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Más energía para alimentar tu erotismo

Tras una histeroctomía tardará algún tiempo recuperar la plenitud de la vida sexual, pero pueden experimentarse otras prácticas que estimulen todos los sentidos y no adormezcan los de la pareja

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

Cuando todo está en tu contra,
¡aprovéchate recontra!
El oso Yogui, personaje de
muñequitos

¡Tres meses! Se dice fácil, pero parece una eternidad como promesa de recuperación tras una cirugía abdominal. Incorporarse en la cama, dormir, caminar, ir al baño, sentarse... Más que el dolor, te paraliza el miedo: ¿Estará todo bien? ¿Se infectarán los puntos? ¿Te soportará tu familia? ¿Se borrará la cicatriz de la histerectomía?

Tres días después la angustia cede a base de razonamiento: si logras hablar poco y tomas alimentos sanos, los gases desaparecen rápido, te desinflamas y tu estado de ánimo mejora. Después de todo es lindo que te malcríen en casa. Si fuera una cesárea tendrías que ocuparte además de un bebé y tus malestares no te importarían tanto, porque el «estigma» social es diferente.

Tres semanas más tarde tu cuerpo te sorprende, si ya has logrado confiar en él. Te levantas de un tirón, comes sin preocupaciones, duermes cómodamente y haces las paces con tu espejo: nada de aquel bulto que afeaba tu vientre y la herida es solo una sombra bajo el bikini, un «trofeo de guerra» para acariciar en secreto.

Lo mejor de todo es ver el pánico cediendo al deseo en el rostro de tu pareja, sentir que sus masajes ya no buscan proporcionarte solo alivio, que su curiosidad salta la línea de la cicatriz y la imaginación puede llevarlos a la época del noviazgo, cuando las caricias tenían límites, pero el placer se abría paso de forma delicada, exploratoria, cargada de ternura.

En octubre pasado (Mi «teléfono» fibromatoso, JR, 18-10-2013) prometí contarles ese proceso de renacer mujer tras una histerectomía, pero esta no es solo mi historia. Me han escrito decenas de lectoras, he hablado con colegas, vecinas, gente que encuentro por la calle... Tras compartir retos y hazañas, todas suscribimos una frase acuñada con sincera complicidad: cerramos la fábrica de niños y abrimos el parque de diversiones.

Claro que el reestreno debe ser paulatino, pero la espera es buena para acicalar el conjunto y diseñar un estilo de vida que incluya dieta sana, variedad en la rutina amorosa y ejercicios para tonificar los músculos, incluyendo el pubocogcígeo, que rodea la vagina y el ano.

Cuidar, confiar, prever

Una lectora devenida amiga me reprochaba que en el primer reportaje no abundé en las complicaciones posoperatorias. Entonces creí que era innecesario, pues como dice una máxima de la Medicina, el cirujano hace la sutura y el paciente la cicatriz.

Mi ejemplo lo confirma. Una de las razones para elegir la técnica de Pfannenstiel, llamada así en honor del médico alemán Hermann Johannes Pfannenstiel, su creador, es que con las incisiones horizontales se genera 30 veces menos fuerza que en las verticales y por tanto en menos del uno por ciento se registran hernias. No conocía a nadie en ese caso y mis experimentados médicos tampoco, ¡pero entré en ese mínimo por ciento!

Volver al salón al mes de operada no me divirtió mucho, pero tampoco me asustó ni cambió mis expectativas. Acepté que mis músculos abdominales llevan más cuidado porque son finos, y que sentirme bien no significa estar de alta para todo lo que quiero hacer de inmediato.

De cierto modo fue una oportunidad para confirmar lo que otras mujeres comentan: no es bueno salir con dudas del hospital. Hay que sobreponerse al dolor inicial y esclarecer con el personal de salud cuáles son las molestias normales y las posibles señales de alarma; qué acciones cotidianas aceleran la recuperación y cuáles se deben evitar; cómo levantarte y acostarte sin forzar la herida; cuánto duran el sangrado, la incontinencia urinaria y la insensibilidad de la piel alrededor de la cicatriz.

También es importante preguntar cómo retomar hábitos específicos de tu rutina doméstica y laboral, qué alternativas tienes para enfrentar el reposo y evitar el estreñimiento, cuándo caminar o subir escaleras, qué posturas son buenas para descansar, estornudar o toser, cómo evitar trombos sanguíneos en las piernas, qué tan ajustada debe ser tu ropa interior y si ayuda usar fajas y untar cremas en la zona afectada.

«Lo peor es no saber», dicen varias lectoras recién operadas. Muchas angustias se ahorrarían si se facilitara a las pacientes un plegable con las respuestas esenciales (se hace en otros servicios de salud, como en las operaciones oftalmológicas) además de contar con un teléfono para consultar inquietudes sin salir de casa. También pudiera incluirse el tema de esta y otras intervenciones frecuentes asociadas a la salud femenina en las charlas de la FMC y su sistema de atención a la familia en cada territorio.

Deleite paulatino

Una colega histerectomizada hace algunos años recuerda con desagrado la cara de lástima de sus amistades. «Creían que para mi esposo terminaba todo con la extracción de mi útero. ¡Qué equivocación!». Mucha gente ignora que la lubricación depende más de la predisposición emocional que de las hormonas, y que las carencias de estas últimas pueden compensarse artificialmente cuando hace falta.

Lo importante es creer en ti y desear ser amada. Los estragos de la cirugía bloquearán por un tiempo la plenitud de tu vida sexual, pero puedes experimentar otras prácticas que estimulen todos tus sentidos y no adormezcan los de tu pareja: besar, oler, recorrer la piel con delicadeza, hablar de lo que han hecho y volverán a hacer, compartir la tibieza de los cuerpos, estrenar ropa atrevida, usar el semen con creatividad...

Poco a poco ganarán confianza para retomar la masturbación mutua y el sexo oral en posturas cómodas, cuidando que tu vientre no sufra tensión, y cuando te den luz verde en la consulta puedes volver a la penetración, preferiblemente en posiciones que te aseguren el control de la profundidad y el ritmo, porque eso los relaja a ambos y facilita el placer.

Si eras de las que sangrabas mucho, sufrías dolores o tu hemoglobina era baja, el sexo ahora será mejor, tendrás más energía y razones para alimentar tu erotismo y en cuanto tu cuerpo te permita avanzar probablemente te atreverás a experimentar cosas que antes ni te pasaban por la mente.

También en el plano espiritual la relación se fortalece: al pasar una prueba tan difícil aumenta la confianza en tu pareja (sea hombre o mujer) y por tanto sortearán mejor otros obstáculos. Ahora ya saben que pueden dar y recibir más de lo acostumbrado, lo cual es buen comienzo para enfrentar con optimismo la vida erótica de cara a la tercera edad. Bien mirado, sacrificar tres meses a cambio de ese aprendizaje no es un precio tan alto, ¿verdad?

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