Octavio Rodríguez Fernández, Churrisco, premio nacional del Humor 2018. Autor: JAPE Publicado: 09/10/2025 | 10:59 pm
Octavio Armando Rodríguez Fernández, más conocido por Churrisco. Actor humorístico que nació en La Habana el 19 de enero de 1947 y murió en esta misma ciudad el 8 de abril de 2019. Fundador del Centro Promotor del Humor, formó parte de su Junta Artística y presidió la Sección de Humoristas de la Asociación de Artistas Escénicos de la Uneac y el Consejo Artístico de la agencia Caricatos. En repetidas ocasiones
fue presidente y miembro del jurado del Festival Nacional de Humor Aquelarre, y en los años 2006 y 2007 presidió el jurado del Premio Nacional de Actuación Humorística Caricatos.
Premio Nacional del Humor 2018, es considerado entre los más reconocidos humoristas de Cuba. Su humor costumbrista reflejaba lo más autóctono de la sociedad desde una crítica elaborada.
Recibió la Distinción por la Cultura Nacional que otorga el Ministerio de Cultura de la República de Cuba. Fue merecedor del premio especial Mariposa, por la conducción del Festival Internacional Boleros de Oro en 1992, así como la Orden Nicolás Guillén, que otorga la Uneac, por su aporte a la cultura de nuestro país. Entre otros reconocimientos ostentaba el diploma de Visitante Distinguido y la Llave de la Ciudad de Veracruz, México.
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—¿Por qué escogiste ser humorista?
—Primero, es puramente genético; y segundo, por tradición familiar. La genética transmite algo en el genoma humano que tiene que ver con la comicidad. Mi familia es eminentemente cómica: mi madre, mi tío Joseíto, mi tía Leopoldina, mi tía Ofelia, mi tío Leopoldo Fernández, conocido como «Tres patines», fue una gloria del humor cubano. Dio vida al programa más importante de toda la historia de la radio cubana: La tremenda corte. Fue también el negrito más famoso que tuvo la radio. Pertenecer a esa familia con mis hermanos Enrique, Miguelito; mis primos Carlitos, Sergio…, todos eran personas que la risa la tenían como denominador común.
Leopoldo Fernández, conocido como «Tres patines» era tío de Churrisco.
«Yo crecí en ese ambiente. Un día choqué con la imagen de mi tío Leopoldo en un teatro y me asombró ver cómo una persona con solo un gesto o una pequeña acción en escena lograba ovaciones y carcajadas, y me dije: caramba, este señor es útil. Yo quería ser siquiatra, o sea, quería ser útil y pensé que ser actor humorístico también sería una manera de ser útil.
«La vida me llevó a ser especialista en lenguas extranjeras, estudié siete años en la URSS, y con un estipendio me pagaba clases particulares de actuación con una actriz rusa retirada. Ahí empezó Churrisco, sin llamarse todavía Churrisco. Comenzó la carrera humorística de una persona que quería parecerse o ser la continuidad de sus primos, de sus tíos; pero sobre todo, de Leopoldo Fernández. No imitarle, porque yo sabía que era inimitable, pero sí continuar esa carrera, sostener la bandera del humorismo en la familia Fernández».
—¿Qué es lo que más ha exigido de ti esta profesión?
—La gente subestima
mucho esta profesión. Solo dicen: «Na, es el cómico». Es mucho más complicado cuando tienes estatura pequeña, como yo, y te presentas en un teatro como el Karl Marx sin haber estudiado en una escuela de arte.
«No soy graduado de la ENA ni el ISA. Me he superado y he estudiado muchísimo, recibido cursos de voz, dicción, expresión cultural… No soy artista de “papelito” (título), pero casi lo tengo. Hay que esforzarse mucho para ser actor cómico de verdad.
«Tuve la extraordinaria oportunidad de vincularme desde un principio con el grupo Nos y Otros, un elenco que exigía un texto, una memoria y una buena elaboración a la hora de trabajar. Con ellos hice cosas de muy buena calidad. De Nos y otros viene Churrisco. Es cuando yo le doy vida, en la Casa del Joven Creador (actual Museo del Ron), a este personaje que había surgido en la literatura: Armando Churrisco.
«Me quedó esa huella de Nos y otros, una huella indeleble porque no hago concesiones, no utilizo obscenidad, trato de transmitir inteligencia y sorprender en cada una de las actuaciones. O sea, esto de ser actor humorístico requirió de mí un extraordinario esfuerzo, sobre todo porque era profesor universitario y mucha gente decía: “¡Ay, Dios mío, un profesor de la universidad en la televisión haciendo chistes!”. Los alumnos dijeron la última palabra cuando asumieron: “En la televisión él es Churrisco, en el aula es el profesor Octavio”. Ser humorista para mí no ha sido fácil».
—¿Cómo te ven tus familiares y amigos: como un profesional o alguien que le ha sacado partido a una habilidad del carácter?
—En el caso familiar, me ven con mucho cariño, porque soy el famoso de la familia. Cuando sales tres o cuatro veces por la televisión o te aplauden en un teatro, tomas esa distinción y no puedes faltar a las fiestas familiares. Mi familia es muy unida y me agradece que haya mantenido esa tradición de los Fernández.
«Muchos piensan que por ser humorista obtengo beneficios económicos y no siempre es así. Pienso que la mayor gratificación es el respeto y consideración de la familia, de los amigos y, sobre todo, del público».
—¿Qué es el público?
—Lo más importante. Hay actores que subestiman al público. Hacen su rutina y si les gusta bien, y si no, también. Olvidan que el público es muy sabio, sobre todo el público cubano, que ha visto mucho y conoce de este género.
«La gente te detiene en la calle, te hace mil preguntas. Te interroga sobre asuntos de índole personal. Qué decepción sufre el público cuando aborda a un actor humorístico que es muy popular y este le dice que no lo puede atender, o simplemente levanta la cabeza y sigue su camino sin prestarle atención.
«En mi caso salgo a buscar el pan a las nueve de la mañana y regreso a las dos de la tarde. Para mí conversar con el público es conocer el resultado de mi trabajo. Quien me ha visto en un centro nocturno, habrá notado que antes de trabajar voy persona por persona, saludándola y dándole la bienvenida. Así me entero de quiénes son, de quiénes están en el público. Esta técnica también la utilizaba Tres patines para sintonizar el show. El público no es quien me da el dinero, es quien me da la posibilidad de sentirme realizado».
(Fragmento de entrevista realizada a Churrisco en 2014 para el proyecto de la serie audiovisual Vivir y morir de la risa)