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No me gusta el sexo con mi pareja

También en las relaciones románticas es necesario acordar los tiempos de entrega según el deseo de ambos y parar si hay dolor o resequedad. Habrá que reorientarse hacia lo que despertó deseo y permitió un placer anterior

Autor:

Mariela Rodríguez Méndez

C.R.: Estoy con un hombre de casi 70 que no me gusta, pero me ayuda económicamente. Al principio el sexo era normal, dos o tres veces al mes. Ahora toma viagra y quiere estar todos los días. Eso es insoportable para mí, porque no me gusta, me duele, es muy tosco y solo le interesa la penetración mucho rato. Ya yo no lubrico ni tengo orgasmos, le finjo a ver si termina rápido y es peor. No sé cómo encontrar un equilibrio porque no lo soporto, pero no puedo darme el lujo de perderlo. Tengo 58 años.

Usted cobraba la entrega de unas veces al mes. Ahora él decidió cobrar caro el apoyo que le da. Aunque parezca paradójico, solo podrá soportar el lujo de tenerlo si deja claro los límites y se arriesga a que él también limite su entrega. Las relaciones transaccionales requieren contratos precisos, en los que ambos estén de acuerdo.

También en las relaciones románticas es necesario acordar los tiempos de entrega según el deseo de ambos y parar si hay dolor o resequedad. Habrá que reorientarse hacia lo que despertó deseo y permitió un placer anterior.

El cuerpo abre y cierra puertas según se respeten sus condiciones de goce. Podemos condenarlo, pero él se cerrará más. Usted ya no lubrica. Mañana podría ser peor. No hay simulacro que borre su disgusto.

En cualquier caso, debe estar dispuesta a perder algo a cambio de lo que quiere ganar. No todo se da, no todo se gana. Si no, quedamos como un objeto a merced de los caprichos del otro, hasta que sea tan insoportable que se pierda todo. Observe que hubo un período en el que usted pudo disfrutar. Todo cambió cuando él consigue una erección medicamentosa, desligada del erotismo de ambos. 

Otra opción sería el lujo de encontrar su propio estilo. Elegir otros modos de vivir, sin esa «ayuda» que paga con disgustos.

 

Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología clínica.

 

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