Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Ante la memoria de nuestros abuelos y padres

Autor:

Ernesto Limia Díaz

Gente de Zona, Descemer Bueno y Yotuel Romero nos llaman a la rendición desde Miami. Hablan de Patria y Vida en una canción que ha empezado a circular en las redes sociales de internet, acompañados del individuo que hace apenas tres meses le pidió a Donald Trump una invasión contra Cuba. Defendiendo su espacio en las disqueras de ese enclave, que controla el ultrarreaccionario matrimonio Estefan, intentan legitimar una construcción simbólica de tinte anexionista. Vale recordar cómo construyó nuestra nación la frase que tanto temen, a pesar de sus rostros y gestos belicosos.

El 10 de octubre de 1868, en Demajagua, Carlos Manuel de Céspedes se dirigió en nombre de la vida a la multitud de patriotas reunida para levantarse en armas contra el poder colonial español: «No nos extravían rencores, no nos halagan ambiciones, solo queremos ser libres e iguales, como hizo el creador a todos los hombres», dijo en su estremecedora arenga. Al terminar, llamó a sus esclavos a filas (53) y después de proclamar su libertad los convocó a marchar unidos para emancipar a la patria como combatientes del Ejército Libertador que durante diez años se mantuvo en la manigua al grito de «Independencia o muerte».

El 19 de mayo de 1895, en Vuelta Grande, Martí arengó a unos 300 combatientes del Ejército Mambí, congregados para escucharlo: «Por la causa de Cuba, dejaré que me claven en la cruz», expresó. No se trataba de un suicida, era un hombre de gran sensibilidad, un poeta y un revolucionario que amaba la vida; tanto, que no tenía reparos en morir por ella. Pero a diferencia del Padre de la Patria, Martí lanzaba a los cubanos a pelear contra el poder colonial y también contra el acechante imperio yanqui. Unas horas antes lo había confesado a Manuel Mercado: «...ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso». Sabía difícil la lucha, pero creía en la victoria. Así lo proclamó ante aquella masa que lo escuchaba inflamada: «Sobre las filas heroicas la bandera de Cuba abatirá al opresor». Apenas dos horas más tarde cayó en combate.

Cuba debió sufrir la vergüenza de 60 años bajo la sombra neocolonial del gigante de las siete leguas que nos desprecia. Hasta que llegó Fidel y mandó a parar. Lo ensayaron todo para desvirtuar su victoria, desde el apoyo financiero y con armas al sanguinario Fulgencio Batista, hasta la posibilidad de una invasión con los marines que impidiera la victoria rebelde. Era tal el rechazo a la injerencia yanqui entre los cubanos y tan masivo el apoyo popular a los barbudos de la Sierra Maestra, que ellos mismos se llamaron a la calma. Pero a partir de enero de 1959 comenzaron la guerra; primero con sutileza, luego sin el menor recato. Bloqueo, terrorismo de Estado, cerco político, campañas difamatorias, todo lo ensayaron.

 La Habana se estremeció el 4 de marzo de 1960, cuando estalló el barco La Coubre, cargado de armas, como consecuencia de un sabotaje de la CIA. Durante el sepelio de las víctimas, Fidel pronunció por primera vez una frase que sintetiza el legado de Céspedes y Martí: «Patria o Muerte».

Tres meses más tarde, en el discurso pronunciado el 7 de junio en el acto de clausura del Primer Congreso Revolucionario de la Federación Nacional de Trabajadores de Barberías y Peluquerías, completó la consigna: «...los que tenemos el privilegio de jugar este rol que Cuba está jugando en la historia de este continente, sabremos estar a la altura de las circunstancias, con la seguridad de que venceremos, vencerá nuestro pueblo; ¡cueste lo que cueste, vencerá nuestro pueblo! Porque sus hijos están decididos a defenderlo, porque sus hijos tienen el valor, el patriotismo y la unión que en una hora como esta se necesita, porque sus hijos han dicho: ¡Patria o Muerte! Y han dicho ¡Patria o Muerte!, porque esa es la consigna de cada cubano. Para cada uno de nosotros, individualmente, la consigna es: ¡Patria o Muerte!, pero para el pueblo, que a la larga saldrá victorioso, la consigna es: ¡Venceremos!».

 Han pasado 60 años y a solo dos meses del congreso de nuestro Partido, esa frase de estirpe mambisa cobra más sentido que nunca frente a quienes anhelan a la patria rendida a los pies de un imperio que el día que nos suponga debilitados y con la mirada en el piso, no tendrá reparos en pulverizarnos y hundirnos en el mar, para silenciar hasta la eternidad el símbolo. Ante la memoria de nuestros abuelos y padres, le recordamos de una vez y por todas: «Cuando hay hombres sin decoro, hay hombres (y mujeres) que llevan en sí el decoro de muchos hombres».

 

¡Patria o muerte!

¡Venceremos!

 

(Texto tomado de su perfil en Facebook)

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