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Un chubasco directo a la raíz

El empleo de la «lluvia sólida» permite un considerable ahorro de agua y energía

Autor:

Marianela Martín González

Convencido está el Doctor en Ciencias Técnicas Agropecuarias Enrique Cisneros Zayas de que el empleo de los polímeros superabsorbentes, conocidos también como «lluvia sólida», podría ser una alternativa en la agricultura cubana para enfrentar la escasez de agua que genera el cambio climático.

Ya él, junto con el Máster en Ciencias Reinaldo Cun González, el ingeniero Leynis Rosales Naranjo y el técnico Dariel González Morales, probaron la eficacia de la referida tecnología en el organopónico del Instituto de Investigaciones de Ingeniería Agrícola (IAgric), donde Cisneros funge como investigador titular.

Durante el período comprendido entre diciembre de 2016 a marzo de 2017, llevaron a cabo un estudio pensando que los resultados podrían ser promisorios. Fue entonces cuando en áreas de dicho organopónico plantaron cuatro canteros con tomate variedad Vyta, y a dos de ellos les aplicaron la «lluvia sólida». Suministraron 3,0 gramos de lluvia o agua sólida por planta en forma de semicírculo para lograr un buen anclaje de las mismas.

«En el ensayo les dimos seguimiento a distintos indicadores. Analizamos la dinámica de humedad en el sustrato, contabilizamos los riegos, las dosis totales, el estado hídrico de las plantas, los rendimientos y calidad de las producciones.

El empleo de la tecnología permite mantener altos niveles de humedad en el suelo, para el desarrollo de la variedad de tomate Vyta.

«En los canteros donde se aplicó lluvia sólida el promedio de riego fue inferior en un 22 por ciento en comparación con los canteros testigos. Las dosis totales de riego variaron en el rango de 142,21 y 203,15 milímetros, siendo inferiores en los canteros con lluvia sólida.

«En los ensayos testigos el intervalo de riego promedio fue de tres días, mientras donde se aplicó la lluvia sólida el intervalo fue de cinco. También logramos mayor calidad del producto y productividad agronómica del agua en los canteros donde se aplicó el polímero.

«Felizmente comprobamos que el empleo de dicha tecnología, en condiciones de organopónico, permitió mantener niveles de humedad en el suelo que favorecieron el buen desarrollo fenológico del cultivo».

—¿De dónde proviene esa tecnología y qué países la utilizan?

El Doctor en Ciencias Técnicas Agropecuarias Enrique Cisneros Zayas.

—Los polímeros superabsorbentes se crearon hace más de 50 años por la agencia espacial de Estados Unidos (NASA) como una alternativa de solución al problema de la escasez de agua en diferentes países.

«Fue en la época en que el Departamento de Agricultura estadounidense comenzó la búsqueda de ma-teriales que sirviesen para mejorar la economía hídrica del suelo, a partir de una resina basada en un polímero de acrilonitrito que tiene una capacidad de absorción de 400 veces su peso.

«Esta técnica tiene el objetivo de optimizar el uso de agua para el riego agrícola en cultivos hortícolas, frutales, extensivos, ornamentales, forestales, viñedos, viveros y pastizales. Actualmente, además de México, la tecnología la están empleando productores de Estados Unidos, Chile, España y Costa de Marfil.

—¿Qué beneficios se asocian a la «lluvia sólida»?

—Actúa como un reservorio de agua, de la cual el 90 por ciento está disponible para la raíz del cultivo y mantiene durante un mayor período la humedad del suelo —cercana a su límite máximo o capacidad de campo—, lo que reduce ciclos de riego y el uso de agua, e incrementa la productividad general.

«También mejora el manejo tradicional de cultivos en regiones con escasa precipitación pluvial, independizándolo de las lluvias de temporal. Además, mejora la textura y ventilación en suelos, sobre todo los compactos, y favorece el microambiente esencial para el desarrollo de la biota benéfica del mismo».

—¿Es una tecnología que cumple con todos los principios de la sustentabilidad: viablemente económica, socialmente justa y armónica con el medio ambiente?

Desarrollo de las raíces de las plantas en canteros con lluvia sólida (a la izquierda) y sin esta (a la derecha).

—Sí. Los polímeros pueden estar compuestos a base de potasio o a base de sodio. Los que nosotros estamos utilizando en los ensayos son de potasio. Los de sodio, que degradan hacia un tóxico una vez hidratados, se convierten en una pasta que mezclada con la tierra termina ahogando la planta, por lo que no recomendamos su uso.

«Esta tecnología permite ahorro de agua y energía al reducirse el número de riegos y tiempos de bombeo asociados en un 22 por ciento. La aplicación de la «lluvia sólida» contribuye al incremento de la productividad agronómica del agua en valores que van desde un 28 por ciento a un  78 por ciento, en función del tipo de sustrato.

—¿Cuándo esa tecnología estará disponible en Cuba?

—Todavía está en fase de experimento. Aún quedan pendientes interrogantes como su comportamiento en distintos tipos de suelos, según las características texturales y de funcionamiento hídrico.

«También hay que seguir investigando acerca de los efectos de la labranza convencional sobre la durabilidad y profundidad de colocación de los polímeros.

«Antes de que se generalice hay que dejar claro aspectos como la efectividad en la supervivencia en plantaciones forestales, y realizar ensayos en cultivos como café, frutales y caña de azúcar bajo riego o en secano.

«Asimismo habrá que realizar ensayos a escalas pequeñas en cultivos de interés económico de ciclo corto como arroz, papa y granos. Los ensayos que se efectúen deben tener una duración como mínimo de tres años, para valorar los efectos de durabilidad, biodegradación, residualidad y costos».

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