Como si presenciáramos una carrera a máxima velocidad en los autos más rápidos del mundo, los lanzamientos de aplicaciones de inteligencia artificial generativa son tan seguidos como prometedores para la tecnología que emplearemos en el futuro más cercano
En los últimos días, si parpadeaste, te lo perdiste: se lanzaron en el mundo más de 15 soluciones de software a base de inteligencia artificial (IA).
Vivimos, sin duda, una carrera vertiginosa por hacer que la IA se convierta en la piedra angular de procesos productivos, creativos y de desarrollo tecnológico.
En Juventud Rebelde repasamos lo que se cuece en una disciplina que no para de llamar la atención por los prometedores resultados que propone… y sus desafíos.
A inicios de mes se filtró el código de LLaMa, la inteligencia artificial de Meta. A partir de entonces han surgido unas cuantas iniciativas libres que logran ejecutar grandes modelos de lenguaje con hardware relativamente accesible.
Así, la Universidad de Stanford, en California, Estados Unidos, presentó Alpaca 7B, una IA generativa que se comporta de manera similar a text-davinci-003, otro modelo de OpenAI casi tan complejo como GPT-3 —este último ha sido la base del ya famoso ChatGPT.
Alpaca 7B, introducida el 13 de marzo, puede ser ejecutada con la potencia de un M1 Macbook Air. Sin embargo, cuatro días después, el 17 de marzo, en la misma casa de altos estudios dieron a conocer Alpca LoRA, la cual emplea un modelo de inteligencia artificial de bajo rango —de ahí lo de LoRA, por low range en inglés— y que puede ser ejecutada con una Raspberry Pi.
Esto tiene implicaciones importantes, pues se trata de la adaptación de modelos de IA conversacionales a bajísimas prestaciones de hardware. De ahí, a que se puedan emplear con más fluidez en los dispositivos más usados del mundo, los celulares, no va mucho, ¿verdad?
La detección temprana de enfermedades a partir del uso de IA ha sido una obsesión de muchos desarrolladores y científicos en los últimos años, con avances notables.
Ejemplo de ello es Med-PaLM 2, la segunda versión de un equivalente médico de ChatGPT que ha aumentado su precisión del 67 por ciento al 85 por ciento. Detrás de ello está Google, que por lo delicado del tema todavía no lanza esta tecnología al público general, pero muestra las potencialidades de la inteligencia artificial en el campo de la salud.
Cuando todavía no hemos asimilado bien todo lo que puede hacer GPT-3.5, el modelo conversacional creado por OpenAI que actualmente está integrado en Bing, el motor de búsqueda de Microsoft, hace solo unos días se dio a conocer su sucesor: GPT-4.
No solo han logrado mejorar la exactitud y «humanidad» del modelo previo, sino que aumenta el número de palabras que puede retener en memoria (mejorando el contexto de las conversaciones) e incorpora nuevas funcionalidades como la de «ver» e interpretar imágenes, lo que abre una gama de posibilidades tremenda.
Lo de que no hay peor cuña que la del mismo palo se cumple a la perfección con Claude, un bot conversacional desarrollado por exempleados de OpenAI, los creadores de ChatGPT. Durante meses empresas como Google, Notion, Quora y DuckDuckGo han apoyado la creación de Claude, a cargo de la compañía Anthropic. Sus creadores se precian de que es un producto mucho más fiable que ChatGPT, pues es menos propenso a generar resultados «perjudiciales o no deseados».
La compañía explicó la pasada semana que Claude ha sido creado mediante lo que llamaron «IA constitucional», un sistema para limitar la inteligencia artificial mediante reglas de comportamiento.
Anthropic ha explicado que, en breve, la API de Claude estará disponible en dos versiones, Claude-v1 (variante de alto rendimiento y última generación) y Claude Instant (más asequible y rápida).
Las compañías Nvidia y Atlassian (propietaria de Trello y Jira), invirtieron la semana pasada fuertes sumas de dinero, hasta totalizar 350 millones de dólares, en Adept AI Labs, una empresa fundada por David Luan, que fuera vicepresidente de ingeniería de OpenAI, primero, y director de Google Research más tarde.
El motivo de la inversión es ACT-1, un asistente de inteligencia artificial que se superpone al software del usuario y se especializa en ejecutar directamente solicitudes complejas e incluso coordinar acciones de múltiples aplicaciones.
No solo texto de cualquier tipo genera la inteligencia artificial de última generación, también el campo de las imágenes está siendo explorado con intensidad desde el pasado verano.
Midjourney, DALL-E y Stable Diffusion son algunas de las IA más establecidas para la generación de imágenes a partir de descripciones de texto —principalmente—, y la primera de ellas reveló su quinta actualización hace unos días.
Midjourney se ha impuesto, por ahora, sobre todos sus rivales, con un grado de realismo fotográfico que ha dejado más de una quijada al vuelo y ha mostrado una gran mejoría en la generación de manos, aspecto que ha sido el talón de Aquiles de este tipo de tecnología.
Por cierto, fue esa IA la que generó la imagen que ilustra este reportaje.
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