Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Crónica de una parada llena

Autor:

Laura Fuentes Medina

La caseta azul que señala la parada fue refugio de tres jóvenes que decidieron aventurarse aquel domingo de mayo a conocer el popularmente conocido como Zoológico de 26, en La Habana. Poco familiarizadas con el lugar y las personas, conocían menos sobre la magnitud del déficit de transporte público, escaso de lunes a sábado, exiguo en la tarde de un domingo.

A su alrededor un puñado de personas esperaban desde las tres el ómnibus que los acercara a su lugar de destino, el mismo que poco antes había viajado en sentido inverso hacia su terminal para poner fin a ese recorrido y comenzar el siguiente. Una hora pasó, dos horas, luego tres… El manojo de personas fue en aumento junto al calor, el cansancio, la incertidumbre… El transporte no regresó.

En busca de una alternativa, algo que las acercara un poco, echaron mano a aplicaciones de ruteros y ómnibus urbanos. Así, la «gazelle» oportuna fue alivio a una parte de sus preocupaciones y las tres tuvieron suerte de hallar espacio en el transporte.

Sin embargo, en el microbús amarillo, suerte de duende en aquella hora para nada milagrosa, viajaba un infante sentado junto a su madre, quien se negaba a acogerlo en su regazo para ceder el asiento a un padre y su pequeña niña que estuvieron a punto de quedar sin cupo. Fue cuando menos refrescante atestiguar la preocupación de otro pasajero que, cercano a su destino, pidió al chofer dejarlos entrar y compartir asiento hasta la siguiente parada.

La condición humana de tener conciencia social y sentir afecto y empatía por el prójimo es algo que debemos preservar. Una de las muchachas recordó cuando, más temprano ese mismo día, un pasajero pidió al chofer detener el ómnibus para socorrer a un desconocido en la multitud que esperaba el transporte y fue víctima de una hipoglicemia. Héroes sin capa, se suele decir; seres humanos, prefiero pensar.

Y es que las muestras de solidaridad y humanismo existen, pero en una sociedad con valores individualistas al acecho, como la ambición, la vanidad y el egoísmo, acciones como aquellas se antojan cada vez más necesarias.

Cierto es que la situación del transporte público es delicada y está inevitablemente mediada por la escasez de combustible y de recursos, pero es necesario hacer alusión a la insensibilidad de algunos transportistas públicos que elevan el costo de su pasaje a niveles risibles, mientras que otros, que viven en el mismo país, no lo hacen, o de pasajeros poco empáticos que anteponen su comodidad al bienestar de otro ser humano.

Todos tenemos problemas, responsabilidades, expectativas a nuestras espaldas. Algunos cargan con el peso de ser el sustento de su familia, otros simplemente esperan llegar pronto a casa para no perturbar la tranquilidad de alguien. Las rutinas diarias de las personas son muchas, pero perpetuar una visión divisionista solo nos aleja del otro.

Lo que de ningún modo puede pasar es que perdamos nuestra humanidad. Las acciones solidarias pueden, cuando menos, mejorar el día de alguien e, incluso, salvar vidas.

 

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.