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Ruidos con la frecuencia de pago

Cuando el río suena… ya uno sabe a qué atenerse. Y en materia de regulaciones y normativas, a veces en nuestros entornos laborales después del sonido las consecuencias no son las más afortunadas. Parece que en esto estaba meditando Nelson Roselló Toledo (Calle 60, No. 711a, entre 7 y 9, Surgidero de Batabanó, Batabanó, Mayabeque) cuando decidió escribirnos.

Narra el trabajador de la Empresa Pesquera Industrial Pescahabana que «desde hace un tiempo, cuando comenzaron los preparativos para la implementación de la Ley 120, de los impuestos y de la política tributaria del país (…) se nos informa en un matutino que el (…) sistema de pago de la empresa cambiaba, que se procedería al pago mensual, cuando tradicionalmente en nuestra empresa ha sido quincenal, recogido y aprobado en nuestro convenio colectivo de trabajo».

Evoca el mayabequense que en ese mismo matutino expresaron varios trabajadores su inconformidad con esta nueva frecuencia salarial que se proponía, y después, en la reunión sindical correspondiente, ratificaron este criterio por unanimidad.

Pero al parecer, por lo que indica la misiva, las disposiciones para la transformación han continuado y la justificación que se les da a quienes indagan por las razones es que «el sistema contable (de la institución) no permite realizar las nuevas modificaciones de la 120» manteniendo la frecuencia quincenal.

Y el afectado se pregunta, por qué si Pescahabana tiene incluso un servicio contratado para la solución de inconvenientes técnicos de esta naturaleza, debe modificarse algo con lo que el personal de la entidad no está de acuerdo.

¿Qué tienen que decir al respecto las autoridades de la empresa? ¿Bajo qué circunstancias puede irse incluso por encima del convenio colectivo de trabajo?

Desconcierto

Esta es la triste historia de lo que pudo ser una hermosa sala de conciertos en la ciudad de Las Tunas, donde sus habitantes podrían cultivar su gusto con las mejores expresiones del arte y la cultura. Y la cuenta Ana Luz Rodríguez Moreno, residente en Naranjo 7, entre Miguel González y Primero de Enero, en el reparto Velázquez, de esa capital provincial.

Refiere Ana que en 2008 las autoridades de esa provincia anunciaron al pueblo el inicio de la construcción de una sala de conciertos, lo que fue recibido con alegría, pues en esa ciudad solo cuentan con el teatro Tunas, que no cubre los requisitos para recibir todo tipo de espectáculos.

Pero en ese 2008, Las Tunas fue afectada por el paso del huracán Ike. Y los tuneros comprendieron que se interrumpiera el proyecto, ante la urgencia de tantas afectaciones en viviendas y otras edificaciones.

Lo que duele, según Ana Luz, es que lo iniciado entonces se esté destruyendo por el paso del tiempo. Pero lo más triste es que «en el presente 2016, sin tener en cuenta las molestias que se les ocasiona a los vecinos, lo que un día sería la sala de conciertos se haya escogido para mantener durante todo el verano un área que, desde las nueve de la mañana y hasta altas horas de la noche pone una música que molesta y ensordece a quienes trabajamos, a niños y ancianos, que no están obligados a escuchar ese tipo de música a altos decibeles».

Aclara Ana Luz que concuerda con la necesidad de recreación, pero en lugares donde no moleste a la población que busca paz y sueño reparador. «Se le debe dar respuesta al pueblo de Las Tunas del porqué no se culmina con la triste historia de la sala de conciertos».

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