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Trump, un empecinado rey desnudo

En la recta final del 2022, las cosas no parecen sonreírle al expresidente Donald Trump, cercado por los problemas que él mismo se ha buscado, pero que destapan fallas y vulnerabilidades de la democracia estadounidense

 

Autor:

Juana Carrasco Martín

EL pez muere por la boca, según un dicho popular para referirse a quienes por mucho hablar pierden sus oportunidades. Donald Trump ha tenido muchas en la vida, que lo hizo millonario y hasta Presidente del país más poderoso del mundo.

Pero, si su incontinencia verbal le ganó millones de seguidores y también adeptos entre una fanaticada ultraderechista, fascistoide, racista y violenta durante su administración y en la campaña electoral previa, ahora está perdiendo el aval del GOP, los republicanos del Gran Old Party, al haber menospreciado la Constitución de la que se dicen hacedores y que es base y raíz de valores y empeños de los estadounidenses, como también de los cimientos y  el desarrollo de su condición imperial como nación que  —sea cual sea el recurso que utilice—, pretende dominar al mundo.

Simple, a Trump se le fue la mano cuando en su plataforma de medios sociales Truth Social escribió: «Un fraude masivo de este tipo y magnitud permite la terminación de todas las reglas, regulaciones y artículos, incluso los que se encuentran en la Constitución», y agregó: «¡Nuestros grandes “fundadores” no querían, y no condonarían, unas elecciones falsas y fraudulentas!».

Reiteraba así su imputación de que le  robaron la presidencia cuando los comicios de noviembre de 2020 dieron como  ganador al demócrata Joseph Biden, una afirmación que impulsó a la fanaticada trumpista de extrema derecha a invadir el 6 de enero de 2021 el Congreso de Estados Unidos, con la intención de impedir que los legisladores certificaran a Biden como presidente.

En su contra, como aspirante declarado a ser nuevamente candidato presidencial en 2024, Trump suma este llamado a suprimir partes de la Constitución a los fracasos en las  recientes elecciones de medio tiempo de buena parte de los candidatos a representantes, senadores y gobernadores que apoyó por ser ellos también impugnadores de los resultados de 2020. Toda una catástrofe para los republicanos que ahora se lo achacan directamente al sujeto en cuestión.

Parece que ha caído en desgracia y a comienzos de diciembre sufrió un doble golpe cuando
uno de sus protegidos, Herschel Walker, fue derrotado en Georgia y los demócratas fortalecieron su mayoría en el Senado estadounidense, mientras en Nueva York, la Organización Trump y una compañía relacionada fueron declaradas culpables de todos los cargos en un juicio por fraude.

Para hacerle más  penosa la situación, las críticas también  le llovieron cuando en su mansión de Mar-a-Lago cenó con dos prominentes antisemitas, el rapero Kanye West, que ahora se hace nombrar Ye, y Nick Fuentes, streamer de extrema derecha y supremacista blanco. Y recordemos que en esa lujosa residencia miamense escondía documentos oficiales de su presidencia clasificados como secretos, los que fueron incautados en una requisa hecha por el FBI, otra causa pendiente que puede aportar hasta acusaciones de espionaje o traición.

Justo ahora, en la semana que concluye, vino un mazazo contundente en su carrera de desprestigio, aunque no sea vinculante, cuando el Panel 6 de Enero, la comisión de la Cámara de Representantes que lo ha estado investigando y ahora lo acusa de cuatro cargos por los que, de tomarse en cuenta por el sistema judicial estadounidense, puede ser llevado a los tribunales, donde no la pasaría nada bien.

Esos cuatro «presuntos» delitos son: incitar a una insurrección, conspiración para defraudar a Estados Unidos, conspiración para hacer una declaración falsa y obstrucción de un procedimiento oficial del Congreso.

 Gran parte de la evidencia ya ha sido compartida por el Comité
con el Departamento de Justicia, tal y como lo solicitó el fiscal especial Jack Smith, quien quiere la colección completa de evidencia y transcripciones de las declaraciones de los testigos.

Mientras avanzan otras causas contra Trump, pudiera pronosticarse que quizá no logre salir incólume de la peligrosa situación, como sí se permitió en los dos fracasados intentos de impeachment cuando ocupaba la Casa Blanca, detenidos por el Senado que votó en contra de ese procedimiento.

Por otra parte, el Panel ya cesa en sus funciones, porque de las elecciones del pasado noviembre surgió una nueva Cámara de Representantes, la cual inicia trabajo en enero y en su composición tiene mayoría el Partido Republicano, lo que podría ser tabla de salvación para el expresidente.

El informe de unas 800 páginas, que ha sido trabajado durante 18 meses por el Panel con las declaraciones de decenas y decenas de testigos o participantes de los acontecimientos del 6 de enero de 2021, considerados por no pocos como un golpe de Estado aupado por Trump, consta de ocho capítulos, los dos primeros están centrados en los problemas de seguridad del Capitolio de Washington, sede del Congreso, y cómo y por qué fue lenta la movilización de la Guardia Nacional para detener los disturbios, una orden que debía darla el mandatario saliente.

Sin embargo, se conoció que Trump estaba en la Casa Blanca viendo por la televisión los
hechos que dejaron cinco personas muertas en el momento y otras dos fallecieron más tarde, y solo  187 minutos luego del comienzo del asalto fue  que trató de detener la violencia.

Sobre este elemento, se conoce que los líderes del Congreso, refugiados para evitar ser agredidos por la turba, llamaron insistentemente a los funcionarios de seguridad y a la dirección del Pentágono para que aceleraran su presencia defensiva en el Capitolio, lo que no está mencionado en un informe alternativo dirigido por cinco legisladores republicanos que estaban propuestos para integrar el panel del 6 de enero, pero que finalmente no formaron parte.

En aquel momento, los demócratas intentaron aplicarle a Trump la vigésimo quinta enmienda de la Constitución y destituirlo, pero no prosperó la iniciativa a pesar de que eran públicos los tuits  del mandatario que agregaron combustible a la furia de los asaltantes, se dijo en la publicación Politico.com

Unos 700 participantes en el asalto fueron acusados en los  tribunales; en enero de este 2022 solo 71 habían sido condenados y en noviembre, tras dos meses de juicio, fue declarado culpable de conspiración sediciosa para impedir que Biden asumiera la presidencia, Stewart Rhodes, fundador del grupo paramilitar de extrema derecha Oath Keepers, que organizó la rebelión armada. Puede ser condenado hasta a 20 años de cárcel. Otros cuatro miembros del grupo también están siendo juzgados.

El tercer elemento reportado por  Politico.com se refiere al trabajo realizado por el llamado
«equipo verde» del Comité 6 de enero, el cual investigó los dineros que financiaron la concentración de los trumpistas en la Elipse o Parque de los Presidentes, ubicado justo al sur de la valla de la Casa Blanca, donde Trump les habló el 6 de enero exhortándolos a marchar hacia el Capitolio, y según se plantea, existen violaciones de financiamiento de campaña.

Además, se incluye un análisis de lo que llaman intentos de los adversarios extranjeros de capitalizar y sacar provecho de la desinformación electoral de Donald Trump.

La evidencia ya ha comenzado a compartirse con el Departamento de Justicia a solicitud del fiscal especial Jack Smith, nombrado por el fiscal general Merrick Garland, para conocer y determinar sobre lo acontecido aquel día que estremeció a Estados Unidos y puso en alerta a parte de la clase política y de la ciudadanía, preocupada por lo que se vio como un agresión grave a la democracia estadounidense.

Es más, no pocos analistas consideran que tanto el sistema legal como el electoral en Estados Unidos están plagados de vulnerabilidades y deben ser reformados para evitar que vuelva a ocurrir otro 6 de enero de 2021.

De todas formas, lentamente, Trump está siendo despojado de sus ropajes. Habrá que ver si le sucede como al rey del cuento de Hans Christian Andersen, a quien sus consejeros no se atrevían a irle a la contraria por no destapar su ira y mal genio, y por tanto terminó desnudo ante los estadounidenses y el mundo.

 

 

El asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 es considerado uno de los atentados más flagrantes al sistema sociopolítico estadounidense. Foto: AFP

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