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La sonrisa se vuelve vida

Llegaron con regalos y terminaron con el mejor obsequio que puede tenerse, la felicidad de los pequeños. Cada año, en la cercanía del Día de los Niños, ocurre este prodigio en el Instituto de Oncología y Radiobiología capitalino

Autor:

Mayte María Jiménez

Una sonrisa es alegría, deseo, esperanza… Ella centelleó este miércoles en la sala pediátrica del Instituto de Oncología y Radiobiología, en la capital, cuando los pequeños allí ingresados la regalaron, llenos de alegría, a los trabajadores de la Empresa TransCupet UEB Occidente, que llegaron en horas de la mañana para celebrar junto a ellos el Día de los Niños.

Infantes del grupo de teatro de la Casa de Cultura de Guanabacoa y representantes de la empresa, junto a los padres, médicos y enfermeras, compartieron una especie de obra mágica.

«Estos momentos sirven de aliento, y a ellos les regalan alegría», confesó Yeniset Ricardo, mamá del pequeño Alejandro.

Para la madre de Yasley Fernández, un jovencito de 14 años, experiencias como esta ayudan a que los pacientes se sientan mejor, los hace regresar al mundo que tanto añoran, sobre todo a los adolescentes, quienes sueñan con vivir sus historias.

Con la sorpresa llegaron también juguetes, libros, cuadernos de historietas y juegos didácticos, dispuestos a complacer la diversidad de gustos según las edades y sexo de los niños y adolescentes ingresados.

Estas vivencias les ayudan en el tratamiento, pues más allá del regalo material, se forma una gran familia que los devuelve al mundo, al hacerse amigos de personas de cualquier lugar del país, comentó Dayne Quintero, jefa de la Sala de Pediatría.

Según contó, cada año este centro hospitalario es escenario de experiencias como esta, cuyo único incentivo es el cariño, el deseo desinteresado de hombres y mujeres, estudiantes y trabajadores, jóvenes y adultos, que regalan a los pequeños allí ingresados el más genuino sentir de apoyo y amistad.

Para ello los trabajadores aportan parte de sus salarios y juntan lo recaudado, para luego comprar juguetes, mientras los estudiantes rescatan de sus casas o las de sus vecinos, muñecas, juegos, libros e historietas conventidos en un gran tesoro que luego regalan a los niños del hospital.

Sin dudas, la vivencia fue única para los trabajadores de la empresa. Quienes llegaron con regalos, terminaron siendo premiados con el mejor obsequio que puede ofrecer a cualquiera un niño, una sonrisa… expresión sincera de su felicidad.

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