Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Estados Unidos no puede esconder su racismo

Autor:

Juana Carrasco Martín

También en Nueva York se manifestaron a favor de los seis de Jena. Foto: AP Jena, una pequeña población de Louisiana donde el 85 por ciento de sus 3 000 habitantes son afronorteamericanos, ha revivido la lucha por los derechos civiles de los ciudadanos negros de Estados Unidos. Este jueves miles de estadounidenses, llegados desde muy diversos puntos del país, colmaron sus calles y se reunieron ante la corte del distrito LaSalle para exigir justicia en un caso donde la división racial ha mostrado su fealdad.

Todo comenzó en septiembre de 2006 cuando un estudiante de Jena High School se sentó bajo un frondoso árbol de los predios de la escuela que hasta entonces daba sombra solamente a los estudiantes blancos. Al día siguiente tres horcas pendían de las ramas, en oprobioso recordatorio de los linchamientos que durante buena parte del siglo XX caracterizaron las más violentas prácticas racistas en el profundo sur de Estados Unidos. Nadie fue acusado de la infamia...

Sin embargo, apenas tres meses después, en diciembre de 2006, seis estudiantes negros —Carwin Jones, Robert Bailey Jr., Theodore Shaw, Bryant Purvis, Jesse Ray Beard y Mychal Bell— que supuestamente golpearon a un alumno blanco, Justin Baker, durante una trifulca en los terrenos de la escuela, fueron encarcelados y se les impuso fianzas de entre 70 000 y 138 000 dólares, que casi ninguno pudo pagar.

En muestra de cómo actúa la «justicia» en Estados Unidos se les acusó nada menos que de intento de asesinato en segundo grado... Luego los cargos fueron reducidos a asalto agravado, pero aun así el pueblo afronorteamericano consideró desproporcionada la incriminación que dejaba en claro que la sociedad estadounidense todavía es incapaz de echar a un lado el racismo.

El caso de los Seis de Jena, apenas abordado por la gran prensa durante los meses en que ha estado transcurriendo el proceso, recibió ahora la atención pública cuando miles de personas, encabezadas por líderes de la comunidad negra como los reverendos Jesse Jackson y Al Sharpton, y Julian Bond, de la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color (NAACP), renovaron las históricas marchas contra la segregación racial de los años 60, en las que Martin Luther King daba a conocer sus sueños de igualdad, justicia y paz...

«Este es un abuso estadounidense que demuestra que continúa la vergüenza de la división racial en nuestro país», afirmó ahora Julian Bond.

A cientos y cientos de kilómetros el tema fue abordado con esta declaración: «Los eventos en Jena me han afligido. Y entiendo las emociones... Y todos nosotros en Estados Unidos queremos ser justos, cuando se trata de justicia». El mandatario George W. Bush no podía soslayar el caso que pone en entredicho esa formulación. Como decía una pancarta enarbolada en Jena «no pueden esconder su racismo».

Este jueves estaba previsto que se anunciara la condena al primero de los jóvenes: Mychal Bell, de 17 años, quien a pesar de su edad había sido juzgado como adulto por un tribunal de blancos, decisión que solo fue abolida por una corte de apelaciones la semana pasada, y que podría llevarlo a prisión por 22 años.

Quizá la realización de la marcha determinó que el tribunal de LaSalle no dictara todavía sentencia este jueves, y los seis continúan en proceso de apelación.

Un elemento contribuye a exponer la vergüenza presente: los jóvenes blancos que colgaron las sogas en el árbol de la escuela de Jena no fueron expulsados como se pedía y correspondía, apenas se les suspendió tres días de clases, pero contra los seis estudiantes negros hubo presiones del abogado de la junta escolar para que esta entidad confirmara su expulsión. Resulta que ese abogado no es otro que el fiscal de distrito Reed Walters, quien está actuando en la corte criminal contra los Seis de Jena...

Walters, rodeado exclusivamente por vecinos blancos, decía una agencia cablegráfica, dio una conferencia de prensa el miércoles para tratar de refutar las acusaciones de proceder racista. Pero él ha contribuido bien y en grande a que el pequeño pueblo sea en el presente sinónimo de un racismo que muchos creyeron era cosa del pasado.

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