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Confesiones de tres mujeres incorporadas al Servicio Militar Voluntario Femenino

Autor:

Juventud Rebelde

Cientos de muchachas incorporadas este año al Servicio Militar Voluntario Femenino cumplen la preparación básica del soldado

Yvette, Karla y Thays no son personajes de una novela, sino tres de las cientos de muchachas incorporadas este año al Servicio Militar Voluntario Femenino (SMVF), que por estos días cumplen la preparación básica del soldado en diferentes unidades de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

Las tres nos hacen recordar al escritor hindú Rabindranath Tagore. Él dijo en una de sus prosas poéticas que los más profundos sentimientos femeninos —no convertidos en palabras— se les escapan a las mujeres por los ojos.

 A esta muchacha le impresionó el tiro real con fusil AKM.  

Yvette dice que está aquí porque desde pequeña es dirigente estudiantil y «cumplir esta etapa de Servicio en las FAR es algo que puede servir de ejemplo a otras de las jóvenes».

Karla confiesa que «este período es duro, pero muy emocionante y contribuye a nuestra formación».

Mientras que Thays asegura que «un año de vida aprendiendo cómo defender mi patria, no es más sacrificio que el hecho por mi abuelo —ya fallecido— quien fue militar».

Las tres sonríen. Sobre la sentencia de Tagore coinciden en que es muy difícil retener una emoción que no se asome a una mirada femenina, y nos cuentan algunos «secretos» de sus primeros días de verde olivo.

«Llevo cuatro semanas aquí. En el servicio militar he aprendido a darme cuenta de que también nosotras podemos resistir las cargas físicas propias de la preparación militar, y armar, desarmar y tirar con el fusil AKM», revela Yvette Sotés Morales.

«Nací en una tierra brava, donde nacieron hombres y mujeres grandes como Abel, Haydée Santamaría y Jesús Menéndez (Encrucijada, provincia de Villa Clara). Desde 1997 vivo en el municipio de Playa», comenta.

Karla Domínguez Chirino, nacida en el municipio de Plaza de la Revolución, aspira a estudiar la carrera de Comunicación Social. «Si mi madre es una oficial del Ministerio del Interior; si sigue siendo femenina y bonita, yo no puedo quedarme atrás cuando se trata de estar durante un año en el Servicio Militar Voluntario Femenino.

«Además —comenta— con ello aporto mi granito de arena para incrementar la participación de la mujer a las tareas de la defensa».

Thays Leyva Ortiz, de Ciudad de La Habana, y quien aspira a ser abogada, nos ofrece su «secreto»: «La casa es el mejor hotel cinco estrellas del mundo, pero los jóvenes en nuestro país deben pasar el Servicio Militar y las mujeres no podemos quedarnos con los brazos cruzados».

En unos de los centros de preparación básica de los nuevos soldados perteneciente al Ejército Occidental, ellas han experimentado un gran impacto: la disciplina militar y el orden reglamentario propios de la vida en las FAR son aspectos que les han cambiado los hábitos que traían del hogar.

Thays nos resume el horario del día en la unidad: «A las 05:45 a.m., rayando, suena la diana para estar en pie, y de 06:00 a 06:45 es la gimnasia matutina, hora en que en nuestras casas dormimos todavía a pierna suelta», dice Yvette.

«De 06:45 a 07:00 es el aseo personal y de 7:00 a 7:10 la inspección matutina del orden interior en nuestros cuarteles», apunta Karla.

«Después viene el desayuno; a las 08:00 formación general de la tropa y a las 08:15 comienzan las actividades propias de la preparación combativa y política. Les siguen el almuerzo, un breve descanso, y en la tarde-noche de nuevo clases u otras actividades con la técnica y el armamento; luego el baño, la comida, el Noticiero de Televisión, las actividades recreativas y ¡a dormir! Le digo, periodista, que no es fácil, pero tampoco es tan difícil; se puede, como que no».

El teniente coronel Ramón Espinosa Montalvo, jefe del Centro, explica a JR: «En estas cinco semanas ellas reciben 210 horas de clases, siete horas cada día, con un programa que incluye diferentes materias militares, como son los reglamentos militares, infantería, preparación física, tiro, táctica y preparación política.

«Aquí ellas adquieren los conocimientos, hábitos y habilidades necesarias que les permitirán, al llegar a las unidades donde sean asignadas, mantener las relaciones jefe-subordinado, el porte y aspecto, la cortesía militar, y cumplir las tareas y misiones que le correspondan durante este año de servicio militar activo que cumplirán en las FAR», asegura el teniente coronel Espinosa.

El Servicio Militar Voluntario Femenino en las FAR también les sirve de mucho a estas muchachas para su vida futura. Por ejemplo, las que tienen vencido el grado 12 pueden acogerse a la Orden 18 del Ministro de las FAR, que les permite continuar estudios universitarios. Las que no trabajaban, una vez cumplido el plazo de servicio, antes de licenciarse tienen derecho a beneficiarse con el sistema de reinserción laboral previsto en la Resolución Conjunta No. 140 de los Ministros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y de Trabajo y Seguridad Social, que prevé reciban buenas ofertas laborales, como reconocimiento y estímulo al cumplimiento del Servicio Militar Activo.

El Che tenía razón: La mujer es más débil, sí, pero no menos capaz. «En esta primera etapa hemos cumplido ejercicios muy duros, como correr tres kilómetros en menos de 19 minutos, realizar largas marchas con el equipo de campaña, enmascararnos en el terreno, desplazarnos por el campo de obstáculos lanzando granadas de mano y tirando con el fusil... No ha sido fácil, pero nos hemos superado a nosotras mismas», refiere Yvette y nos dice un «secreto» a voces: «Cuando tiré con mi fusil AKM me dije: Ahora sí puedo defender mejor mi tierra».

Karla lo confirma: «Es inexplicable saberse con un arma como esta en las manos, escuchar y sentir el ruido al disparar, y la emoción de dar en el blanco. Ya sé tirar como cualquier soldado cubano».

«Mi emoción más grande fue en un ejercicio táctico que cumplimos. Disparamos primero con salvas, y también con balas de combate. Un grupo de patriotas contra un supuesto enemigo. ¡Es algo hermoso! Y comprobé que una mujer cubana con un AKM en una trinchera, es algo respetable», sentenció Thays.

Cuando nos íbamos, uno de los oficiales nos comentó que el Che, luego de conocer a Lidia, Clodomira, Celia, Vilma, Haydée, a Melba Hernández, a Teté Puebla y a tantas otras heroínas expresó con justeza que la mujer es más débil, sí, pero no menos capaz. Aquí lo estamos viendo.

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