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El hielo arde en el Ártico

El metano está entre los cinco gases que más comprometen al medio ambiente. Aunque sus emisiones son menores que las del dióxido de carbono, su potencial de calentamiento global es 25 veces superior

Autor:

Marianela Martín González

Las regiones que contienen permafrost (suelos que permanecen helados) podrían disminuir hasta un 90 por ciento en todo el Ártico durante el presente siglo. Las simulaciones realizadas por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático muestran las áreas para 1980-1999 (azúl claro) y para el período 2080-2099 (azúl oscuro). Recientemente un grupo de científicos que realizaba exploraciones a bordo de un barco ruso en el océano Ártico obtuvo pruebas que verifican la liberación a la atmósfera de millones de toneladas de gas metano (CH4), desde los fondos marinos.

Los expertos consideran que la descomposición de un compuesto fosforoso denominado metilfosfonato es el responsable de una abundancia inesperada de esta sustancia en los mares al norte del planeta.

El oceanógrafo David Karl, de la Universidad de Hawai, y el microbiólogo Edward Delong, del Instituto Tecnológico de Massachussets, están trabajando para averiguar cómo y cuándo los microbios activan o inactivan sus genes de producción de CH4 como respuesta a la presencia del metilfosfonato.

Apenas existen explicaciones parciales de este fenómeno, por tratarse de algo muy prematuro. Sin embargo, la comunidad científica mundial tiene en la mira desde hace mucho tiempo a este gas, por su contribución al calentamiento global y al cambio climático.

El metano aparece en la lista negra de los cinco gases que más inciden en el efecto invernadero, y está bajo control en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y su Protocolo, suscrita en 1997 en Kyoto, Japón, por los principales países industrializados, con excepciones como la de Estados Unidos.

Cuba atenta al problema

El doctor Carlos López Cabrera, jefe del Equipo Técnico de Gases de Invernadero del Instituto de Meteorología de Cuba, explica que los científicos atribuyen la liberación de metano en el Ártico al descongelamiento del permafrost, que son los suelos que siempre permanecen helados, cuya degradación por el calentamiento global puede también liberar grandes cantidades de CH4 a la atmósfera.

De confirmarse esa tesis los resultados se publicarán en revistas especializadas, y de ser confirmados y aceptados por la comunidad científica constituirán un importante hallazgo, pues esa emisión de CH4 a la atmósfera pudiera incrementar el efecto invernadero y acelerar los impactos del cambio climático.

López Cabrera precisa que el metano es el segundo gas de efecto invernadero en importancia, «pues, aunque sus emisiones son menores que las del dióxido de carbono (CO2), su potencial de calentamiento global es 25 veces la de este último en un horizonte temporal de 100 años».

El experto cubano subraya que este gas tiene importantes fuentes de emisión directas e indirectas en las actividades humanas, porque el 70 por ciento del metano en la atmósfera se origina por esta razón. También se produce de forma natural, especialmente en procesos biológicos que ocurren en condiciones anaeróbicas.

«De las provocadas por el hombre, más del 30 por ciento de las emisiones provienen de la minería del carbón, y las actividades del petróleo y gas natural. Otro 60 por ciento se deriva de la ganadería, campos de arroz inundados, quema de biomasa, desechos sanitarios y el tratamiento de aguas residuales».

Entre sus fuentes naturales se destacan los humedales, termitas, océanos, hidratos de metano y otras como el permafrost descongelado.

Metano escapado

Los científicos atribuyen la liberación de metano en el Ártico al descongelamiento del permafrost. Los hidratos de metano son depósitos sólidos compuestos de «jaulas» de moléculas de agua que contienen CH4. Estos depósitos, que a nivel global almacenan grandes cantidades de este gas, pueden encontrarse a profundidades bajo tierra en las regiones polares, y en sedimentos oceánicos de los bordes exteriores de los continentes.

El doctor López Cabrera afirma que ese metano puede liberarse de los hidratos como consecuencia de cambios de temperatura, presión, concentración de sal y otros factores que modifiquen la estabilidad de los depósitos.

«Debido a ese potencial para las emisiones se han intensificado desde hace algunos años las investigaciones científicas y el monitoreo sobre el tema, especialmente en las regiones polares, donde la atmósfera y el océano presentan ritmos de calentamiento más rápido que en otros lugares del planeta, y donde la reducción de las masas de nieve y hielo se ha acelerado».

El valor de las concentraciones de metano en la atmósfera en la época preindustrial, alrededor del año 1750, se estimaba cercano a 715 ppb —partes por billón—, unidad utilizada en la química atmosférica para representar las concentraciones de los gases en la atmósfera.

Eso indica que en aquella época se registraban 715 moléculas de CH4 en mil millones de moléculas de aire seco, sin tener en cuenta el contenido de vapor de agua. Este nivel de concentración se incrementó notablemente en los últimos doscientos años, alcanzando valores cercanos a los 1 800 ppb a finales de 2007.

El investigador estima que pese al aumento, la tasa de progresión de las concentraciones atmosféricas de metano disminuyó en relación con el comportamiento observado en los otros dos gases de efecto invernadero de mayor importancia (CO2 y N2O), los cuales continúan acrecentándose.

«Desde principios de los años 90 del siglo pasado ha decrecido ese indicador, lo que condujo a una relativa estabilidad de sus concentraciones en los últimos años», afirma.

López Cabrera explica que se analizaron varias hipótesis como causas potenciales de este comportamiento, y se consideró responsable a la poca variación de las emisiones totales y un equilibrio entre las fuentes y sumideros de este gas.

Pero después de una década con poco o ningún incremento, un reporte de abril de 2008 acerca del comportamiento del Índice Anual de Gases de Invernadero, realizado por la Administración Nacional para el Océano y la Atmósfera de Estados Unidos (NOAA), indicó que en 2007 tuvo lugar un incremento notable de las concentraciones atmosféricas de CH4.

¿Es el proceso de descongelamiento de los hielos en el Ártico la única causa del aumento del metano en la atmósfera?

El doctor López Cabrera cuenta que los especialistas involucrados en el cálculo consideran como posibles causas del incremento al rápido crecimiento de la industrialización en Asia, y al aumento de emisiones naturales desde los humedales en los trópicos y el Ártico.

Sin embargo, y aunque es muy temprano para afirmar si este proceso es el inicio de una tendencia al crecimiento de las concentraciones de metano en la atmósfera, los primeros síntomas de liberación de CH4 como consecuencia del descongelamiento del permafrost Ártico son alarmantes.

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