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Crece un árbol dentro de otro en una esquina de La Habana

Se trata de un raro abrazo entre un ocuje y un jagüey, donde se aprecia la competencia por la vida y por la luz de ambos seres biológicos

Autor:

Juventud Rebelde

Foto: Roberto Morejón El raro abrazo de dos árboles —uno dentro de otro— en la esquina de las calles 23 y 24, en el Vedado, en la capital cubana, es realmente una curiosidad botánica en medio de la populosa y cosmopolita ciudad.

El interesante capricho de la naturaleza, donde se aprecia la competencia por la vida y por la luz de ambos seres biológicos, se encuentra a la vista de todos los transeúntes, justamente ubicado entre las paradas de las rutas de ómnibus P-4 y 222.

Se trata de un raro abrazo entre un ocuje y un jagüey, en el que el primero —mucho más viejo— está siendo devorado prácticamente por el segundo, que no se sabe cómo logró penetrar, hábil y audazmente, en su interior.

El fenómeno atrajo el interés de nuestro diario luego del aviso de la lectora Leonor Miranda, vecina de la calle 45, número 803, en el apartamento 14-C, 5to. piso, entre Conill y Santa Ana, en Nuevo Vedado.

El ocuje, científicamente denominado Calophyllum antillanum, es un árbol frondoso que crece hasta una altura de 20 metros, de fuste recto, copa cilíndrica, corteza oscura y gruesa, fisurada, de hojas elípticas, de ápice redondeado, de 5-8 centímetros de largo y 3-5 centímetros de ancho.

El jagüey, de la familia de las moráceas, es en realidad un fuerte bejuco que crece enlazándose con otro árbol (en este caso el ocuje mencionado) al cual mata poco a poco por vigoroso que sea. Existen varias especies del género Ficus, llamadas técnicamente padifolia, petiolaris, brevifolia y crassinervia.

El caso que nos ocupa es un ejemplo de esa mala suerte de «abrazo traicionero» en que el Jagüey se introdujo gradualmente dentro del ocuje y le fue robando su savia, hasta dejarlo virtualmente seco y enjuto, luciendo él, en cambio, una formidable salud: en su corteza, en sus ramas frescas y en el verde colorido de sus hojas, que son de mayor tamaño.

Esto se explica, entre otras razones, porque el jagüey busca afanosamente el sol, trepando hacia arriba por el corazón del ocuje o creciendo en sus ramas y troncos.

El Ocuje es uno de los casi 500 árboles endémicos de los bosques cubanos, de los cuales se estima que unos cien están en peligro de extinción.

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