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Hay que cercar al Aedes aegypti

Si aún parte de la población no acaba de entender el riesgo que significa mantener las condiciones para criar al Aedes aegypti, hay que aplicar sanciones a los transgresores, porque está en juego la seguridad colectiva que nadie tiene derecho a exponer

Autor:

Nelson García Santos

SANTA CLARA, Villa Clara.— La campaña contra el Aedes aegypti enfrenta en esta provincia deficiencias del personal involucrado en su erradicación, de empresas e incomprensiones de la población.

Resulta incongruente lo que sucede, a pesar de las cifras millonarias en pesos y sumas nada desdeñables en divisas destinadas por el Estado a reducir la existencia del vector a un nivel que evite el riesgo de transmisión del dengue.

Lo mal hecho repercute en un mayor gasto de combustible, plaguicidas y productos biológicos… y, lo peor, confirma que no se logran los resultados esperados en todos los territorios.

Un ejemplo elocuente lo constituye el municipio villaclareño de Santa Clara, donde en lo que va del actual año se duplicó el número de focos detectados en comparación con igual etapa de 2009.

Los consejos populares de mayor infestación son Camacho- Libertad; Capiro-Santa Catalina; Centro, Vigía-Sandino, Virginia, Condado Sur y Norte.

En esos siete, de los 19 de la ciudad de Santa Clara, está concentrado el 72 por ciento de la focalidad del municipio.

¿Cuáles resultan las causas que originan esa situación?

Bien lo sabe la doctora Iren de la Caridad González Rodríguez, directora de Vectores en la Dirección del MINSAP en Villa Clara. Ella, sin acudir a palabras que suavicen la realidad, admite que el mal empieza por el personal de la campaña contra el vector.

«El principal problema radica en el deficiente trabajo diario de inspección y control que realizan en las viviendas algunos operarios de la campaña.

«Estos muchas veces no detectan los focos que descubren después las brigadas de control de la calidad a nivel municipal y provincial. Estas confirman un número considerable de aquellos en cada ciclo de trabajo de 11 días en el área urbana».

—¿Qué medidas se aplican cuando esto sucede?

—Se sanciona. El pasado año por indisciplinas se les dio baja a cientos.

—¿Las personas se han acostumbrado a convivir con el mosquito?

—Con lo que molesta su zumbido sobre nuestras cabezas. También hay muchos que coexisten con la falta de higiene.

—¿La raíz de ese fenómeno?

—La pobre percepción de riesgo de la comunidad sobre la amenaza que representa para la vida la proliferación del Aedes aegypti.

—¿Un ejemplo concreto?

—En cada ciclo de trabajo el 70 por ciento de los focos son detectados en los tanques de agua en el interior o en el patio de la vivienda, por la sencilla razón de que los mantienen destapados o mal cerrados. También se encuentran en vasijas de los animales domésticos, botellas y floreros.

«A lo anterior se añade que cuando aparece un foco en un área determinada muchas veces no se realizan las acciones complementarias, encaminadas al saneamiento de la zona, cuyos responsables son las direcciones del Acueducto, Comunales, el Instituto de la Vivienda y las organizaciones de masas».

—¿Específicamente qué deben hacer?

—Eliminar los salideros, evacuar las fosas o repararlas si es necesario; acabar con los microvertederos, garantizar la recogida de desechos sólidos e involucrar a la comunidad en la higienización de la zona de manera integral.

—¿Qué les cuesta esa ineficiencia?

—Reconozco que existe una baja exigencia de organismos de la Salud, Comunales y el cuerpo de inspectores con las personas o entidades que quebrantan lo establecido para mantener la higiene ambiental.

—¿Mejor el panorama en las empresas?

—No. En Santa Clara la existencia del mosquito en los centros de trabajo se ha mantenido. En lo que va de año en 24 detectamos la presencia del vector. En 15 de estos encontramos larvas en depósitos de agua y a 14 les impusimos multas a la administración, que debe pagarla de su bolsillo.

Los más implicados resultan los ministerios de la Industria Sideromecánica, Salud Pública, Construcción y Agricultura.

«En los centros de trabajo está establecido que debe existir una brigada para realizar la inspección de sus áreas cada siete días, en función de eliminar los posibles criaderos del mosquito. Pero se incumple lo dispuesto reiteradamente».

—¿Cuántas personas están involucradas en la campaña?

—En la actualidad 882 hombres y mujeres directamente: operarios, jefes de brigada, supervisores, técnicos de higiene y biólogos, y otras fuerzas jóvenes.

—¿Cómo los atienden?

—Además del pago salarial y la estimulación en dinero, se les facilita la ropa y los medios para desempeñar su labor.

—¿Se han dado casos de transmisión del dengue?

—No. En lo absoluto. En ello desempeña un papel vital el fortalecimiento de la vigilancia estricta de las personas que arriban a la provincia de países donde el dengue es endémico. Estos controles permiten la detección rápida de cualquier individuo que se sospecha tenga el padecimiento.

A estas alturas de la campaña contra el Aedes resulta inadmisible que entidades estatales infrinjan reiteradamente las normas para evitar en sus predios la proliferación del mosquito. O que tampoco acometan las acciones que les corresponden en la comunidad para contribuir a eliminarlo.

Si aún parte de la población, como confirma la realidad, tampoco acaba de entender el riesgo que significa mantener las condiciones para abrigar y criar al Aedes aegypti, hay que aplicar sanciones a los transgresores. En definitiva está en juego la seguridad colectiva, que nadie tiene derecho a exponer, porque en el ala del desatino se embosca la posible picada mortal.

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