Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Palestina no puede ser un pueblo olvidado

Autor:

Juana Carrasco Martín

La infame guerra del régimen sionista encabezado por Benjamin Netanyahu y el gabinete ultraextremista acompañante debe cesar de inmediato. El citado «Mundo Occidental», que también se hace llamar «la comunidad internacional» asumiendo poderes no concedidos, ha mantenido durante decenas de años una vergonzosa posición de apañamiento al robo de las tierras de un pueblo y de su derecho a constituirse en ellas como Estado.

Ahora, esa conducta cómplice es aun más execrable, y si Israel viola todas las leyes y convenios del Derecho Internacional, si se burla de la ONU y el dictamen de la mayoría de sus países miembros, si hace caso omiso al clamor en los cuatro puntos cardinales de millones de personas estremecidas por la barbarie de los crímenes que está cometiendo, no puede esperarse a la justicia divina —sea cual sea el Dios que la imparta. La condena y las sanciones de los hombres en la Tierra deben alcanzarlo y enderezar su camino retorcido. Y demasiados coautores y encubridores tiene Tel Aviv, también sujetos a que con probidad y firmeza se les juzgue y castigue.

De lo contrario, como Humanidad estamos en crisis, muy cercana al caos total y lo que ello conlleva. Por motivaciones geopolíticas de poder y más que nada avaricia y sucio interés monetario, presentan esa perversidad filosófica del despojo como un enfrentamiento ideológico, de religiones y culturas, de razas, colores e idiomas, cuando la razón determina que TODOS somos iguales y diversos y debiéramos vivir nadie con más y nadie con menos… incluidas tierra y nación.

Luego de ser casi arrasada y diezmada, Gaza tiene —sobre sus muertos desconocidos, no contados, insepultos, pero enterrados bajo los escombros—, las botas de un ejército de ocupación que celebra su pírrica victoria, en la que perdió razón, conciencia, decoro, vergüenza y humanidad y ganó en cobardía y descrédito, porque violaron estos mandamientos de las tablas de Moisés, recogidos también en el Talmud y la Torá y lo explican los rabinos o los predicadores del cristianismo:

No matarás, porque cuando uno mata a un ser humano, creado a imagen de Hashem o Dios, es como si él hubiera dañado a Hashem Mismo. El castigo Celestial para un asesino es que será asesinado por algún otro…

No robarás, que también significa secuestrar a las personas y pienso en los retenidos por Hamás en los actuales acontecimientos, pero sobre todo en los cientos y miles de palestinos en encarcelación administrativa, es decir sin acusación, juicio y condena alguna, incluso niños y mujeres.

No codiciarás la casa de tu prójimo, ni cosa alguna de tu prójimo, porque ese deseo hace a una persona volverse un criminal, está expuesto a tornarse violento si le es negado, e incluso a asesinar al propietario del objeto que ansía.

No dirás falso testimonio contra tu prójimo, porque conduce a la destrucción de la civilización. Causa a las víctimas ser castigadas por crímenes los cuales nunca cometieron. También permite a las personas robar, asesinar, y oprimir a otros y luego escapar al castigo por falso testimonio. Uno que testifica falsamente de tal modo trae destrucción al mundo.

Mandamientos traducidos en leyes morales y de justicia por las naciones para su gobernabilidad interna, por convenios internacionales para tratar de mantener la paz, por el derecho humanitario para que se preserven y no se violen las vidas…

El conflicto actual entre israelíes y palestinos se remite a la declaración de independencia de Israel en 1948, un país que desde su fundación ha expandido sus límites sobre la base de un ambicioso sionismo a costa de sus vecinos. Ningún pueblo tiene derecho alguno sobre otro y todos tenemos el derecho de existir.

El Israel insaciable, ese del apartheid y el sionismo, por los siglos de los siglos será acompañado por esos estigmas y debe ser alcanzado por la justicia humana. Amén.

 

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