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Sin respuesta ni información

El país se recupera de los daños del ciclón Irma, pero aún subsisten tragedias como la de Flor M. Cepero (calle Real No. 22, entre San Antonio y Moré, Cojímar, La Habana), quien contaba aquí el pasado 13 de diciembre sobre las graves secuelas que sufrió su vieja casa, con techo de madera y papel, propuesta como Patrimonio de la localidad.

Tras Irma, Planificación Física la visitó y calculó los materiales indicados. El 3 de octubre le dieron el crédito bancario por 13 000 pesos para madera, papel de techo, puntillas y luminarias. Pero a su rastro nunca llegó madera. El 23 de octubre le dieron las luminarias, pero no papel y puntillas. Mucho menos madera.

Indagó si entraba madera en otro rastro. Le dijeron que cada localidad resolvía sus casos. Fue al Consejo Popular a pedir subsidio para transformar su casa. Y los técnicos le indicaron que su caso estaba en manos de la ECAL. «Todavía espero la visita», señalaba.

«Tenemos mantas de nailon que duran poco para amortiguar el agua cuando llueve, acotaba. Mi papá tiene 87 años y padece de insuficiencia cardiaca. Necesita oxígeno y la humedad le es fatal. Tuvimos que darle a mi hija el cuarto porque el de ella lo dañó el huracán, y acomodarnos en el cuarto de desahogo, que también se filtra», contaba entonces.

  Nunca esta sección recibió respuesta de lo revelado (¡qué vergüenza!), ni tampoco Flor, según anuncia en su última carta, en la cual añade: «He pasado por el rastro y tienen papel de techo, pero dicen que está en mal estado, que es una devolución y no ha entrado nunca madera ni puntillas. Debo seguir esperando. ¿Por qué me asignaron materiales que no hay? Pedí orientación nuevamente para algún traslado en otro municipio y me dijeron que ellos no sabían qué debía hacer».

Cuenta que el delegado de la circunscripción se interesó y la visitó. Le prometió respuesta tras una reunión que habría en el Gobierno municipal. Y nada hasta ahora. «El personal del rastro está preso, dice, y quienes vinieron nuevos dicen que no tienen conocimiento de qué hacer con los damnificados pendientes».

Irma también destrozó la casa de Bismarck Verges, en calle 15 No. 409, entre Tejar y Camilo Cienfuegos, en el barrio habanero de Lawton; al punto de que hoy es una amenaza para la vida. «La cubierta puede colapsar en cualquier momento», afirma quien es constructor.

Él tuvo que enviar a Santiago de Cuba a su madre, que padece demencia senil, y cancelar su licencia de albañil por cuenta propia que tenía desde 2011: «No se puede simultáneamente trabajar y estar esperando ante la puerta un funcionario del Gobierno de 10 de Octubre, situación que se ha prolongado durante meses, pretendiendo resolver los materiales para yo mismo reconstruir la vivienda. Y, además, me negaron la concesión de un subsidio», concluye.

Y desde la finca Guanjibes, en el poblado villaclareño de Zulueta, Jesús Hernández Fuentes relata que a la casa que comparte con sus dos ancianos padres, de madera de palma  y techo de tejas francesas, Irma le partió el alero donde descansa el caballete.

La vivienda está apuntalada por algunas partes, y por otras ni se puede ya. A ello, súmele que una mata le cayó encima y le partió varias vigas. Tiene peligro de derrumbe.

Al paso de Irma, lo visitaron el delegado de la circunscripción y una trabajadora social, y nadie más se portó por allí. Jesús fue entonces ante la técnica de Vivienda del Consejo Popular, quien le dijo que «había ido ya muy tarde y los papeles ya estaban hechos».

Jesús le explicó que si a su casa habían ido una trabajadora social y el delegado, él supuso que se tendría en cuenta su caso. Y a tanta insistencia, la técnica le dijo que le podía asignar 20 planchas de fibro y 100 bloques. Pero esa cantidad no resolvió la gran situación que tienen allí.

Jesús ha tenido que abandonar su empleo para atender a sus padres. Y con las lluvias subsiguientes la situación de la casa ha empeorado, hasta convertirse en un verdadero peligro. «Esta situación la he tramitado en el municipio (…)», concluye.

Similares a estos, hay casos muy graves de ancianos damnificados desatendidos y viviendo en condiciones muy difíciles, como el de José Velázquez Cuenca, en calle 15, No. 2, entre A y B, Reparto Previsora de la ciudad de Camagüey; y Andrés Fustiel, de Calle 4ta. No. 1, entre F y G, reparto Armando Mestre en el central Brasil de la provincia agramontina.

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