinearse con Rusia», en medio de la histeria antirrusa que Estados Unidos y la UE fomentan.

La acusación fue desmentida por Adel al-Jubeir, ministro de Exteriores de Arabia Saudita, al argumentar en una entrevista con Fox News que el propósito de la OPEP es «asegurar la estabilidad del mercado petrolero en beneficio de los consumidores y los productores», como medida preventiva para evitar el colapso del mercado energético en un momento de desaceleración de economías por todo el mundo.

«La idea de que Arabia Saudita lo emplearía para perjudicar a EE. UU. es absolutamente incorrecta», aseveró.

Pero existe, ciertamente, otra poderosa razón para el enojo de Biden: la disminución del petróleo de la OPEP en el mercado hará menos eficaces las sanciones previstas contra el crudo de Moscú… De manera que Occidente y Estados Unidos podrían volver a salir trasquilados, mientras se siguen erigiendo como los verdaderos promotores de la inestabilidad energética en el orbe.

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