Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Cuando aparecen el insomnio y la ansiedad

JR sigue ofreciendo claves desde la sicología para afrontar el actual contexto suscitado por la expansión de la COVID-19 a nivel mundial

 

Autor:

Mariela Rodríguez Méndez

LA angustia y el insomnio son modos de responder y defenderse ante la pandemia que afrontamos en la actualidad. 

Cada cual suele tener sus gafas o prismas para percibir y armarse su «mundo». Digamos que estos lentes separan lo que puede entrar a nuestra escena subjetiva y lo que no. Dejan entrar un nivel de rayos luminosos; de lo contrario, la vista se encandila. Unos tienen unos lentes que protegen mejor que otros, pero incluso los mejores cristales se rompen.

En situaciones como la actual, las noticias, las imágenes, las convocatorias y demandas externas pueden activar determinado barullo interior, un exceso de excitación que a veces ni siquiera podemos explicarnos. Se rompe el cristal subjetivo y no podemos filtrar; quedamos como un objeto a expensas de lo peor, de lo que encandila. Se hace difícil entrar en el marco de seguridad, tomar las riendas y al mismo tiempo dejarse caer acostado en la cama y en los brazos de Morfeo.

Las recomendaciones ante estos trastornos se orientan entonces hacia la búsqueda de nuevos límites de contención, nuevos anteojos que logren dejar pasar solo lo soportable. Hay que restaurar cierta rutina antes de dormir, como puede ser lavarse los dientes, conversaciones suaves y calmadas, despedidas y cierre del día. Se debe establecer un ambiente de estabilidad, asegurar puertas y ventanas, apagar luces, bajar o apagar sonidos y reducir toda excitación. No quedarse en la cama cuando no se consigue el sueño, ir solo cuando se tiene deseo de dormir y mantener confortable la habitación donde dormimos, son algunas sugerencias.

Aun así, la excitación interior puede perdurar, sin parar la voz, la demanda, el pensamiento y todo aquello que se desboca en situaciones como esta. A veces puede ser suficiente contar con alguien que nos contenga con una palabra, un abrazo, una presencia. En otras ocasiones, tenemos ciertas frases interiores, ciertas ensoñaciones que nos tranquilizan.  

Pero no siempre es tan fácil.  Se requiere identificar, nombrar, reconocer aquello que nos quita el sueño; tomar distancia o manejar de una manera más soportable eso que nos atrapa; volver a armar el rompecabezas con las piezas que quedaron de nuestros espejuelos rotos. Poner límite, darle un lugar acotado a cada uno de los elementos que nos exceden.

En las circunstancias actuales, ejemplos podrían ser: tratar de escribir, conversar, representar en palabras, imágenes o dibujos lo que nos sucede; dejar de perseguir noticias que evoquen nuestros peores pensamientos, a pesar del impulso sentido de volver a escuchar o mirar lo mismo. Otras veces funciona buscar alguna actividad que nos guste (cocinar, coser, regar el jardín); disfrutar del arte en sus diversas manifestaciones: ver películas, escuchar música, etc. En ocasiones basta tomar una decisión postergada. Recuperar el placer es un modo de recuperar el sueño.

 

 

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