Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿Será el cascabel o el gato?

Autor:

Roberto Díaz Martorell

Resolver la disyuntiva de si es el cascabel o el gato el obstáculo para materializar los Proyectos de Desarrollo Local (PDL) en Isla de la Juventud es una asignatura pendiente, a pesar de los esfuerzos del Gobierno local, la Universidad, las organizaciones políticas y de masas y todos los ciudadanos interesados en avanzar en ese sentido.

Y no ha sido por falta de espacio de concertación, capacitación, debate, asesoría o voluntad política de la nación. Al parecer, lo que influye en la no concreción de esos PDL en este municipio especial se relaciona con subjetividades sobre integración, encadenamientos y hasta comprensión del valor económico y social de este empeño.

Digo esto porque el «cascabel» se tomó en la mano cuando en 2012 se creó el Programa de Desarrollo Integral para este territorio, y desde entontes hasta la fecha dicho cascabel ha cambiado de manos, formas e intenciones, sin que nadie haya logrado ponérselo al gato.

Siete años después, en 2019, especialistas de la local Universidad Jesús Montané Oropesa iniciaron una actualización de la Estrategia Territorial de Desarrollo. Con ese fin visitaron comunidades —las urbanas y las rurales— para diagnosticar las necesidades de crecimiento económico y develar potencialidades endógenas para el desarrollo local con participación popular.

Recuerdo que en medio de ese proceso se empezaba a hablar y visualizar más los PDL en la Isla, con la asesoría directa de Ada Guzón, directora del Centro de Desarrollo Local y Comunitario en Cuba, y se establecieron las líneas estratégicas para este territorio teniendo en cuenta la producción de alimentos, el desarrollo de la industria local, la formación de capacidades y comunicación, el afianzamiento de la identidad y el turismo.

En ese tiempo, en su artículo Medición del desarrollo local en la Isla de la Juventud desde diferentes experiencias cubanas, la especialista al frente de la actualización, Liudyana Domínguez, señalaba a los recursos naturales y no naturales como una bendición que elevaba las potencialidades endógenas para, racionalmente explotados, garantizar la calidad de vida de los pineros.

Sin embargo —aclaraba—, si no se tiene una planificación integral que combine las inversiones a partir de las particularidades locales, entonces no se logrará el bienestar social que espera la población pinera. Casi profético.

A finales de 2020, y en medio de la adversidad sanitaria por la COVID-19, el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez advirtió en visita gubernamental al territorio sobre la necesidad de agilizar los procesos de implementación de las políticas dirigidas al desarrollo local. Llegaron entonces a Isla de la Juventud especialistas de la Universidad de Pinar del Río para —otra vez— capacitar, asesorar y reorientar la estrategia.

En mayo de 2021, según Rafael Licea Mojena, rector de la Universidad local, se capacitaron, asesoraron y acompañaron desde la academia a unos 244 actores de la economía de las 12 empresas de subordinación municipal. Y todavía no se observan las transformaciones.

En un reciente encuentro-taller sobre el vínculo universidad-empresa, realizado en la academia con la participación del Gobierno, empresarios y emprendedores locales, se solicitó por el representante gubernamental la culminación de aquella actualización de la Estrategia, que incluye también como imperativo fortalecer a los equipos de trabajo de cada uno de los 34 programas de desarrollo en el territorio.

Y otra vez nos vemos frente a la misma disyuntiva. ¿Será entonces el cascabel o el gato?

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