Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La inercia es muy poco divertida

Una sociedad cada vez más heterogénea no puede recurrir a fórmulas comunes, rígidas, porque los intereses varían, se diversifican, y las ofertas deben ser pensadas en función de estos, sin ceder ante apetencias deformadas

Autores:

José Luis Estrada Betancourt
Alina Perera Robbio

«¡Caballeros, déjense de inventar!», comenta desde la página web de Juventud Rebelde un cibernauta nombrado Carlos González, luego de leer los trabajos que hace dos domingos vienen saliendo a la luz en nuestras páginas sobre el tema de la recreación.

González se explica: «El cubano, desde que se conformó la nación, ha tenido bien definido qué es la recreación, sobre todo durante el verano; una mentalidad que nadie puede cambiar porque es resultado de esa mezcla de culturas que nos identifica.

«Al “buen cubano” nadie le puede quitar ser jaranero, alegre, hablar de todo aunque no sepa de nada, ser un excelente bailador, jugar dominó, tomar ron, degustar un buen café... Cuenta mi padre que cuando niño (tiene más de 70 años), en vacaciones, todos se trasladaban de Banes a Guardalavaca a pie, para bañarse en las bellas aguas de esa playa cubana.

«Eso ha pasado de generación en generación. Es decir, que aunque tengamos el mejor museo del mundo, en esta etapa nos gustan la playa, la fiesta, el campismo, los hoteles», enfatiza Carlos para inmediatamente exhortar: «No gasten “balas” en otra cosa si quieren que la gente agradezca el esfuerzo que se hace».

A Luis Díaz, otro cubano que tomó parte en el foro, le parece que la recreación no se puede centralizar. «Hay que dejar que cada municipio, con presupuestos aprobados, sea el que se ocupe de esto» y agrega que a veces le sorprende ver que se habla de estos temas y refiriéndose a la cantidad de ofertas que existen para el verano a nivel nacional, «da la sensación de un país en total esparcimiento, pero en los municipios nada de eso se ve».

También Yosmel ofrece sus criterios en el sitio www. juventudrebelde.cu. Allí coincide con que es posible encontrar espacios para todos los gustos: ir a playas, ríos, museos, cines, teatros, conciertos, ver la programación de la TV e ir a diversos centros nocturnos bailables.

Yosmel dice: «Muchos cubanos, entre quienes me incluyo, conocemos cómo recrearnos, pero no sabemos cómo vacacionar. Este punto para mí abarca desde poder tener la posibilidad económica de acceder a un centro hotelero, hasta visitar otras regiones del país, con opciones de estancia, de modo que podamos conocer lugares de interés histórico, cultural y científico».

Desde Holguín escribe Darlin, como firma en la web, quien está consciente de que la recreación es un asunto complicado, que debe atenderse con empeño, y en el que las Casas de Cultura de cada municipio, los centros comunitarios y los cines, deben tener mayor protagonismo. «No obstante, el verano debe ser de máxima prioridad, pues se trata del período cuando mayor cantidad de niños, jóvenes y adultos salen a disfrutar de sus merecidas vacaciones.

«Acá en Holguín, de viernes a domingos, se produce una aglomeración enorme de jóvenes y adolescentes en los tres parques. Sin embargo, es muy mentada una alternativa, Tu sábado con Celso, que propone juegos, baile, karaoke, música grabada..., algo que podría ser imitado por otras entidades en la provincia entera y en el país. En el verano lo ideal sería darle prioridad a playas, campismos y piscinas, pero ello requiere asegurar el transporte. Si se lograra, sería un gran paso en materia de recreación».

Pensando justamente en los jóvenes, pero sobre todo en sus padres, el santiaguero Gabriel Delgado opina que para un adulto de estos tiempos garantizar que un hijo se recree se convierte en algo muy complicado. «Fui de los jóvenes privilegiados de los años 80, cuando todos los fines de semana se hacían bailables en las diferentes áreas de la urbe santiaguera y al finalizar con un peso merendábamos, lo cual actualmente no se consigue ni siquiera con un peso convertible.

Y se sumó al foro de la página digital de JR la colombiana Ana Álamo para asegurarnos que lejos de la perfección, las oportunidades de recreación que los cubanos poseen son envidiables. «En Centroamérica se vive con tanta inseguridad que sería impensable ir al parque Lenin sin temor a un secuestro o un asalto. Celebro sus reuniones con amigos, aquí nos hemos olvidado de compartir, no jugamos dominó y tampoco conocemos a nuestros vecinos. ¿Campismos? Esa es otra realidad que no conocemos, por lo que como joven nos limitamos a ir al cine, si el presupuesto lo permite, así como bailar en una disco de vez en cuando.

«En Colombia nunca he visto a nadie bailar en la calle como lo vi en esa bella Habana; nunca vi por estas tierras un festival de cine, de ballet, humor o de teatro como los vuestros. Disfrútenlos y cultívenlos. Está en sus manos».

Lo clave: Multiplicidad de fórmulas

Aunque parezca difícil meditar sobre la recreación, las ideas que por estos días han hecho llegar a Juventud Rebelde los lectores tras leer el tema abordado en nuestras páginas, prueban que entre cubanos el asunto entraña múltiples matices y razones a partir de los cuales debatir.

Para esclarecernos sobre una actividad que es necesidad humana vital, conversamos con el sociólogo Juan Luis Martín, Miembro de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba.

—¿Qué concepto más general, a su juicio, define a la recreación?

—La recreación ha existido siempre, con diferentes contenidos y formas, en todas las sociedades y en todos los sistemas a lo largo de la historia.

«La existencia humana implica la realización cotidiana de esfuerzos, el cumplimiento de normas de conducta, la ejecución diaria de acciones que presentan el carácter de deberes. Ante ellos el ser humano crea mecanismos de compensación. Para esa función de equilibrio surge la recreación: posibilidad de hacer, además de lo que exige el deber, lo que demanda el sentido del placer.

«Toda sociedad presenta una estructura interna resultado de su historia; su sistema social; el grado de desarrollo de su economía y otros factores. Ninguna constituye un todo homogéneo, en su interior existen clases, capas y grupos. La pertenencia de todos a una misma identidad nacional les imprime rasgos comunes, tanto de carácter cultural como en su psicología social, pero el lugar y papel de cada cual condiciona diferencias en sus estilos de vida, aspiraciones, y deseos.

«Lo anterior explica que en toda sociedad convivan diferentes visiones y demandas de recreación, desde tomarse una botella de ron hasta escuchar música clásica, o leer un libro, o mirar la naturaleza, o pasear, o hacer ejercicios».

—Incluso en una sola persona podemos encontrar una gama muy abierta de preferencias, según el concepto que tenga de recreación…

—Un individuo puede tener varias preferencias. Y estas dependen de muchos factores que tienen que ver, por ejemplo, con si la población a la cual pertenece es dispersa o concentrada, urbana o rural. De igual modo influyen el nivel de escolaridad, la pertenencia territorial, el género, el grupo generacional, el nivel de ingresos y la clase o capa social de la que forme parte.

—¿Podríamos hacer una definición sobre lo que hay en el imaginario del cubano acerca del concepto de recreación?

—Las generalizaciones pueden hacernos caer en la trampa de la simplificación. De todos modos te podría poner ejemplos pensando incluso en mi biografía personal. Recuerdo cuando era niño, que recrearse en mi familia —de obreros— consistía en ir de visita, los fines de semana, a casas de familiares. Era una costumbre económicamente accesible, con la cual se mantenía, por cierto, la comunicación familiar.

«Mis padres nunca fueron al ballet, ni al teatro, a pesar de ser personas a quienes encantaba la lectura, porque esas opciones no les resultaban accesibles desde el punto de vista económico. Sin embargo, cuando triunfó la Revolución, recuerdo que los de mi generación descubrimos el teatro, el ballet, el ajedrez y un conjunto de opciones que hasta ese momento no habían estado al alcance de muchos.

«Los patrones dieron un vuelco, y el sentido de la recreación, que en mi antecesores había estado en ir a la playa y en ir a visitar familiares, se amplió a otros disfrutes como la literatura, el ajedrez o el teatro. Fue como entrar en un universo lleno de cosas que sabíamos existían pero que nunca antes habíamos podido tocar con las manos».

—¿Se enriqueció el concepto de recreación?

—Se enriqueció y se amplió, porque mi recreación, hasta ese momento, era solo montar a caballo, o montar bicicleta, o conversar con los amigos. Se produjo un salto. De pronto era un verdadero hallazgo poder ver a Alicia Alonso, no en la pantalla sino en escena; las obras de teatro, los estrenos de cine, y el acceso a las obras maestras de la literatura.

—¿Podría hablarse de niveles a la hora de recrearse?

—Pienso que sí. Son niveles que están muy condicionados por el estilo de vida, por la actividad que realiza la persona, el lugar donde vive, los ingresos y también por la información que se tiene. Ahora bien: los seres humanos nos vamos encapsulando en determinados estilos, y si no hay algo que induzca a descubrir otras y mejores opciones, nos vamos quedando como encerrados en una pecera formada por los hábitos y las costumbres que se transforman en rutinas.

«La Ciudad de La Habana, por ejemplo, tiene aristas muy interesantes de su historia. Me sorprendo con la cantidad de personas que desconocen que se puede subir al mirador de la Plaza de la Revolución; o que nunca han visto la Estatua de la Patria en el Capitolio o las obras de Fuster en la comunidad de Jaimanitas, en el municipio de Playa, o no han visitado muchos de los museos de nuestra capital».

—¿En los años 80 del siglo XX, qué visión había de recreación? ¿Y qué sucedió después, con la crisis que sobrevino a raíz de la caída del Muro de Berlín?

—Los estilos de vida experimentaron un proceso regresivo a partir de esa crisis, y no solo por el problema del transporte. Pónganse a pensar en la distribución espacial de las salas de cine, o en los propios teatros: se fueron quedando concentrados en determinados puntos de la ciudad, y cuando recordamos la década de los 80, hay que decir que la infraestructura de servicios primarios y secundarios estaba prácticamente garantizada para cada municipio, al menos en la capital.

«En los municipios había cines, en muchos había teatro, y otras posibilidades. Con el período especial todo eso sufrió un deterioro, y los espacios de disfrute se fueron quedando en determinados puntos de la ciudad. Sin hablar de la fuerte contracción de los servicios del transporte.

«Sin embargo, como elemento contradictorio, habría que reconocer que, en medio de esa etapa tan difícil, sí se mantuvo con una distribución espacial bastante equilibrada la posibilidad de tomarse un trago; y algunos empezaron a entender la recreación como evasión, no como desarrollo cultural».

—¿Acaso los cubanos siguieron pensando en determinados patrones de recreación que la realidad ya no ofrece?

—Pienso que quizá los mecanismos o las estrategias de trabajo y promoción cultural se quedaron un poco anclados, como metidos en los patrones anteriores. Cambió la base material, y eso quizá no estuvo acompañado de suficientes cambios en los métodos y estilos de trabajo que permitieran aprovechar ciertas reservas de efectividad.

«Contamos con una infraestructura muy importante como las Casas de Cultura, por solo poner un ejemplo, pero habría que ver si los mecanismos, el sistema de actividades que desarrollamos en esa infraestructura y sus métodos de promoción, son capaces de captar la atención, de captar el interés, de mover a los diferentes sectores claves de la sociedad cubana de hoy.

«Resulta significativo que los resultados de la encuesta de consumo cultural, en jóvenes de 12 a 14 años, realizada entre el 2008 y el 2009 y que ustedes publicaron el domingo pasado, mostraran que las dos actividades con índices de preferencia superiores al 95 por ciento fueran ver televisión y oír música, mientras que el teatro, los museos, los conciertos o las galerías de arte solo alcanzaban índices entre el 20 y el 30 por ciento.

«Los datos parecerían indicar la paradoja de una oferta diversificada y una demanda concentrada. En estas circunstancias el trabajo de promoción cultural adquiere una importancia clave.

«Por otra parte es posible encontrar formas de recreación diversas en los cine debates, o en los círculos de lectura. Hay muchas variantes que no requieren gran infraestructura, y que quizá se podrían estimular por diferentes vías, solo que muchas veces la inercia, esa que hay que romper, no permite identificar otras opciones».

—¿En qué condiciones estaremos para hallar algo de equilibrio entre lo que podemos hacer y lo que quisiéramos, si de recreación se trata?

—Pienso que en estos momentos estamos en condiciones de asumir ese desafío, pero más que inversiones, más que recursos, lo que nos hace falta es creatividad, y pensar en la comunidad como una fuente con potencialidades extraordinarias de actividades diversas.

«Es en ese ámbito donde la gente se reúne según sus intereses pero también donde pueden desarrollarse otros nuevos como el gusto por la literatura, distintos géneros musicales, la plástica u otras actividades. Incluso un hogar puede ser un espacio útil para propiciar que un grupo de personas se recreen.

«Nuestra sociedad tiende a ser cada vez más heterogénea. Por eso no podemos recurrir a fórmulas comunes, rígidas, porque los intereses varían, se diversifican, y las ofertas deben ser pensadas en función de esos intereses. Ahora bien, eso no quiere decir que las ofertas se subordinen a todo tipo de preferencias, porque las hay francamente deformadas.

«En mi opinión hay que aprovechar todos los ámbitos posibles para mover el pensamiento, para convertir la recreación en algo que articule el placer con las funciones educativas y de enriquecimiento cultural.

«¿Cuántos jóvenes habrán visto las “firmas” de los grupos Abakuá que participaron en el levantamiento de La Muralla de la Habana y todavía permanecen grabadas en las piedras de esa construcción que, durante la colonia, delimitaba la ciudad? ¿Cuántos conocerán la historia de amor de Catalina Lasa y sus reflejos en la arquitectura de lo que hoy es la Casa de la Amistad de la calle Paseo en La Habana? Como esos, se podrían citar muchos ejemplos».

—Quizá una receta equilibrada sea no quedarnos en lo puramente sensitivo, ni en lo puramente intelectivo, sino tomar de ambas partes…

—Lo realmente efectivo es la multiplicidad de fórmulas. La conciencia social nunca es estática, ni homogénea, mucho menos ahora cuando las sociedades están cada vez más interconectadas.

«Los patrones de recreación siempre estarán en movimiento, perceptible o no, pero así es, y cada vez será mayor, pues habitamos un mundo marcado por una revolución científico técnica que, de manera directa o indirecta, impacta todos los órdenes de la vida y de ello no escapa la recreación. Ese proceso de cambios será mucho más acelerado con el desarrollo de las nanotecnologías que gradualmente irán irrumpiendo en la vida cotidiana».

—Dirán mucho de una sociedad los modos elegidos por sus hijos para recrearse…

—De nosotros depende que esa recreación sea predominantemente constructiva, con un sentido humanista, con un sentido ético, independientemente de que esa recreación pueda tener su inherente dosis de compensación, de placer e, incluso, de sana evasión.

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