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2024: ¿hacia la derecha o la izquierda?

Un año electoral se ha abierto con comicios previstos en más de 30 países de América Latina, Europa, Asia y África

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Difícil sería vaticinar con exactitud hacia dónde se inclinará el mundo cuando haya concluido 2024, un año que comienza con el reto poco visto de más de 30 comicios presidenciales en el orbe, sin contar torneos parlamentarios que elevan las lides a unas 80.

Si la panorámica que dejó 2023 sirviera de guía, pudiera decirse que, en sentido general, hay buenas señales para quienes han hecho votos por el mundo mejor y posible del que se habla desde inicios de este siglo.

El año comienza con un ostensible aunque paulatino avance hacia la multipolaridad marcado por la consolidación de polos alternativos como el grupo Brics y distintas asociaciones regionales, la beligerancia económica de China y la extensión de sus lazos comerciales, la imposibilidad de Occidente de aplastar a Rusia en el contexto del conflicto con Ucrania y, en el plano financiero, un declive del dólar como moneda internacional preferencial que pudiera ser el despunte hacia la nueva arquitectura financiera demandada.

Pero esa tendencia no funciona igual cuando se examinan algunos ámbitos nacionales.

En Europa, la llegada de la extrema derecha al Gobierno en Países Bajos, apenas en noviembre pasado, constató el avance de esa corriente que se gestaba desde hace rato en el Viejo Continente, y que se materializó también en las urnas, en 2023,  en naciones como Italia, Finlandia y Suecia.

Ello, sin olvidar el éxito de taquilla del Partido Popular de España y su aliado extremista Vox en las presidenciales de junio, frenado únicamente por la imposibilidad del PP de conseguir los votos necesarios en el Parlamento para llegar al ejecutivo, y las alianzas forjadas por el PSOE con varios gobiernos autónomos que dejaron a Pedro Sánchez en La Moncloa.

Tales resultados constituyen un alerta cuando están previstas elecciones legislativas en Austria y federales en Bélgica, países donde partidos de ultraderecha cuentan con ostensible apoyo. Finlandia abre el cronograma escogiendo presidente este enero, y Portugal lo hará de modo adelantado en marzo, luego de la obligada dimisión del socialista Antonio Costa hace dos meses.  

Para algunos analistas, el avance derechista recoge el fruto del sentimiento antinmigrante en la zona, lo que se verá reflejado en el auge de ese tema en sus políticas, de seguir su arribo al poder.

Esos antecedentes matizarán igualmente las elecciones del Parlamento Europeo, que tendrán lugar en junio, y resultarán definitorias en su proyección como bloque hacia el resto del mundo.

Fuera de ese conglomerado se ubican las presidenciales de Rusia, nación que bajo el liderazgo de Vladimir Putin ha resistido las presiones implementadas contra su economía por Estados Unidos y Occidente, mediante la injerencia de estos en el conflicto entre Moscú y Kiev, buscando demoler a Rusia.

Ese debe ser un poderoso punto a favor del actual Presidente ruso, quien ha anunciado que participará en las elecciones pautadas en marzo.

Menos previsibles pueden resultar los movimientos políticos en la relegada África, que estuvo en la palestra en el año recién concluido no solo por los vínculos que China y Rusia reforzaron con ella sino, sobre todo, por los golpes militares constatados en Níger y Gabón, que elevaron a cerca de una decena las asonadas vividas en el continente durante los últimos cuatro años.

Con escenario subyacente en la pobreza ancestral como resultado del colonialismo, esos acontecimientos, casi todos en excolonias francesas, no solo reflejaron un rechazo a gobiernos instaurados en el poder durante décadas. También dejaron ver el repudio al influjo latente de la exmetrópoli en sus destinos.

Es en ese marco que una decena de países africanos celebrarán presidenciales en 2024 entre los que destacan Senegal, Namibia, Botswana, Mozambique, Sudáfrica y Ruanda, así como, ya en distinto marco, lo harán Túnez y Argelia, sin contar comicios legislativos y locales en otras naciones.

En Asia se votará en Indonesia, Pakistán, Bangladesh y la India.

Latinoamérica, cambios en pugna

Mientras, en nuestro hemisferio, Uruguay, con su Frente Amplio, tendrá oportunidad en octubre de abrir un capítulo distinto a la reciente irrupción en la región de una derecha liderada por presuntos outsider que, en algunos casos, disfrazaron bajo supuestos propósitos de orden y limpieza institucional, un quehacer reaccionario.

La vuelta de un Gobierno de izquierda con tanto peso específico como el de Luiz Inácio Lula da Silva abrió 2023 en Brasil; pero el año cerró en Argentina con la derrota electoral del peronista Unión por la Patria, que dejó en el poder al ultraderechista La Libertad Avanza de Javier Milei.

De cierto modo, ello ha vuelto a interrumpir la recuperación del progresismo que se venía dando luego de la llamada restauración neoliberal que truncó la «década ganada», y que habían abierto los triunfos de Hugo Chávez en Venezuela (1998); Néstor Kirchner, Argentina, y Lula, Brasil (2003); Evo, Bolivia (2005); Correa, Ecuador (2007). 

Descapitalización de los partidos de izquierda mediante la politización de la justicia y la manipulación mediática mientras se reactivaba la derecha, así como estrecheces económicas irresueltas y fruto, en buena medida, de las presiones políticas externas haciendo uso del injusto orden económico y financiero mundial, han estado en el inside.

También irán a las mesas electorales los salvadoreños, en febrero, comicios en los que se espera una alta votación que ratifique en la presidencia a Nayib Bukele, pese a que la reelección no está contemplada en la Constitución, lo que ha originado polémicas.

Pero la Corte Suprema abrió esa posibilidad y, además, el mandatario, surgido desde la izquierda política y luego apartado de ella, cuenta con una alta popularidad debido, en primera instancia, a los logros de su política de mano dura en el enfrentamiento a la delincuencia.

La IV Transformación liderada por Morena y su líder, Andrés Manuel López Obrador, pondrá su destino a consideración del electorado cuando las urnas se abran en junio en México, donde dos partidos tradicionalmente contendientes, el Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN), se han aliado para hacer frente al Movimiento de Regeneración Nacional, en el Gobierno.

Dos mujeres han sido escogidas ya como candidatas de esas, las dos fuerzas contendientes más importantes y, según los sondeos, la representante de Morena, Claudia Sheinbaum, va delante con unos 20 puntos de diferencia sobre su rival.

Votarán igualmente este año los dominicanos y los panameños, pero las miradas estarán centradas en Venezuela, donde otra vez la Revolución Bolivariana se someterá al escrutinio del pueblo, que en más de una veintena de ocasiones la ha ratificado en el poder por medio de distintos comicios.

Sin fecha exacta todavía de celebración, las presidenciales venezolanas se celebrarán nuevamente bajo la presión de las medidas punitivas con que Estados Unidos ha intentado vanamente el derrocamiento del Gobierno bolivariano. Ello, sin olvidar el apoyo político y financiero que las sucesivas administraciones estadounidenses han destinado a la oposición derechista, en el deseo de convertirla en punta de lanza contra un proceso que, pese a ello, no han logrado asesinar.

Luego de diálogos con una oposición forzada por sus fracasos a dejar la vía violenta y sumarse al carro político, la institucionalidad venezolana ha abierto las puertas a otra elección donde la derecha participará.

No obstante, es de esperar que el discurso de EE. UU. y posibles aliados de Occidente cuestionen el proceso, pese a la transparencia que caracteriza el desempeño electoral venezolano pues, precisamente, la deslegitimación ha sido una de las vías usadas de manera infructuosa por Washington para derrotar la Revolución.

Los más seguidos

Pero, a nivel global, las elecciones que más expectativas abren desde ya son las de Estados Unidos, con el escandaloso Donald Trump pugnando por la candidatura republicana, y el demócrata Joe Biden aspirando a la reelección, envueltos en la mar de escándalos: el primero, por sus vínculos con el asalto al Congreso en 2021, y el otro, por presuntos hechos de corrupción que imbrican a su hijo y con lo que se quiere detener su posible repetición.

El peso de Estados Unidos en el acontecer mundial justifica que estos comicios sean los más seguidos. Pero, aunque cada partido ha impreso características propias a sus mandatos, lo cierto es que, de cara al mundo, sus sentimientos equivocados de poder omnímodo son los mismos. Los cambios que espera el planeta, por tanto,  no los definirá quien resulte ganador.

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