Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Novio Leal a La Habana

Autor:

Darian Bárcena Díaz

No hacen falta alas para hacer un sueño,

basta con las manos, basta con el pecho,

basta con las piernas y con el empeño… Silvio Rodríguez

La Habana celebra hoy su aniversario 499. Es una de esas ancianas que con corazón joven continúa bella y coquetea con su sempiterno enemigo: el tiempo.

Y pasan, inevitablemente, los años, mas la ciudad resiste por el bien de sus hijos. Desde hace varias décadas cuenta con un aliado infalible: Eusebio Leal Spengler. Un hombre, sí. ¿Quién lo diría?

¿Quién pensaría que un simple mortal —si es que el maestro Eusebio tiene algo de simple o de mortal? encararía y combatiría la destrucción producida por el tiempo?

Sí. Lo hizo, lo hace y, ojalá, lo continúe haciendo. Es una de esas personas que al decir de la escritora Fina García Marruz «en su sacrificio humilde, en la entrega tenaz de sus horas, en la vehemencia prometeica con que ama a La Habana —como en otras tantas cosas—, es donde está su huella. Cuando lo olviden los hombres, todavía lo recordarán las piedras».

Pareciera que tiene el don de la ubicuidad. Está en muchos lugares simultáneamente. En cualquiera de los sectores de este campo de batalla. Siempre lanza en mano sobre su caballo, presto a la defensa, a la conquista de la utopía.

Y es que el Doctor Leal es un hombre de utopías, que sabe que «La Habana es tan importante en 5ta. Avenida y Malecón, como en la Calzada del Cerro o la calle 41», y por eso «nuestra visión debe ser amplia. Yo no soy el Historiador de La Habana Vieja, soy el Historiador de la Ciudad y, por tanto, me debo a ella».

No faltaron los escépticos que auguraban el fracaso de su labor restauradora antes de comenzarla siquiera. Sin embargo ahí está la ciudad, parcialmente renovada, y ahora, con disímiles acciones en movimiento para honrar su medio milenio en 2019. No se trata de una meta, sino de un hito para seguir laborando apasionadamente por ella, tal y como confesó el Historiador de la Ciudad, el lunes último, en un encuentro con la prensa, en el Salón de los Escudos del Capitolio Nacional.

Todo ello es muestra del empeño y la dedicación de este Quijote que no conoce la palabra imposible. Y lo sabemos, porque en los momentos más duros, cuando la escasez de recursos o los problemas personales han puesto zancadillas se ha mantenido estoico, aferrado a una ilusión que es, a fin de cuentas, lo que nos purifica de los baños de incertidumbre y tristeza con que nos salpica la vida.

Perseverancia. Esa es la palabra que lo define. La espada que blande contra las incomprensiones, las dificultades. Su arma para rescatar nuestra identidad, desafiada por lo insulso y lo insustancial que pretende arrebatarnos el ser, el ser nosotros, el ser, afortunadamente, cubanos.

El tiempo pasó y Eusebio no ha quedado atrás. Sigue trabajando y llamando a hacerlo intensamente por La Habana, «cada uno desde el ángulo que le toca». Las canas y las arrugas han sido, quizá, las únicas heridas que los filosos cuchillos de los años le han podido ocasionar. Lo demás son solo rasguños, testigos de la silenciosa lucha de un hombre que ha sido novio leal de La Habana por más de tres décadas.

Y es que la gente como Eusebio no abunda, pero permanece. Como decía el poeta: «Hay gente que con solo abrir la boca/ llega hasta todos los límites del alma/alimenta una flor, inventa sueños/hace cantar el vino en las tinajas/ y se queda después como si nada. / Y uno se va de novio con la vida/desterrando la muerte solitaria/ pues sabe que a la vuelta de la esquina/ hay gente que es así, tan necesaria».

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.