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Paz para el Parque Lenin

Ojalá en el 2013 el Parque Lenin, en La Habana, pueda recuperar paz y sosiego, de acuerdo con la respuesta que da su directora, Annia Massino, a la queja del lector Abel Salvador Hierrezuelo, reseñada el 1ro. de noviembre pasado.

Entonces, Abel alertaba de una peligrosa diversión espontánea, conocida como «Yagua en el parque», que han impuesto en áreas del Lenin algunos visitantes con autos: después de tragos, atan a la parte trasera de sus vehículos una soga con una yagua de palma, sobre la cual se sientan personas y viven emociones a altas velocidades. Una especie de surfing terrestre, que pone en peligro el juego y las correrías de los niños en ese remanso verde.

Abel también condenaba a quienes alquilan caballos y apenas una familia llega,  se abalanzan a toda velocidad, cual botero de «almendrón», disputándose los posibles jinetes. Otro peligro, que viola la paz y la tranquilidad.

Al respecto, responde la Directora del Lenin que contactaron con Abel, y reconocen que «su preocupación e inquietudes son una problemática actual, que afecta el disfrute pleno y tranquilo de nuestros visitantes en las áreas verdes del pulmón de la ciudad».

Afirma que el Parque dio posibilidad a trabajadores por cuenta propia de insertar su trabajo allí, como vendedores de artículos de juguetería, alquiler de equipos de recreación (motos con cuatro ruedas), venta de artesanía y alquiler de caballos y ponis, en áreas caracterizadas y bien definidas. Pero, al amparo de tal facilidad, hay personas que, de forma ilegal e indisciplinada, irrumpen en el parque e imponen sus negocios.

Precisa que «la Dirección del parque ha coordinado y ejecutado acciones con los organismos rectores para el enfrentamiento a las manifestaciones de indisciplina social e ilegalidades, fundamentalmente con individuos no autorizados que realizan la actividad de alquiler de caballos y ponis».

Ratifica el compromiso de seguir accionando para que situaciones como esas no afecten la tranquilidad y el disfrute, ni la imagen natural y la calidad de los servicios. Y explica que el parque tiene un sistema de protección al consumidor en sus unidades y en la Dirección General, que les permite a los visitantes expresar de forma inmediata cualquier queja o sugerencia.

Sí se puede

Aunque unos la vocean apenas como consigna de ocasión, otros —como Luis Manuel Castro— la plasman con mil dificultades, sin otro compromiso que no sea la justicia y la verdad.

Cuenta la historia Norma González Campa (Calle 18 No.9, apto. 4, entre Línea y Calzada, Vedado, La Habana): ella es una paciente de 72 años, amputada de ambas piernas. Y vive sola. Su sillón de ruedas está muy deteriorado.

Norma agotó sin éxito sus gestiones con Asistencia Social del Policlínico Integral 15 y 18, en la referida barriada capitalina, y con la Asociación Cubana de Limitados Físico Motores (Aclifim) en su municipio. Y tramitó con Luis Manuel Castro, director administrativo del hospital de rehabilitación Julito Díaz, del municipio capitalino de Boyeros.

«Este compañero —señala— respondió a mi llamada, la cual tenía como objetivo ver si en esa institución podía resolverme un sillón de ruedas. Pero ya que no podía resolverme un sillón, pues no estaba a su alcance, se personó en mi vivienda.

«Viendo el mal estado de las ruedas de mi sillón, la edad que tengo (72 años), además de vivir sola y tener que hacer todas mis labores en sillón de ruedas, procedió a traer al mecánico de ese centro para tratar de solucionar en parte el problema con piezas de uso; lo cual fue resuelto para determinado tiempo.

«Si todos los que de una forma u otra tienen que ver con personas desvalidas tuvieran ese gesto tan grande de humanidad, sentimientos y amor por quienes desgraciadamente nos encontramos en esta situación, podríamos decir que los impedidos físicos no tenemos problemas en nuestro país. Quisiera hacerle llegar mi agradecimiento eterno al compañero Luis Manuel Castro», concluye Norma.

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